Venezuela

“Treinta y siete secuestros políticos en un mes”: Orlando Moreno denuncia la nueva ola represiva del régimen de Maduro

El coordinador nacional de Derechos Humanos de Vente Venezuela relata, con detalle y nombres, la escalada de detenciones y secuestros perpetrados por el régimen en octubre de 2025. Una conversación que revela el rostro más oscuro de la represión política en Venezuela

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Octubre de 2025 quedará marcado como uno de los meses más represivos del último lustro en Venezuela. Treinta y siete personas fueron detenidas o, como define Orlando Moreno, “secuestradas” por el régimen de Nicolás Maduro. Entre ellas hay dirigentes de oposición, periodistas, activistas y ciudadanos comunes, arrestados sin orden judicial y trasladados a centros de detención clandestinos o dependencias de inteligencia. Moreno, coordinador nacional de Derechos Humanos de Vente Venezuela, detalla en esta entrevista exclusiva con El Diario de Madrid cómo se articuló la ola represiva que siguió a dos hechos detonantes: la ofensiva internacional contra el narcotráfico impulsada por Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump, y el impacto político que supuso el Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado, líder de la oposición venezolana. En este diálogo, Moreno reconstruye con precisión los hechos, expone cifras inéditas y reflexiona sobre el sistema de persecución política que se ha convertido —según sus palabras— en una “diplomacia de rehenes” sostenida por el terror y el silencio.

“En Venezuela no se arresta: se secuestra”

Orlando, usted habla de secuestros y no de detenciones. ¿Por qué utiliza ese término?

Porque en Venezuela no se arresta, se secuestra. Cuando a una persona la sacan de su casa de madrugada, sin orden judicial, sin derecho a defensa, sin paradero conocido y bajo amenazas, eso no es una detención: es un secuestro. Y eso es lo que ha ocurrido, nuevamente, durante todo el mes de octubre.

Solo en ese mes hemos contabilizado treinta y siete personas secuestradas por el régimen. Es una cifra alarmante. Siete de ellas fueron liberadas después de intensos interrogatorios, y treinta siguen privadas de libertad. Esta nueva ola de represión no es casual; responde a un patrón político.

Creemos que el régimen reacciona a dos factores: la presión internacional que ejerce Estados Unidos, especialmente con las medidas que impulsa la administración de Donald Trump contra el narcotráfico, y el impacto mundial del Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado. Ese reconocimiento fue un golpe simbólico para la dictadura, un recordatorio de que la comunidad internacional ve y escucha al pueblo venezolano.

¿Podría detallar cómo se produjo esa ola de secuestros?

Sí, claro. Nosotros hemos documentado cada caso a través del Comité de Derechos Humanos de Vente Venezuela. Todo comenzó el 4 de octubre de 2025 en el estado Trujillo, con el secuestro de Lewis Mendoza, ingeniero y jefe del comando municipal de Miranda. Funcionarios del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (CONAS) asediaron su casa durante más de treinta horas. Finalmente, Lewis decidió entregarse para no poner en riesgo a su familia.

A partir de ese momento, el patrón se repitió con una precisión escalofriante.

El miércoles 8 de octubre, en el estado Nueva Esparta, secuestraron al periodista Carlos Lesma por publicar en X —la antigua Twitter— un mensaje que decía: “Bienvenidos los marines a Nueva Esparta.” Solo por eso. Tres días después, el 11 de octubre, en el estado Anzoátegui, se llevaron a Orange Tabares, coordinador de Vente Venezuela en la parroquia El Carmen, y también a Ismael Ortiz, coordinador de la parroquia San Cristóbal. Ambos fueron detenidos por el DIGESIN.

Pero el punto más álgido fue el 13 de octubre. Ese día el régimen desplegó una operación simultánea en varios estados del país. En Lara se llevaron a Xiomara Ortiz, coordinadora en la parroquia Guerrera Ana Soto de Juan de Villegas. Entraron a su casa sin orden judicial, violando todos sus derechos. Junto a ella fueron secuestrados su esposo y su hijo. Estas dos últimas personas fueron liberadas después de varios días de retención, sin haber pasado por ningún tribunal ni haber recibido justificación alguna.

¿En qué condiciones se produjeron esas detenciones?

En condiciones de absoluta arbitrariedad. En algunos casos los funcionarios entraban de madrugada, armados, sin identificación visible. En otros, allanaban las casas buscando a un dirigente que no estaba y se llevaban a familiares. Por ejemplo, ese mismo 13 de octubre detuvieron a Luz María Rodríguez, cuñada de una dirigente nuestra, Nereida Loyo, secretaria ejecutiva de Vente Venezuela en el estado Lara. Al no encontrar a Nereida, se llevaron a su cuñada. También a Alexis Jerez, sobrino de Nereida, y a Rafael Mendoza, secretario político de Vente Venezuela en ese estado.

Rafael fue detenido a las tres de la madrugada junto a su esposa, Mirla del Carmen Catire. Dejaron sola a su hija de once años. Su vecino, William, también fue llevado en ese operativo. Todo esto ocurrió en una sola noche, en un solo estado. Y no terminó ahí.

“Una represión en cadena: Guárico, Sucre, Vargas…”

¿Esa jornada del 13 de octubre se replicó en otros estados?

Exactamente. Ese día, en el estado Guárico, detuvieron a Gustavo Montoya, a Naldo Olivares, a La Paz Olivares y a Marielis Carolina Sandoval Zunita. Marielis es esposa de Druval Gonzalo, un afiliado nuestro de Vente Venezuela. La detuvieron simplemente porque no encontraron a su marido. Todos fueron trasladados al centro de detención del municipio Miranda, en Guárico.

En el estado Sucre, secuestraron a Edward Marcano, un joven de veinticinco años. Lo sacaron de su casa en Marigüitar a la fuerza, sin mostrar orden alguna. Y en el estado Vargas, ese mismo lunes 13 de octubre, se llevaron a Daniel Gustavo Peña Aranda, a Dixon del Jesús Rangel, a Rosa Elbeatriz Rodríguez y a Nedriana Belén Cardoso Oropesa. A todos ellos los acusaron de incitación al odio y de terrorismo.

Es una maquinaria de terror. Todo estaba orquestado para sembrar miedo en el país.

“Los interrogatorios son brutales, aunque no siempre dejan marcas visibles”

¿Han recibido denuncias de torturas o malos tratos en este contexto?

Hasta ahora no hemos recibido denuncias formales, pero eso no significa que no las haya. Lo que pasa es que la mayoría de las víctimas o sus familiares tienen miedo. Sabemos que los interrogatorios son brutales. Las personas liberadas cuentan que pasan horas incomunicadas, sometidas a amenazas y presiones psicológicas extremas. No siempre hay golpes visibles, pero hay violencia: verbal, mental, emocional. Muchos son obligados a confesar vínculos o actividades inexistentes.

El régimen utiliza esas detenciones para sembrar el terror. Y cuando los libera, después de días o semanas, lo hace sin documentos, sin presentar cargos, sin nada. Simplemente los dejan ir, con el mensaje implícito de que pueden volver a buscarlos cuando quieran.

“Las cifras son frías, pero detrás hay familias destruidas”

Usted habla de cifras, pero detrás de cada número hay una historia. ¿Qué impacto tiene esto en las familias de los detenidos?

Un impacto devastador. Imagina que a las tres de la mañana llegan hombres armados a tu casa, te encañonan delante de tus hijos y se llevan a tu esposa o a tu hermano. La mayoría de las familias no recibe información durante días. No saben dónde están sus seres queridos ni si los volverán a ver. Algunos padres mayores terminan hospitalizados por la ansiedad, los niños quedan traumatizados. Y aun así, nadie puede denunciar, porque hacerlo significaría arriesgarse a ser el próximo.

Nosotros tratamos de acompañar a las familias, de brindar asesoría y apoyo, pero los recursos son limitados y el miedo es enorme. Lo que el régimen busca es eso: desarticularnos emocionalmente, romper los lazos humanos que sostienen la esperanza.

“La represión se multiplicó después del 13 de octubre”

Después de aquella jornada del 13 de octubre, ¿cómo evolucionó la situación?

Lo que ocurrió después fue una cadena. El 15 de octubre, en el estado Lara, se llevaron a Franklin Ramón Rivero, exsecretario político de Vente Venezuela. Lo detuvo el SEBIN a las seis de la tarde, en la Torre Sisal, parroquia Guerrera Ana Soto. El 16, en el estado Sucre, fue el turno de Luis del Valle Amaiz Ochoa. Lo sometieron a un interrogatorio brutal, y después lo liberaron sin cargos. Ese mismo día detuvieron también a Emilca Mata González. Luis del Valle es el coordinador electoral de Andrés Eloy Blanco y tiene orden de captura emitida por el alcalde de Sucre por unas supuestas pintas y trancas —manifestaciones callejeras— que ni siquiera se realizaron. Es una práctica común: fabricar causas para justificar las detenciones.

A él y a Emilca los mantuvieron retenidos sin acceso a abogados ni familiares. A los pocos días los liberaron, pero siguen bajo vigilancia. El mismo 16, el régimen secuestró a Leonardo José Núñez Salazar, coordinador municipal de Comunicaciones de Andrés Eloy Blanco. Lo acusaron de “actividades clandestinas” por participar en reuniones de jóvenes opositores. Lo llevaron ante el DIGECIM, el órgano de contrainteligencia militar. En ese momento nos informaron que había sido excarcelado, pero tuvimos que confirmar cada detalle porque a menudo difunden información falsa para confundir.

El 17 de octubre la represión volvió al estado Lara. A la una de la madrugada allanaron la casa de la señora Blanca Loaiza, coordinadora de la parroquia La Concepción. Los cuerpos del DIGECIM irrumpieron con violencia, la arrastraron fuera de su vivienda y se la llevaron junto a sus dos hijos. Uno de ellos, José Castellanos, es coordinador juvenil de Vente Venezuela; el otro, Omairo Castellanos, estaba en la casa con su madre. A José fueron a buscarlo incluso en su lugar de trabajo. Todo en un mismo patrón: irrumpen, detienen, incomunican y acusan de terrorismo o incitación al odio.

Las detenciones parecen cubrir casi todo el territorio.

Así es. El 19 de octubre se llevaron a Yorbim García, dirigente social del municipio Rafael Rangel de Isnotú, estado Trujillo. A él lo secuestraron justo el día en que se celebraba la canonización de los beatos José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, como una forma de intimidación pública. También ese día fue detenida Araceli del Carmen Balsa, coordinadora de Gestión Pública en la parroquia Betijoque, en el mismo municipio. El 20 de octubre arrestaron en Mérida a Pedro Fernández, coordinador de Médicos Unidos. Y el 22, en Lara, a Vladimir Alejandro Yépez, secretario político de Vente Venezuela. El 23 de octubre, en Táchira, irrumpieron hombres armados sin identificación en la casa del excandidato presidencial Luis Barlo Farías. Se lo llevaron a la fuerza. Ese mismo día, en Zulia, fue detenido Víctor González, coordinador de Organización del municipio Mara, en la subregión Guajira. Y finalmente, el 25 de octubre, en Caracas, el régimen secuestró a Javier Cisneros, coordinador nacional de Organización Juvenil de Vente Venezuela. Ese es el último caso confirmado hasta la fecha.

En total, treinta y siete personas en un mes. Siete liberadas. Treinta aún en manos del régimen. Ninguna de esas detenciones responde a un procedimiento legal. Son secuestros políticos.

“El régimen golpea donde duele: la dirigencia y sus familias”

¿Existe un patrón identificable en los perfiles de las víctimas?

Sí. Están golpeando directamente a la estructura política de Vente Venezuela y de otras organizaciones democráticas.

Buscan quebrar al liderazgo regional y local, a los coordinadores parroquiales, a la base que mantiene vivo el movimiento ciudadano. En muchos casos, cuando no logran capturar al dirigente, se llevan a sus familiares. Es una forma de presión brutal. Nosotros lo llamamos el “método Sippenhaft”, una técnica nazi que consiste en castigar a la familia del acusado cuando no logran encontrarlo. Este método lo adoptó el régimen desde hace meses, y octubre fue la evidencia más clara: decenas de familiares detenidos sin cargos solo para enviar un mensaje de miedo.

“Hasta ahora no hay denuncias de tortura, pero el silencio no significa inocencia”

Usted mencionó que no hay denuncias formales de torturas. ¿Temen represalias quienes logran salir en libertad?

Exactamente. La gente tiene miedo. Muchos de los liberados son obligados a firmar documentos de confidencialidad o advertencias para que no hablen de lo que vivieron. Las torturas físicas son difíciles de documentar porque los liberan después de varios días, cuando las marcas ya no son visibles. Pero las psicológicas dejan huellas más profundas. Muchos regresan a sus casas sin poder dormir, con ataques de pánico, con miedo a contestar el teléfono. Algunos deciden irse del país inmediatamente. Por eso, aunque oficialmente no tengamos denuncias formales, eso no significa que no haya tortura. Significa que el terror ha funcionado.

“El régimen los desconecta: así intentan infiltrar la resistencia”

¿Qué ocurre con los militantes secuestrados dentro de la estructura de Vente Venezuela?

Cuando confirmamos que alguien ha sido secuestrado, lo desconectamos inmediatamente del sistema. Eso lo hacemos por seguridad. El régimen intenta obtener contraseñas, nombres, contactos, toda la red de comunicación interna. En cuanto alguien cae, se bloquean sus accesos y se cambia todo. Es doloroso, pero necesario para proteger a los demás.

El régimen sabe que Vente Venezuela se ha convertido en la principal fuerza ciudadana del país, y por eso apunta contra nosotros.

“Llevamos un registro: 250 dirigentes secuestrados, 421 en total desde 2024”

¿Tienen cifras actualizadas sobre el total de presos políticos y secuestrados?

Sí. Llevamos una base de datos desde finales de 2024, justo después de las elecciones primarias de la oposición. En total, registramos 421 dirigentes secuestrados por el régimen desde entonces. De ellos, 171 han sido liberados por diversas razones: complicaciones de salud, presión internacional o negociaciones puntuales. Hoy permanecen 250 detenidos. Entre ellos hay 53 mujeres y 196 hombres.

El partido con más presos políticos es Vente Venezuela, con 139. De esos, 31 son mujeres y 107 hombres. Le sigue Voluntad Popular, con 25; Primero Justicia, con 14; Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo con cifras menores. Estas personas no son delincuentes. Son ciudadanos comprometidos, dirigentes comunitarios, activistas que creen en la libertad y en los derechos humanos.

“Trujillo, Lara y Caracas: los epicentros de la represión”

¿En qué regiones del país se concentra la mayor represión?

El estado con más secuestrados políticos es Trujillo. Allí tenemos 35 casos activos, de los cuales ocho son mujeres y veintisiete hombres. Le sigue el Distrito Capital, con once secuestrados —nueve hombres y dos mujeres—. Después vienen Lara, Carabobo, Bolívar, Miranda y Aragua. En Lara hay veinte secuestrados, en Carabobo diecisiete, en Bolívar diecinueve, en Miranda trece. Pero hay que tener claro algo: las excarcelaciones que se producen no son gestos humanitarios. Ocurren porque el régimen necesita negociar, intercambiar fichas o aliviar la presión mediática.

No hay clemencia, solo cálculo político.

“No es un gobierno: es una organización criminal con poder de Estado”

Hay quienes aún defienden la idea de que Venezuela es una democracia con instituciones. ¿Qué responde a eso?

Que es una falsedad. No estamos frente a un gobierno con errores, sino ante una organización criminal con poder de Estado. Y lo digo con toda responsabilidad. Lo que hoy existe en Venezuela es una estructura mafiosa que utiliza las instituciones para delinquir: narcotráfico, contrabando, lavado de dinero, trata de personas, tráfico de armas. El régimen ha convertido al país en un santuario de mafias internacionales. Aquí operan carteles mexicanos, guerrillas colombianas, redes de tráfico de oro, de gasolina y hasta de animales exóticos. Por años denunciamos esto y el mundo miró hacia otro lado. Hoy, por fin, vemos que la presión internacional comienza a hacer efecto.

“La diplomacia de rehenes: más de cien extranjeros secuestrados”

Ha mencionado que el régimen utiliza la “diplomacia de rehenes”. ¿En qué consiste exactamente?

Es simple: secuestran a extranjeros para usarlos como fichas de canje. Actualmente hay más de cien ciudadanos de otros países detenidos arbitrariamente en Venezuela. El régimen los utiliza para negociar favores, acuerdos, alivios de sanciones o simplemente para intimidar. Hace unos días liberaron a un grupo de colombianos. Maduro anunció que fueron dieciocho, pero el Foro Penal verificó solo catorce. Lo hacen para aparentar buena voluntad ante organismos internacionales. Esta práctica no solo viola los derechos humanos, sino también todas las normas diplomáticas. Es terrorismo de Estado.

¿Hay también europeos o españoles entre esos rehenes?

Sí, y eso es muy grave. Actualmente hay tres españoles retenidos y trece venezolanos con doble nacionalidad española. Dieciséis personas que el régimen mantiene como rehenes, y sin embargo el gobierno español no ha hecho nada contundente. Ni siquiera figuras que se presentan como mediadores, como José Luis Rodríguez Zapatero, han alzado la voz por ellos.

“Zapatero no es mediador: es parte del régimen”

En España, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha sido uno de los principales interlocutores del régimen venezolano. ¿Cómo se percibe su papel dentro del país?

Mira, en Venezuela nadie cree que Zapatero sea un mediador. Para nosotros es parte del régimen. La gente lo ve como si fuera un ministro de Exteriores del propio Maduro ante la Unión Europea. No representa imparcialidad alguna. Cada vez que viaja a Caracas lo hace para lavar la imagen del régimen, para presentarlo como un gobierno legítimo cuando en realidad lo que hay es una dictadura. Y, además, nunca se ha pronunciado por los ciudadanos españoles que están secuestrados aquí.

Actualmente hay tres españoles detenidos y trece venezolanos con doble nacionalidad española. Dieciséis personas en total. Ninguna figura internacional ha abogado seriamente por ellos. Ni Zapatero ni nadie. Y lo peor es que el régimen utiliza su presencia como un trofeo diplomático: cada vez que él aparece, Maduro presume de tener el apoyo de Europa. Eso hace un daño enorme, no solo a los presos políticos, sino a toda la causa democrática venezolana.

“Detrás de esos lobbies hay dinero manchado de sangre”

¿Cree que hay intereses económicos detrás de esas mediaciones internacionales?

Absolutamente. En Venezuela nadie se mueve sin dinero de por medio. Todos esos lobbies que defienden al régimen, dentro y fuera del país, lo hacen por beneficios económicos. Y ese dinero está manchado de sangre. Es dinero que proviene del narcotráfico, de la corrupción, del contrabando de oro y de otros recursos naturales. Quien acepta dinero del régimen está participando indirectamente en sus crímenes.

Durante años, Estados Unidos ha denunciado la implicación del llamado Cartel de los Soles en el tráfico de drogas hacia su territorio. Miles de vidas estadounidenses se perdieron por esa red.

Por eso digo: si estás con el régimen, estás con el terrorismo. Si no estás con el régimen, estás con la democracia. Aquí ya no hay matices posibles.

“La diplomacia de rehenes: el chantaje como política exterior”

Volvamos a la diplomacia de rehenes. Usted ha mencionado que hay más de un centenar de extranjeros secuestrados. ¿Qué busca el régimen con ello?

Busca poder y legitimidad. El régimen usa a esos rehenes como cartas de negociación ante gobiernos extranjeros. Los libera a cambio de concesiones, reconocimiento o silencio. Hace unos días liberaron a un grupo de colombianos; Maduro anunció dieciocho, pero el Foro Penal verificó solo catorce. Lo hacen para simular humanidad ante la prensa internacional.

Pero esto no es nuevo. Desde hace años han convertido el secuestro político en una herramienta diplomática. No solo intimidan a los venezolanos: también amenazan a los países democráticos con dañar a sus ciudadanos si critican al régimen. Esa es la definición de terrorismo de Estado.

“Gustavo Petro es el gran defensor de los narcotraficantes de Venezuela”

Ha mencionado a Colombia. ¿Cómo evalúa la relación del régimen con el presidente Gustavo Petro?

Petro es el mayor defensor de los narcotraficantes venezolanos. Su gobierno ha sido condescendiente con Maduro y ha contribuido a blanquear su imagen en la región. En lugar de exigir respeto por los derechos humanos, ha preferido estrechar lazos políticos y económicos. Y mientras tanto, en las cárceles venezolanas siguen desapareciendo activistas, periodistas y ciudadanos inocentes. El régimen se aprovecha de esa cercanía para ganar tiempo y apoyo en organismos internacionales.

“Trump ha puesto al régimen contra las cuerdas”

¿Qué papel ha jugado la administración de Donald Trump en esta nueva fase de presión internacional?

Por primera vez en años vemos al régimen acorralado. La ofensiva contra el narcotráfico que impulsa Trump ha tenido un efecto directo. El régimen siente miedo. Y ese miedo lo lleva a cometer sus peores errores: los crímenes de lesa humanidad. Cuando una dictadura se ve acorralada, reacciona con violencia. Lo estamos viviendo ahora.

Los venezolanos agradecemos esa presión porque durante mucho tiempo estuvimos solos. Hoy, gracias a las acciones internacionales, el mundo vuelve a mirar hacia Venezuela. No pedimos intervenciones ni guerras, pedimos justicia. Pero si esa justicia solo llega con presión, bienvenida sea la presión.

“Una justicia tardía no es justicia”

Hablemos de justicia. Usted ha pedido en varias ocasiones la intervención de la Corte Penal Internacional.

Así es. Nosotros hemos presentado miles de denuncias ante la CPI. Más de diez mil venezolanos han documentado violaciones de derechos humanos ante ese tribunal. Pero la investigación avanza muy lentamente. Una justicia tardía no es justicia. Mientras los criminales sigan libres, seguirán cometiendo atrocidades.

La comunidad internacional tiene que presionar a la Corte para que emita las órdenes de captura contra los perpetradores de crímenes de lesa humanidad. El mundo tiene las pruebas: torturas, ejecuciones, desapariciones, persecución política. Ya no hay excusas para la inacción.

“El régimen secuestra familias enteras: el método nazi Sippenhaft”

Usted mencionó antes el método Sippenhaft. ¿Podría explicarlo?

Es un término alemán que viene de la época nazi. Significa castigo por parentesco. El régimen lo aplica cuando no puede capturar a un dirigente político y entonces se lleva a sus familiares.

En octubre vimos muchos casos así. Detienen a la esposa, al hijo, al sobrino, al cuñado. Es una forma de tortura colectiva y psicológica. El mensaje es claro: “Si no te entregas, tu familia pagará las consecuencias.”

Esa práctica está documentada por organismos internacionales. Y sin embargo, sigue ocurriendo cada semana en Venezuela.

“La transición solo será posible con justicia y liberación de rehenes”

¿Cómo imagina el final de esta situación? ¿Es posible una transición pacífica?

Nosotros seguimos creyendo en una transición pacífica y ordenada. Queremos evitar que el país caiga en una espiral de violencia. Pero esa transición solo será posible si el régimen libera a todos los rehenes, civiles y militares. No puede haber diálogo mientras haya presos políticos. La libertad de los secuestrados es el primer paso hacia la reconciliación nacional.

“La fe sostiene a un país entero”

¿De dónde saca fuerza para seguir en esta lucha?

De la fe y de la convicción de que Dios está con nosotros. Esta ya no es solo una lucha política: es espiritual. Cada día veo cómo la gente sigue en pie a pesar del miedo, cómo las madres rezan por sus hijos desaparecidos, cómo los jóvenes siguen soñando con un país libre. Esa esperanza es indestructible. Mientras haya fe, Venezuela no estará perdida.

“Treinta millones de venezolanos también están secuestrados”

Orlando, cuando habla de secuestrados no se refiere solo a los presos políticos, ¿verdad?

Exactamente. Cuando digo que hay treinta millones de secuestrados hablo de todo el pueblo venezolano. Cada ciudadano que vive bajo este régimen está privado de libertad de una u otra manera: no puede expresarse, no puede trabajar con dignidad, no puede decidir. La gente vive atemorizada, vigilada, controlada por los cuerpos de inteligencia. Ese control va desde lo político hasta lo más básico: la comida, el combustible, los medicamentos.

Y luego están los millones que tuvieron que irse. Gente que no se marchó buscando oportunidades, sino escapando de la persecución o de la miseria. Los venezolanos no emigraron por gusto; huyeron para sobrevivir. Hoy tenemos una diáspora de más de ocho millones de personas repartidas por todo el mundo. Eso también es consecuencia directa de la represión.

“El país se desangra entre el miedo y la pobreza”

¿Cuál es la situación humanitaria actual dentro del país?

Dramática. La pobreza supera el ochenta por ciento. Hay regiones donde la desnutrición infantil es comparable a zonas de guerra. Los hospitales carecen de suministros, los médicos trabajan sin salario digno, las escuelas se caen a pedazos. Y lo peor es que el régimen utiliza la ayuda humanitaria como un instrumento de control político: quien no se somete, no come. Ese es el nivel de degradación que hemos alcanzado.

En muchos estados, además, hay conflictos armados entre grupos irregulares: en Táchira, Bolívar, Apure, Delta Amacuro, Zulia. Son zonas tomadas por guerrillas, por carteles del narcotráfico, por bandas vinculadas a intereses extranjeros. Venezuela se ha convertido en el refugio de todas las mafias del continente.

“Los que están fuera también sufren el secuestro”

¿Y cómo viven esta situación los millones de venezolanos en el exilio?

Con el corazón dividido. Los que están fuera no han dejado de ser prisioneros del régimen, solo que viven su cautiverio a la distancia. No pueden regresar, no pueden reunirse con sus familias, muchos siguen siendo amenazados incluso fuera del país. La diáspora venezolana ha sido heroica: envían remesas, ayudan, sostienen a los suyos desde lejos, pero cargan con una tristeza enorme.

Yo siempre digo que Venezuela está secuestrada por dentro y por fuera. Los que permanecen viven bajo el miedo; los que se fueron viven bajo la nostalgia. Y ambos esperan la misma cosa: libertad.

“La transición pacífica comienza con la liberación de los rehenes”

Insiste mucho en la idea de una transición pacífica. ¿Cómo se puede lograr?

Lo primero es liberar a todos los rehenes. No se puede hablar de diálogo ni de reconciliación mientras haya hombres y mujeres encarcelados por pensar diferente. Esa liberación tiene que ser el punto de partida. A partir de ahí, con garantías internacionales, con justicia y con fe, podrá construirse una transición ordenada.

Nosotros no queremos venganza, queremos justicia. Queremos un país en paz, donde nadie tenga que esconderse por opinar, donde los jóvenes no tengan que huir para soñar, donde los padres no teman ver desaparecer a sus hijos. Esa es la Venezuela que anhelamos.

Orlando Moreno, coordinador nacional de Derechos Humanos de Vente Venezuela, deja su mensaje final con voz serena pero firme: “El tiempo del chavismo se acabó. Solo una transición pacífica, con justicia y con la liberación de todos los rehenes, puede abrir las puertas de una nueva Venezuela.”