Ayer, domingo 17 de noviembre, fue una de esas fechas en las que el corazón se te encoge, se te desgarra esa parte tan íntima del baúl de los recuerdos, ese rincón donde guardas nombres con dulzura y cariño, y es que ayer, día 17, se cumplieron 25 años de la muerte de Enrique Urquijo Prieto, líder de Los Secretos en aquella época. Fue un día diferente, triste, un día atrapado en la nostalgia, y me lo pasé escuchando al grupo madrileño acompañado de mi mujer, Eva. Fue un día de contrastes, sí, como esa canción del propio Enrique que dice “estoy ardiendo pero tengo frío”.

Enrique es historia de las letras y de la música, y esa música le echa en falta, le extraña, le persigue para que vuelva desde ahí arriba, desde el cielo, desde el paraíso de las almas eternas de las notas musicales... También las letras, la escritura, los dibujos y las palabras claman para que regrese desde ese paraíso y escriba esos sentimientos tan penetrantes, tan difíciles de comprender a veces, tan exquisitos, tan particulares, tan inquietantes... Enrique siempre seguirá siendo el “músico de las emociones”, y considero, esto es algo personal, que su timidez se transformaba en sensibilidad, una sensibilidad que expresaba en la elegancia interior de sus letras, letras de un espíritu bondadoso. El rostro de la música ya no despierta, ya no amanece igual desde ese maldito 17 de noviembre de 1999, pero como dice una canción de Los Secretos “las olas me trajeron tu mensaje en una botella”, ya que con ellos nunca puedes sentirte solo, y la cara de Enrique siempre te espera hasta el amanecer... ¡Enrique, nunca fuiste un juguete de la desilusión! ¡Contigo, continuamos bailando en el desván, y jugando en ese mar, el de tus sueños! Amigos lectores de El Diario de Madrid, permítanme acabar estas letras con esa pluma estilográfica del amor hacia la música convertida en literatura, en arte, en sentimiento, en versos acogedores, profundos y sinceros de Los Secretos : “Recuerdo cuando solíamos reír hablando del futuro y porvenir, pero se paró el tiempo y tu imagen sigue aquí... Cada día es más largo sin ti”... ¡Enrique! ¡Siempre merecerás que se honre tu memoria! ¡Te mereces los homenajes del alma! ¡Te fuiste un frío mes de noviembre, pero tú sigues ahí, dentro de esas almas que adoran las letras! ¿Qué aprendí de ti, Enrique? “A soñar sin poder dormir, y que si se sueñas en los brazos adecuados, esos brazos te enseñan a dormir”... Una vez dijiste, en una de tus letras, que “esperando un corazón el tuyo se te cayó”... ¡Eso es imposible, Enrique! Sigues teniendo un corazón tan grande, que nunca caerá... ¡Por siempre, Enrique Urquijo Prieto!