El inicio de una nueva reestructuración
Telefónica, la empresa que durante casi un siglo ha sido sinónimo de comunicaciones en España, inicia un nuevo capítulo en su historia corporativa. La compañía presentará este lunes a los sindicatos UGT, CCOO y Sumados-Fetico las líneas maestras del plan “Transform & Grow 2030”, con el que pretende reducir costes, simplificar estructuras y acelerar su digitalización. El movimiento conllevará, previsiblemente, entre 6.000 y 7.000 bajas mediante un nuevo Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que afectará a las principales sociedades del grupo en España: Telefónica España, Telefónica Móviles, Telefónica Soluciones, Movistar+, Global Solutions e Innovación Digital, además del área corporativa.
Según fuentes sindicales consultadas por El Diario de Madrid, la empresa busca cerrar el acuerdo antes de fin de año para poder computar el coste en el presente ejercicio fiscal y que las salidas se produzcan a lo largo del primer trimestre de 2026.
Un plan de transformación estructural
El nuevo plan estratégico, aprobado por el consejo de administración el pasado octubre, fija como objetivo un ahorro total de entre 1.500 y 2.000 millones de euros en costes operativos hasta 2030. La dirección sostiene que el redimensionamiento de la plantilla es un paso “inevitable” para garantizar la competitividad del grupo frente a un mercado saturado, la presión regulatoria y el avance de la automatización.
La estrategia pivota sobre tres ejes:
- Simplificación estructural: reducción de solapamientos entre filiales y eliminación de capas intermedias.
- Automatización y digitalización: impulso a la inteligencia artificial, la gestión de datos y los servicios cloud.
- Focalización en mercados clave: España, Reino Unido, Alemania y Brasil, que representan el 80 % de su facturación.
Las cifras que sustentan la decisión
En los nueve primeros meses de 2025, Telefónica acumulaba pérdidas superiores a los 1.000 millones de euros, impactadas por desinversiones en Latinoamérica y provisiones extraordinarias. El grupo arrastra además una deuda financiera neta cercana a los 26.000 millones de euros, que condiciona su capacidad de inversión y la política de dividendo.
Según analistas de Cinco Días, el coste estimado del ERE rondará los 2.500 millones de euros brutos, y limitará el reparto de dividendos en los próximos ejercicios. En el anterior ajuste, cerrado en enero de 2024, la compañía destinó 1.300 millones a financiar 3.421 bajas voluntarias.
A cambio, el ahorro anual en costes directos se estimó entonces en 285 millones de euros, con impacto positivo en flujo de caja desde 2024. La dirección espera que el nuevo plan multiplique ese efecto y eleve la rentabilidad operativa a partir de 2027.
Quiénes serán los más afectados
El ajuste afectará principalmente a empleados con mayor antigüedad y salarios altos, especialmente a quienes nacieron entre 1969 y 1971, siguiendo la lógica de los anteriores ERE.
Los sindicatos prevén que se repitan los criterios de voluntariedad y prejubilaciones incentivadas, con porcentajes del salario regulador hasta los 63 o 65 años, dependiendo de la edad de salida.
UGT y CCOO ya han advertido de que no aceptarán condiciones inferiores a las del plan de 2023, donde los trabajadores mayores de 55 años percibieron entre un 52 % y un 68 % del salario regulador, más una prima por voluntariedad de hasta 10.000 euros.
Clima de diálogo y marco social
El ambiente de negociación parte con menos tensión que en procesos anteriores. Hace unas semanas, Telefónica y los sindicatos firmaron el primer “marco social” de la compañía, que regula las condiciones de los futuros ajustes laborales y refuerza la prioridad de la voluntariedad.
Fuentes sindicales destacan que “por primera vez hay voluntad real de pacto previo, no imposición”. El acuerdo contempla que cualquier reestructuración futura se desarrollará bajo el principio de “bajas pactadas y sostenibles”.
Impacto en Madrid: el corazón de Telefónica
El ERE tendrá efectos significativos en la Comunidad de Madrid, donde Telefónica mantiene su mayor centro corporativo, el Distrito C de Las Tablas, con más de 12.000 empleados directos y miles de indirectos vinculados a servicios tecnológicos y de mantenimiento.
Empleo y tejido tecnológico
Madrid concentra cerca del 70% de la plantilla total de Telefónica en España, además de su red de innovación y laboratorios de inteligencia artificial. La reducción prevista podría afectar a entre 4.000 y 5.000 empleos en la región, entre salidas directas y contratistas externos.
Economistas consultados por este medio apuntan que el ajuste “podría tener un efecto dominó en el ecosistema tecnológico madrileño”, que depende en gran medida de proyectos impulsados por la operadora.
Además, una parte de las funciones externalizadas en proveedores locales de software, mantenimiento y ciberseguridad podrían ser absorbidas por filiales del grupo en Latinoamérica o por socios tecnológicos internacionales, como AWS o Google Cloud.
Repercusiones urbanas y sociales
El Distrito C —uno de los complejos empresariales más grandes de Europa— podría experimentar una notable reducción de actividad diaria, con impacto en el comercio y la movilidad del norte de Madrid. Fuentes del Ayuntamiento admiten que “cualquier ajuste de miles de empleados tiene un efecto inmediato sobre el tejido urbano de la zona”.
Por otro lado, el gobierno regional podría perder ingresos fiscales asociados a IRPF y consumo, mientras que la ciudad se enfrenta al reto de reubicar profesionales altamente cualificados en otros sectores tecnológicos.
Sin embargo, expertos de Madrid Foro Empresarial matizan que la capital cuenta con “una base sólida para absorber talento digital”, especialmente en ciberseguridad, analítica de datos y consultoría tecnológica, sectores que siguen en expansión.
Un fenómeno europeo
La reducción de plantilla en Telefónica no es un hecho aislado. Europa asiste a una redefinición estructural de las grandes telecos:
- Vodafone anunció este año 11.000 despidos a nivel global.
- BT (British Telecom) reducirá 55.000 empleos antes de 2030.
- Deutsche Telekom y Orange también aplican planes de eficiencia y automatización.
En conjunto, el sector europeo de las telecomunicaciones ha recortado más de 120.000 puestos de trabajo desde 2020, según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
Hacia una Telefónica más ligera y digital
La nueva etapa de Telefónica está marcada por el liderazgo de Marc Murtra, nombrado presidente ejecutivo en enero de 2025 tras casi una década de mandato de José María Álvarez-Pallete. Su llegada simboliza un cambio de ciclo en la gobernanza de la compañía, que busca acelerar la transformación iniciada en los últimos años y adaptarse a una realidad donde la conectividad, la inteligencia artificial y los servicios digitales pesan más que la infraestructura tradicional.
El plan “Transform & Grow 2030”, impulsado bajo su presidencia, tiene un objetivo claro: una Telefónica más ligera, ágil y digital. La compañía pretende simplificar su estructura organizativa, optimizar costes y concentrar esfuerzos en áreas de mayor valor añadido, como Telefónica Tech (ciberseguridad, cloud e inteligencia artificial) y Telefónica Infra (gestión de redes y torres).
Murtra ha defendido públicamente que esta transformación “no se trata solo de reducir tamaño, sino de crear una empresa más preparada para competir en el futuro digital”. En su entorno insisten en que la digitalización interna, la automatización de procesos y la integración de la inteligencia artificial en la atención al cliente son pilares esenciales del nuevo modelo operativo.
El grupo busca también reforzar su perfil internacional, priorizando los mercados europeos y de alto retorno —España, Reino Unido, Alemania y Brasil— y limitando su exposición en países con menor rentabilidad. La estrategia, según fuentes del consejo, “persigue sostener la generación de valor en un entorno de márgenes reducidos, alta competencia y exigencias regulatorias crecientes”.
En este contexto, la reducción de plantilla no se concibe como un fin en sí mismo, sino como un instrumento de reequilibrio empresarial. La meta es consolidar una estructura más eficiente, capaz de mantener la innovación y el empleo cualificado que caracterizan a Telefónica desde su fundación hace casi un siglo.
Reacción de los mercados y accionistas
La noticia ha tenido reacciones contenidas en Bolsa. Las acciones de Telefónica cayeron un 0,9% el viernes, hasta los 3,76 euros, tras filtrarse el contenido del plan.
Los analistas de Barclays y Morgan Stanley valoran positivamente la decisión de anticipar los costes, aunque advierten del “riesgo reputacional y de desgaste social” si el ajuste no se maneja con transparencia.
El fondo saudí STC Group, accionista de referencia con un 9,9% del capital, respalda el plan como paso necesario para “optimizar la estructura y generar valor sostenible”. También lo apoya la SEPI, que representa al Estado con un 10% de participación.
Un proceso con múltiples aristas
Más allá del impacto laboral, el nuevo ERE plantea interrogantes sobre la responsabilidad social corporativa de las grandes tecnológicas españolas. Telefónica fue en su día el primer empleador del país, símbolo del progreso industrial y del acceso a la comunicación. Hoy se enfrenta al desafío de demostrar que la transformación digital puede realizarse sin dejar atrás a su capital humano.
Los sindicatos advierten de que “la modernización no debe traducirse en expulsar experiencia”. Por su parte, fuentes del Gobierno observan con cautela el proceso, conscientes del peso simbólico y económico de la empresa para España.
Entre la eficiencia y la identidad: el reto de una nueva Telefónica
Telefónica encara uno de los procesos más trascendentales de su historia reciente. El nuevo plan estratégico, con su ajuste de hasta 7.000 empleados, no es solo una operación contable: es el reflejo de una empresa que intenta redefinirse en un sector que ha cambiado radicalmente en apenas una década.
La transformación digital exige estructuras más flexibles, procesos automatizados y modelos de negocio centrados en los datos y los servicios inteligentes. Pero también interpela a la esencia de Telefónica: su vocación de servicio, su arraigo en Madrid y su condición de símbolo industrial de España.
El desafío de Marc Murtra y su equipo no será únicamente alcanzar los objetivos financieros o reducir la deuda, sino mantener la cohesión de una plantilla que durante décadas ha representado la estabilidad del empleo tecnológico en el país. La capacidad de combinar eficiencia con humanidad será la medida de éxito de esta nueva etapa.
Madrid, epicentro de la compañía desde sus orígenes, volverá a ser el termómetro de ese cambio. El futuro del Distrito C, la recolocación del talento y la respuesta del ecosistema empresarial madrileño marcarán si este ajuste se convierte en una oportunidad o en una pérdida colectiva.
En definitiva, Telefónica no solo ajusta su tamaño: está redefiniendo su papel en la economía española. Su evolución servirá de espejo para entender cómo las grandes corporaciones afrontan la era de la automatización, la inteligencia artificial y la presión por la rentabilidad sin renunciar a su identidad ni a su compromiso social.