Prisma Internacional

De Viena a Madrid

Los hechos sucedidos en la etapa final de la Vuelta ciclista a España han sido un espectáculo bochornoso, violento y radical, una exhibición pública lamentable que degeneró en una vulgar manifestación antisemita  liderada por una turba inclasificable.

El 12 de marzo de 1938, las tropas alemanas, tras una serie de amenazas a las abandonadas y derrotadas autoridades de Viena, cruzaron la frontera austriaca y completaron el Anschluss (anexión en alemán). Nadie movió un dedo por Austria y se consumó un hecho atroz. La locura se apoderó del país y la emoción por ver entrar triunfantes a los nuevos amos de Austria embargó a casi todos los austriacos. “¡De la noche a la mañana! Todo sucedió de la noche a la mañana”, así definía la entrada de los nazis en Viena una testigo de excepción, Erika, judía vienesa al cien por cien. 

Unos días después de la entrada de las tropas alemanas y con todo el país ya sometido, el 15 de marzo de 1938, entraba en la capital austriaca, Viena, un triunfante Adolfo Hitler al frente de sus tropas, siendo recibido, en un ambiente eufórico y henchido de patriotismo, por el populacho vienés y aclamado en todos los lugares por donde pasaba con euforia, emoción y alegría. 

Ese ambiente sórdido, como prólogo que ya anunciaba lo que estaba por venir, se apoderó de toda Austria y en Viena, llevados por la emoción de la triunfante entrada de su Führer, miles de vieneses, con porras y palos, obligarían a los judíos a limpiar las calles de la ciudad en unas imágenes que todavía insultan a la humanidad y al alma austriaca. “Agradecemos al Führer que por fin haya dado trabajo a los judíos”, gritaba la chusma envalentonada que actuaba ayudada por la Gestapo y los camisas pardas. El 23 de marzo de 1938, el corresponsal del New York Times en Viena escribía: “En las primeras dos semanas, los nacionalsocialistas han conseguido aquí someter a los judíos a un trato de mayor dureza de lo que habría sido posible en Alemania en el curso de varios años”. Los  nazis y sus simpatizantes, radicalizados por la anexión de Austria, estaban fuera de sí y arrasaban cualquier vestigio de la vida judía vienesa de siglos, mientras las autoridades hacían la vista gorda y jaleaban a los violentos.

Madrid, septiembre de 2025, la Vuelta ciclista a España tiene que ser suspendida porque una turba de miles de sujetos conformada por grupos radicales propalestinos, perfectamente organizados y sincronizados para impedir la celebración de la última etapa de esta competición deportiva, arrasan con las vallas, carteles de publicidad, mobiliario urbano y toda la infraestructura  preparada para recibir a los ciclistas participantes y sus acompañantes en este evento. Al grito de “perro judío asesino”, los ciclistas del equipo israelí participante en la vuelta, Israel-Premier Tech, han sido recibidos en varias ciudades de España, donde podían encontrarse pintadas con rótulos del tipo “Hamás mátalos” o “Judíos asesinos”. También durante el itinerario de esta competición, como una muestra de mal gusto, aparecieron dibujadas en las carreteras por donde circulaba la vuelta banderas israelíes sin la estrella de David y, en su lugar, aparecían esvásticas. 

Al igual que en Viena en 1938, las autoridades españolas, con su presidente de Gobierno al frente, Pedro Sánchez, han jaleado, tolerado y permitido todos estos hechos, llegando a sugerir que para evitar todos los incidentes que se han estado produciendo durante la Vuelta ciclista, el equipo israelí debería retirarse, algo que no aceptaron sus ciclistas porque sería la salida más ignominiosa a un problema creado artificialmente. El nivel de fariseísmo del Ejecutivo español, que construye su supuesta bondad propia con la maldad ajena, ha pasado todas las líneas rojas porque ha sido su discurso antisemita, contrario a Israel desde el ataque de Hamás al Estado hebreo y tolerante hacia un sinfín de muestras y actos claramente antisemitas, el detonante de todas estas protestas, de las que dicen sentirse muy orgullosos.

Aparte de que los hechos por sí mismos, desorden público por medio y ataques salvajes a la policía -hay 22 policías heridos que ni siquiera han sido visitados y atendidos por las autoridades-, son deplorables sin necesidad de usar más eufemismos, la imagen internacional de España está por los suelos. Un amiga judía me escribe desde Bogotá si Madrid es todavía una ciudad segura para los judíos y que si existe la posibilidad de que pueda ser atacada en su próxima visita familiar a la capital de España. No sé qué responder a estas alturas. Como en la Viena de 1938, cualquier cosa ya puede pasar en Madrid, mientras Sánchez se siente pletórico por la actuación de su turba. No es para menos, se han comportado como unos buenos nazis, y han conseguido poner a los judíos en el punto de mira de la diana del nuevo discurso del odio de esta izquierda antisemita y antisionista que primero señala, luego apunta y finalmente dispara.