España atraviesa en 2025 una crisis profunda y poco visible del tejido productivo, reflejada en uno de los indicadores más fiables de la economía real: los concursos de acreedores. Lejos del discurso oficial de crecimiento y fortaleza económica, los datos de los Registradores de España dibujan un escenario preocupante que afecta de lleno a pymes y autónomos.
Un aumento histórico y sostenido de las quiebras
Durante los tres primeros trimestres de 2025, los concursos de acreedores han crecido un 44,4 % interanual, superando en todos los trimestres el récord histórico que hasta ahora se había registrado en el segundo trimestre de 2023.
Las cifras son contundentes:
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Primer trimestre de 2025: 15.384 concursos (+87,6 %)
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Segundo trimestre: 12.149 concursos (+25,3 %)
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Tercer trimestre: 12.509 concursos (+27,2 %)
En total, 40.042 empresas y autónomos han entrado en concurso en solo nueve meses, frente a las 27.730 del mismo periodo de 2024. Nunca antes se había alcanzado una cifra tan elevada en tan corto espacio de tiempo.
Una crisis estructural, no coyuntural
Los expertos advierten de que este fenómeno no responde a un ajuste puntual ni a una normalización tras la pandemia, sino a una crisis estructural que afecta directamente a la viabilidad de miles de negocios. Los concursos reflejan problemas reales: falta de liquidez, márgenes asfixiados, encarecimiento de los costes financieros y energéticos, presión fiscal creciente, consumo debilitado y un entorno regulatorio cada vez más exigente.
El economista José Ramón Riera lo resume con contundencia: “40.000 empresas destruidas en nueve meses es una auténtica catástrofe. Si la economía estuviera tan bien como dicen, no estaríamos batiendo récords históricos de concursos trimestre tras trimestre”.
Las pymes, las más golpeadas
Según Riera, las principales víctimas son las pymes y micropymes, cuya estructura financiera es más vulnerable. Factores como la subida del salario mínimo interprofesional y el incremento de los costes energéticos han impactado directamente en su línea de flotación. “Son costes que no pueden repercutir en precios y acaban provocando pérdidas que obligan al cierre”, señala.
Un indicador que anticipa más problemas de empleo
Los concursos de acreedores no solo reflejan la situación actual, sino que anticipan tensiones futuras en el mercado laboral. Cada empresa que entra en concurso implica destrucción de empleo, menor inversión y debilitamiento del tejido económico local.
“Los concursos no mienten”, insiste Riera, quien subraya que este indicador es mucho más fiable que otros datos macroeconómicos, ya que mide directamente la capacidad real de las empresas para sobrevivir.
Choque entre relato oficial y realidad empresarial
Mientras el Gobierno insiste en cifras récord de empleo y crecimiento del PIB, los datos de quiebras evidencian una realidad paralela que afecta al corazón de la economía productiva. “Cuando cierran empresas, no hay propaganda que lo tape”, concluye el economista.