Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

Ángela Baldellou (COAM): “El urbanismo es salud pública. Necesitamos un Madrid sostenible y socialmente justo”

Madrid afronta un momento clave en su desarrollo urbano. Ángela Baldellou, directora del COAM, propone un modelo más sostenible, integrador y flexible para responder a los retos del futuro.
Angela Baldellou, directora gerente del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid
photo_camera Angela Baldellou, directora gerente del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid

La Comunidad de Madrid se juega su futuro urbano en apenas dos décadas. En pleno debate sobre cómo acoger a más de un millón de nuevos habitantes antes de 2040, Ángela Baldellou, directora gerente del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), reclama valentía para reformar un urbanismo anclado aún en el siglo pasado. Conversamos con ella tras la jornada “Estrategias territoriales ante la emergencia habitacional”, celebrada en el COAM.

Madrid se enfrenta a un crecimiento demográfico histórico. ¿Está el urbanismo actual preparado?

El urbanismo actual no es adecuado a las nuevas demandas sociales ni a los retos que tenemos que cumplir, ni siquiera en materia de eficiencia energética, sostenibilidad, equidad, inclusión o resiliencia. Estamos planificando desarrollos sobre la base de un modelo urbanístico del Plan del 96. Lógicamente, se ha quedado muy desfasado.

Hay una limitación de suelo enorme. Aunque hablamos de un crecimiento demográfico muy intenso, con más de un millón de habitantes adicionales previstos en diez años, no cubrimos la necesidad con la oferta de vivienda planificada. Incluso sumando los famosos desarrollos del Sureste y Madrid Nuevo Norte, hablamos de unas 240.000 viviendas, cuando necesitamos cerca de 600.000. Eso lo dicen los datos del INE.

¿Por qué es tan difícil poner en marcha nuevos desarrollos urbanísticos?

Primero, por la escasez de suelo gestionado y disponible. Y segundo, por el auténtico embudo burocrático que existe. Todo se retrasa: las licencias, los trámites con proveedores de servicios esenciales como energía o agua… Madrid tendrá que afrontar el reto de dar agua, energía y servicios a un millón de personas más con los mismos recursos actuales. Eso implica, por ejemplo, integrar en el modelo urbano infraestructuras que sean capaces de recoger aguas pluviales, devolverlas al sistema o utilizar materiales que ayuden a absorber y reutilizar recursos.

Hablas de un urbanismo integral. ¿Qué implica eso exactamente?

Cuando haces un planeamiento urbanístico estás situando en un plano un montón de componentes y variables: vivienda, energía, agua, movilidad, comunicaciones, equipamientos… La vivienda representa alrededor del 80 % del tejido urbano, pero esa vivienda necesita mucho más para ser habitable y digna.

En Madrid, cada día se producen 14 millones de desplazamientos. Eso significa que no puedes planificar sin tener en cuenta todo el ecosistema urbano. La tecnología tiene que ayudarnos a monitorizar esos movimientos, para evitar que los nuevos desarrollos generen guetos o brechas urbanas. Lo que tenemos que conseguir es una gran costura urbana, una integración real entre los modelos existentes y los nuevos desarrollos.

Entonces, ¿no basta con planificar barrios nuevos?

No basta. Lo nuevo hay que hacerlo bien y mejor de lo que está previsto, pero tampoco será suficiente. Hay que actuar también sobre el tejido urbano existente. La regeneración urbana es imprescindible. Para eso necesitamos nuevos instrumentos de gestión urbanística, porque los actuales no sirven. Y necesitamos un modelo urbano flexible y versátil, capaz de adaptarse a los cambios sociales y demográficos.

¿Cómo sería ese urbanismo flexible?

Tiene que permitir cambios de usos. En una zona, a lo mejor hoy necesitas un equipamiento educativo y mañana ya no hay niños suficientes. Esa escuela infantil debería poder transformarse en un centro de salud, o en un centro deportivo o de mayores. No podemos aplicar las mismas exigencias dotacionales a zonas ya consolidadas que a suelos nuevos, donde partes de un folio en blanco.

Además, el urbanismo debe permitir espacios públicos versátiles. Hay calles en algunas ciudades que se usan de una manera por la mañana y de otra por la tarde o la noche. Eso es pensar en un urbanismo vivo, dinámico.

Hablas mucho de urbanismo como salud pública. Explícanos esa idea.

El entorno urbano condiciona nuestra salud muchísimo más de lo que creemos. Hay un dato muy potente: el código postal influye más en la esperanza de vida que el código genético. Eso significa que el urbanismo es clave en nuestra calidad de vida.

Otro dato: el 90 % del gasto en salud se dedica a infraestructuras sanitarias, cuando el 80 % de nuestra salud depende de nuestro entorno. Si integráramos todas esas variables en la planificación urbana, veríamos el urbanismo no como un coste, sino como una inversión social. Eso es fundamental para el bienestar de los ciudadanos.

¿Qué papel juega la sostenibilidad en este nuevo urbanismo?

Es esencial. Pero la sostenibilidad no es solo medioambiental, sino también social y económica. El sector de la edificación es responsable de cerca del 40 % de las emisiones. Tenemos desafíos enormes, desde la eficiencia energética hasta la elección de materiales y procesos de industrialización. Todo lo que construyamos hoy estará en pie dentro de cien años, igual que los edificios de hace un siglo siguen en uso. Por eso debemos asegurar que el urbanismo sea eficiente, resiliente y flexible.

Además, necesitamos medir el impacto social de nuestras actuaciones. El espacio público, por ejemplo, es el gran escenario donde se producen las interacciones sociales, y ahí estamos todavía muy flojos en indicadores. Uno de los objetivos clave de Madrid 2050 es establecer un marco común de criterios y dimensiones sobre calidad urbana y definir qué objetivos queremos alcanzar y que parámetros debemos medir para valorar y mejorar el impacto de nuestros proyectos.

¿Se está escuchando al sector profesional en este proceso?

Creo que sí. Madrid 2050 es una plataforma donde están presentes todos los agentes: administraciones, empresas privadas, colegios profesionales, sociedad civil Existe un diagnóstico compartido sobre los retos que enfrentamos. El siguiente paso es ser capaces de proponer soluciones concretas y operativas que ayuden a las administraciones a estructurar nuevos instrumentos urbanísticos y a avanzar en la regulación de cuestiones clave para la transformación del territorio.¿Qué problemas genera la falta de seguridad jurídica?

Muchos. Ahora mismo hay mucha inversión interesada en nuevos modelos habitacionales como el flex living, coliving, senior living o el build to rent. Pero no hay seguridad jurídica. Y sin seguridad jurídica es muy difícil que la inversión llegue con confianza y se quede. No basta con monitorizar la demanda; necesitamos reglas claras y estables.

Además, es fundamental adoptar una mirada abierta a la hora de reservar suelo para nuevos modelos habitacionales. La vivienda, como equipamiento básico, admite múltiples tipologías emergentes que pueden contribuir a mejorar el acceso, especialmente para jóvenes, personas mayores y colectivos con necesidades específicas.

Para terminar, ¿cómo ves Madrid en 2050?

Creo que Madrid tiene la oportunidad de ser un caso ejemplar, no solo para España, sino para otras regiones. La diversidad de nuestro crecimiento nos permite probar diferentes soluciones escalables. Tenemos desde desarrollos de 10.000 viviendas hasta operaciones de 55.000, con enfoques industriales, residenciales o mixtos. Podemos ser un laboratorio urbano que demuestre cómo planificar ciudades sostenibles, inclusivas y saludables.

Pero necesitamos valentía política, instrumentos nuevos y una colaboración sincera entre todos los agentes. Porque el urbanismo, insisto, es salud pública. Y lo que decidamos ahora marcará la vida de millones de personas en las próximas décadas.