En España ocurre algo que desafía toda lógica: hay provincias donde el número de personas que cobran prestaciones por desempleo supera al de los parados oficialmente registrados. Según los últimos datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en julio de 2025 la situación se repitió en nueve territorios:
- Huelva (135 %).
- Almería (125,3 %).
- Jaén (114,3 %).
- Baleares (114,3 %).
- Soria (107,5 %).
- Huesca (105,6 %).
- Teruel (105,2 %).
- Cáceres (102,5 %).
- Castellón (100,5 %).
Esto significa que, en esas provincias, se pagaron prestaciones a más personas de las que figuran oficialmente en las listas del paro. El caso más llamativo se da en Baleares, donde este año la tasa de cobertura no ha bajado del 100 % en ningún mes, llegando incluso a superar el 360 % en enero.
El Gobierno apunta a los fijos discontinuos
La explicación oficial es clara: el aumento de los fijos discontinuos, trabajadores con contrato indefinido pero con actividad intermitente, estaría detrás de esta paradoja. Cuando quedan inactivos, no figuran como parados en las estadísticas, pero sí tienen derecho a cobrar prestación si cumplen con los requisitos de cotización.
La reforma laboral de 2021 incentivó este tipo de contrato como alternativa a la temporalidad. Hoy se calcula que más de un millón de trabajadores en España tienen esta modalidad, con fuerte presencia en el turismo, la agricultura y los servicios subcontratados.
El SEPE estima que en lo que va de 2025 una media de 110 000 fijos discontinuos inactivos cobraron prestación cada mes, frente a apenas 40 000 en 2019. Si se contabilizasen como parados, la tasa de desempleo sería un 31% más alta, rondando los 3,15 millones de personas.
Las críticas: ¿transparencia o maquillaje estadístico?
Para el Ejecutivo, el sistema refleja una mayor estabilidad laboral: los fijos discontinuos tienen contrato indefinido y, por tanto, no deben engrosar las listas del paro cuando están inactivos.
Sin embargo, analistas y economistas cuestionan esa lectura. El gasto en prestaciones por desempleo ha subido un 6,5% interanual, a pesar de que el Gobierno presume de mínimos históricos en las cifras de paro. La contradicción alimenta la sospecha de un maquillaje estadístico.
El analista económico José Ramón Riera, en un reciente vídeo en su canal, fue tajante:
“En provincias como Huelva, Baleares o Almería, en pleno mes de julio, hay más personas cobrando el paro que paradas registradas. Esto no es temporada baja, es manipulación. El Gobierno no cuenta a los fijos discontinuos como parados, pero sí pagan sus prestaciones. Es una barbaridad y un engaño a los españoles”.
El coste en confianza
El debate no es menor. Las cifras de paro son un termómetro fundamental para medir la salud de la economía y orientar políticas públicas. Si la metodología oculta parte de la realidad, el riesgo es doble: por un lado, se deteriora la confianza de los ciudadanos en las estadísticas; por otro, se construyen políticas sobre datos que no reflejan el mercado laboral real.
Los expertos advierten que el uso masivo del contrato fijo discontinuo ha creado una zona gris: trabajadores con contrato indefinido, pero sin empleo efectivo durante meses. Una categoría que, en términos de vida real, se asemeja más al paro que a la ocupación.
¿Éxito o espejismo?
España vive un momento de récord en afiliación y reducción del paro registrado, pero los números esconden una paradoja que cada vez resulta más difícil de explicar. Mientras en la estadística oficial hay menos desempleados, en la realidad hay más personas cobrando prestaciones que nunca.
La pregunta de fondo sigue sin respuesta: ¿estamos ante un éxito real de la reforma laboral, que ha estabilizado a cientos de miles de trabajadores, o ante un espejismo contable que vende mejoras ficticias mientras aumenta el gasto en desempleo?