Letras y colores

La Democracia en crisis en España

La democracia, entendida como el sistema que otorga poder al pueblo a través del sufragio, de esa voluntad propia y autónoma de elegir a quien nos represente, enfrenta en el Mundo y principalmente en España un desafío crítico. A medida que los años avanzan desde la consolidación de la democracia tras la dictadura franquista, se ha evidenciado una desconexión alarmante entre los gobernantes y los ciudadanos, fenómeno que pone en duda la efectividad del sistema democrático, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de los derechos fundamentales y la representación política.

En teoría, la democracia debería ser un reflejo del deseo y las necesidades del pueblo, pero en la práctica, muchos ciudadanos sienten que su voz ha sido silenciada, los líderes de los partidos políticos una vez elegidos, parecen olvidar las promesas realizadas durante las campañas electorales.

La búsqueda del poder y la permanencia en él a menudo eclipsa el compromiso con las bases que los llevaron a ocupar esos cargos, aliándose con minorías cuestionables, esta desconexión se traduce en decisiones políticas que no responden a las demandas de la sociedad, sino a intereses partidistas o económicos.

Recordar al primer presidente de la democracia española, Adolfo Suárez del partido Centro democrático y social que fue designado presidente del gobierno por el Rey Juan Carlos I el 3 de julio de 1976 después de que el Consejo del Reino propusiera al rey una terna de candidatos tras la dimisión de Carlos Arias Navarro, es el imaginario de los hispanoamericanos que veíamos en Europa el ejemplo del mejor Gobernarte que impulsaría grandes reformas para España.

La Democracia en crisis, es hacer una fotografía del creciente descontento del pueblo, la falta de credibilidad y respeto en los dirigentes políticos que están en el poder, dando lugar a un desgano y la frustración colectiva hacia una renovación política.  Sin embargo, el pueblo continuará denunciando la corrupción y el clientelismo que convierte en un desafío constante que pone a prueba la  legitimidad de este gobierno.

Es fundamental que los ciudadanos recuperen su voz y exijan rendición de cuentas a sus representantes. La democracia no debe limitarse al acto de votar cada cuatro años; debe ser un proceso continuo de participación y crítica. Los mecanismos de participación ciudadana deben fortalecerse para garantizar que las decisiones políticas reflejen verdaderamente las necesidades del pueblo.

España se encuentra en un momento crucial donde es imperativo restaurar el verdadero significado de la democracia. Los gobernantes deben recordar que su mandato proviene del pueblo y que su principal responsabilidad es honrar esa confianza. Solo así podremos avanzar hacia un futuro donde los derechos fundamentales sean garantizados para todos y donde cada ciudadano sienta que su voz tiene un peso real en la construcción del país. 

La democracia debe ser un espacio para todos, sin fronteras ni olvidos.