La mirada de Ulisas

La activación de la glándula pineal

LA MIRADA DE ULISAS anhela contarles algo que le sucedió y le pareció fantástico. Quizá parezca novedoso para cierta gente. Tuve, como la mirada que soy, investigadora y que escudriña el mundo, la oportunidad de asistir a un curso sobre las funciones y maravillas de la glándula pineal. Un aprendizaje que me dio luces sobre el alcance de la activación de este “inapreciable”, pero muy significativo pedacito de nuestro ser. Y se trata de hablarles de la presencia e importancia de la glándula pineal, que viene siendo un pequeño órgano del cerebro productor de la famosa e indispensable melatonina. También se le conoce como el cuerpo pineal o como el órgano pineal. Responde a la anatomía del interior del encéfalo que, hospeda la glándula pineal, la hipófisis, el nervio óptico, los ventrículos (el líquido cefalorraquídeo y otras partes del encéfalo. La descripción de esta glándula nos lleva a descubrir su mera estructura ubicada en el diencéfalo y su principal función es la de regular los ritmos circadianos, tales como sueño-vigilia, secretar melatonina, hormona con fuerte efecto sobre la acción gonadal, además de oncostática, geroprotectora y antioxidante. Promete muchas ventajas como las   mencionadas anteriormente. Además, regula las funciones endocrinas y equilibra los ritmos estacionales de estrés, el rendimiento físico y los estados de ánimo.

Como podemos analizar este pequeño organismo de gran preeminencia para nuestro buen funcionamiento no sólo corporal sino espiritual es de sacarlo a la palestra y mantenerlo vigente con el reconocimiento que se merece. Se creía que, a determinada edad, muy en la niñez sus funciones se atrofiaban y que ya no servía para mayor desarrollo corporal, hasta descubrir lo contrario y saber que otras culturas como las orientales siempre le vieron su trascendencia. Y aunque muchas personas la conservan dormida, existe una corriente que se interesó en destacar sus prodigios al despertar sus aplicaciones y darse cuenta hasta qué punto es el vínculo con Algo Superior. Inclusive intangible, pero produce excelentes resultados por medio de ejercicios simples y adecuados. Se establece una relación con la realidad sobre el indiscutible hecho de que somos seres energéticos con frecuencias que vibran diferentemente. Nos llevan a conductas diversas y a disímiles niveles de obrar y de madurar. 

Gracias a su activación podemos controlar nuestro comportamiento cuando aprendemos a estimular este organismo con vida propia que es la glándula pineal. Pequeña pero muy eficiente. Y sabemos que lo diminuto también cobra tamaño. El caso de los átomos que nos hacen descubrir mundos paralelos. Juan Pablo Cavino, maestro en la materia, es un argentino cuyos negocios y actividades diferían de un mundo espiritual. Logró esta sabiduría gracias a esas causalidades o “diosidades” que conducen a los seres a asuntos que les correspondan en su debido tiempo y espacio. Ni antes ni después. Como dicen los sabios: el maestro llega cuando el alumno está listo para recibirlo. Nunca por imposición ni por interés más que el del propio alumno por descubrir otras realidades, que no son tan obvias. Fue el caso de Juan Pablo, que por dichas circunstancias se vio involucrado en esta ciencia: la activación de la glándula pineal. El curso al que asistió detenidamente mi mirada, la de Ulisas, que ya conocen debido a sus artículos, y saben que me propongo abordar con la misma pasión heterogéneos temas que sean palpitantes y que nos lleven de la mano y de la vista a un estado de conciencia más listo a abrazar todo tipo de conocimiento. Y es lo que ofrece el curso sobre la glándula pineal: fortalecer el sistema inmunológico, regular el ciclo del sueño, incrementar la creatividad, disminuir los niveles de estrés y de cansancio, combatir los radicales libres, nuestros enemigos causantes de múltiples enfermedades, y lo más increíble expandir la conciencia. Ese elemento tan vital para el mejor manejo de nosotros mismos y con los otros, que son nuestros congéneres. Y yo desde mi simple mirada con frecuencia e intención suelo mencionar la palabra CONCIENCIA como un faro, que nos eleva y nos traslada a la senda de la sabiduría, del amor universal, aquel que se conoce cuando hemos trabajado la conciencia para abrirnos a un mundo más pleno y armónico, donde prevalece el respeto y la tolerancia hacia el semejante, aunque sea de otro modo de obrar o de pensar. Valores que hallan su lugar y autorizan con aplauso el amor al prójimo, ese amor universal o incondicional que no busca solamente amar a “sus clones” sino a la diversidad con una capacidad filosófica y humanística más amplia y generosa. Un acercamiento al otro que la glándula pineal devela e incita por medio de un trabajo interior que jamás se debe olvidar. Nos da otra dimensión de ser y de actuar bajo el influjo de un universo más sublime y quizá más elocuente para el corazón.

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