El hilo de las tablas

Curas taurinos

Antonio Risueño
photo_camera Antonio Risueño

Muchos medios de comunicación, tanto en espacios específicamente de temática taurina, como generalistas, se han hecho eco del primer encuentro internacional de capellanes de plazas de toros y sacerdotes taurinos. Sin duda ha supuesto un acontecimiento sin precedentes, que  ha sabido aunar las mejores características de ambas parcelas: la taurina y la eclesial. 

Esta magnífica iniciativa surgió gracias a los aficionados pertenecientes a la asociación Internacional taurina, que preside el polifacético William Cárdenas, y al presbítero pacense, aunque diocesano de Toledo, como la tierra que lo vio nacer, Víctor Carrasco. Enseguida llegó el apoyo de la Diócesis de Zamora, con Miguel Ángel Hernández a la cabeza; delegado de patrimonio y viejo amigo y compañero de estudios en Salamanca.  De justicia, es reconocer que la encomiable acogida de la iglesia zamorana, ha sido determinante para el magnífico desarrollo del encuentro. 

La sesión inaugural corrió a cargo del reconocido periodista David Casas y del, no menos reconocido, crítico taurino Domingo Delgado de la Cámara; con el maestro José Ortega Cano, llenando de sabiduría y cariño aquel momento, en que el salón de actos del seminario de Zamora a partes iguales, tanto a un buen puñado de religiosos, como aficionados a este mundo de verdad y magia que es la tauromaquia.  

Al día siguiente, tras vivir una entrañable celebración de la Eucaristía en la parroquia de San Juan, en la `plaza mayor de Zamora, se retomaron los actos del encuentro, con las comunicaciones de un puñado de participantes,  en las que fuimos desgranando experiencias, inquietudes, convicciones y compromisos en los que confluye el ministerio presbiteral, su dedicación específica dentro de la tauromaquia; y en la práctica totalidad de los casos, una pasión taurina que nace de lo más profundo del ser humano. Todo ello de la mano de la periodista zamorana Ana Pedrero y del citado Víctor Carrasco.

La mañana del sábado 6 de abril, entraba en su recta final, cuando se inició la charla coloquio titulada “La riqueza del sacerdocio a través de la tauromaquia”.  La sabiduría, la pasión, la cordura, la convicción evangélica y una absoluta, y para nada escondible afición a la tauromaquia, llenaron los corazones de cada participante en la intervención del Cardenal de Venezuela Monseñor Baltazar Porras Cardoso. Sus recuerdos infantiles en los páramos venezolanos, sus vivencias en el Campo Charro, compartiendo afición con don Gaspar, quien fue su rector en el colegio mayor para sacerdotes estudiantes en Salamanca, dejaron muestra de todo ello. Mencionó con agradecido recuerdo -entre otros- a la familia Rodríguez García, “los Dionisios” ganaderos de Villavieja de Yeltes, que tras mil vivencias en su casa, llegó a ver como vacas y sementales, de orígenes Santa Coloma y nacidos en Hernandinos, recalaron en Venezuela; para continuar la estirpe ganadera en la divisa de la familia Grisolía.  

Así mismo el Cardenal Porras, siempre preocupado y dando la cara ante la situación sociopolítica de su país, dejó claro que entre las gentes del toro es donde ha visto las más veraces y auténticas manifestaciones y experiencias de fraternidad. Algo que confortó a todos, tanto como sorprendió a algunos, a la vez que nos resultó constatable a la mayoría. Ciertamente resultó un verdadero balón de oxígeno, escuchar a quien sus responsabilidades eclesiásticas bien cumplidas, no le han impedido estar en todas las grandes Ferias Taurinas, de América y muchas de Europa.  

También tuvimos la suerte de escuchar el entrañable doctor Enrique Crespo, zamorano de orígenes y pasión, que tanta sangre torera ha retenido en sus manos y a tantas vidas le ha vuelto a dar cuerda, de forma más que figurada. Dejó claro que su fe, estimula y sostiene toda la ciencia que atesora y desarrolla.  

Junto a ellos dos, tuvimos la dicha de comprobar en las encomiables palabras del novillero Esteban Gordillo, como, si la vida con fe, es más vida; el toreo con fe es más toreo. 

Si agradecimos quedamos de la Iglesia de Zamora, como no vamos a estarlo de la zamorana ganadería de Villalpando, abriéndonos las puertas de su casa de par en par, acogiéndonos con comida y tienta para que los valientes se pusieran delante de las vacas de encaste Jijona, que se crían en ese hato ganadero.  Previamente se bendijo la primera piedra del oratorio, que se construirá en la propia finca. 

El encuentro finalizó con la Eucaristía solemne concelebrada por todos aquellos hermanos, a los que sus compromisos pastorales se lo permitieron- no fue mi caso- y presidida por el Cardenal Baltazar Porras. 

En conclusión, ha sido un encuentro de presbíteros de gran número de las nacionalidades taurinas, donde hemos saboreado todo aquello que nos une, y sintiendo la gran experiencia de la complementariedad en aquello que nos diferencia, huyendo de la posibilidad de que pueda separarnos. Pues la unidad no viene por la uniformidad, sino por la respetuosa convivencia y ayuda mutua de la diversidad.  Algo que lamentablemente no entienden aquellos, que con la única voluntad de eliminarnos buscaron una vez más - sin conseguirlo- la ocasión del enfrentamiento y la descalificación, sin más; contra la tauromaquia y lo que, a esta rodea.