“Amiga!, hay que ver como es el amor, que vuelve a quien lo toma Gavilán o Paloma”, decía la balada romántica de Pablo Abraira, cantante muy famoso en la década de los 70.
Trasponiendo los tiempos, el amor ciertamente hace estragos y lo demuestra el caso del “Escribidor de Cartas al pueblo”, el de me voy, y me voy, y que no solo no se ha ido, sino que se comenta su presunta intención de permanecer en el sillón hasta el año 31 nada menos ¡Dios nos libre!.
O sea, las suyas, sus cartas a la ciudadanía, fueron la prueba de su hipocresía, porque nada más lejos de su intención que abandonar el poder que le emborracha hasta el delirium tremens.
Fueron una tomadura de pelo bien grande.
Más bien hubieran debido titularse “Cartas de un impresentable y falso cuentista” –en el peor sentido de la palabra- en las que dejo plasmado también su sentimiento de profundo enamoramiento por su adorada esposa, que debía derretir nuestros corazones a modo de folletín del romanticismo francés.
Porque a Ellos, a los Sánchez, el amor les vuelve y les envuelve y les traduce a Gavilán y Pichona, o tal vez a Pichona y Gavilán, ya que al parecer la aparentemente inocente emplumada de suave plumón (enojada, enfadada y airada por haber sido descubierta) es una ávida rapaz de fuertes garras, actualmente imputada por apropiación indebida e intrusismo, a pesar de su cara de inocencia, su melena al viento y su prominente nuez).
Y ahora, la Universidad Complutense de Madrid ha descubierto 9.800 proyectos creados por su cátedra, ya que alguno ocasionaba un coste mensual a unos empresarios que preguntaron a la institución que hacer con ellos, en vista de lo cual la Universidad informo del asunto al juez Peinado.
Resulta enternecedor echar la vista atrás y no olvidar lo que entre otras muchas perlas decía Gavilán en aquellos ejemplos de redacción y comunicación epistolar del 24 de abril del 24 a las siete en punto de la tarde, y no a las cinco que diría García Lorca, aunque si abandono sus quehaceres cinco días para ¿llorar? a gusto :
“Quisiera trasladar que ambos estamos absolutamente tranquilos, no hay nada detrás de esta acusación, tan solo un zafio montaje impulsado por las asociaciones ultraderechistas demandantes”.
Verdaderamente estos de la ultraizquierda, con Don Gavilán a la cabeza, son muy cansinos, y repetitivos en sus mensajes.
Necesitan para afianzar su pillaje y pingues beneficios, potenciar la figura malvada de un enemigo terrible enfrentado a su ¿progresismo? y falsas virtudes, para victimizarse.
Y claro, cuando no lo tienen, porque que no se merecen más que el desprecio y la indiferencia de quienes aborrecen la calumnia y la mentira, se lo inventan.
Y el concepto misterioso (porque solo ellos conocen su significado y son incapaces de definirlo) de la ultraderecha omnipresente les va de perlas a tal fin, del mismo modo que les vienen genial los pobres.
Cuantos más haya, y mas pauperrimos, mejor para enfrentarles con los ricos, disimulando que los ricos son ellos.
Ellos son los sedientos de casoplones, de modelitos, de avioncitos, de viajecitos, de dinero, de negocios oportunistas, de lujo y de poder, porque aquí no dimite nadie.
Ellos son los corruptos (no quiere decir que otros no lo sean también, pero no con tanta impunidad, con tanta desvergüenza, con tanto cinismo, con tantos cómplices “untados”, con tanta “familia de casa (esposa, hermano etc, etc, y del Partido”, en el banquillo).
Ellos son los del “Y tu mas” persistente, los del apagón, los de la amnistía, los que declinan responder a la sencilla cuestión de ¿Dónde están nuestros impuestos?, los de las muecas histriónicas en los discursos de sus oponentes y los de la mala, ¡muy, muy mala educación.
Ellos son los “tapadera” de don Gavilán, los encubridores de sus más sucios trapicheos.
De ese Gavilán enamorado de Pichona hasta las trancas, que siguiendo con las trasposiciones en el tiempo podría perfectamente ser con toda su corte, el protagonista del Duque de Rivas cuando en “Un Castellano Leal” escribía refiriéndose al duque de Borbón allá por 1526 :»No profane mi palacio –en este caso seria “mi país”- un fementido traidor, que contra su rey combate, y que a su patria vendió”.