La Comisión, el Consejo, el Gobierno y todos los órganos europeos habidos y por haber han llegado a la conclusión de que estamos indefensos. Ha sido cosa de días, los que ha tardado Trump en decir que pasa de la OTAN, que Europa está caduca y que apechugue con sus gastos.
Como consecuencia de la orfandad sobrevenida se ha organizado un furor armamentista de mil pares de demonios. De repente tenemos que sacar 800.000 millones de la cartera para armarnos hasta los dientes. ¿Y de quién tenemos que defendernos? No del Islam, ni de Persia, ni de India ni del Magreb, ni siquiera de los EE.UU, que una cosa es que nos rechacen y otra que nos bombardeen. No, tenemos que defendernos de Rusia.
Pero sucede (recuerdo por si no se han dado cuenta) que Rusia es una potencia nuclear, con miles de cabezas atómicas. Frente a Rusia, los tanques, misiles, tropas y logística europeos serían como aquel gigantón árabe, vestido de negro, que agitaba en salvajes remolinos su tremendo alfanje frente a Indiana Jones. Toda su fiereza se vio liquidada con un simple disparo de revólver.
Para oponerse a Rusia, de verdad, no de cachondeo (hay cachondeos trágicos) habrá que hacerse con un arsenal de armas nucleares, tan capaces de destruir el vasto imperio con el vasto imperio de destruirnos a nosotros. Es lo que ha mantenido el equilibrio entre rusos y americanos desde hace 80 años; el equilibrio del terror. Porque no hay otra. En caso de guerra, o igualas o palmas. Y si Rusia no ha engullido Ucrania ha sido porque, junto a ella, estaba el primo de Zumosol. Ahora se la repartirán Y a la UE, Putin ni nos mira.
Estamos, pues, a punto de abordar el esperpento más patético de nuestra historia. ¿Cerrar las centrales nucleares en España, las que nos calientan y son baratas? Ya mismo. ¿Abominar de la energía atómica con fines pacíficos? Eso siempre, ningún verde se apartaría de la recta senda (Teresa Ribera lo garantiza) Ahora bien…tendremos que empezar a pensar ya en la bomba atómica. No a la central de Almazán; si a los cohetes con cabeza nuclear.
Eso o ponernos en manos de Inglaterra, que nos desprecia, que se ha ido de la UE con mueca de asco, y cuya mísera potencia nuclear no le impediría, llegado el caso, desaparecer de la faz de la tierra en 24 horas, la isla enterita. O en las bombas de Macron, que deben estar más obsoletas que sus centrales. Frente al potencial nuclear ruso, dos cagarrutas de mosca, que además van por libre.
Así que habría que hacerlo bien. Un arsenal nuclear no se improvisa, es cosa de bastantes años. Asumir la tecnología, implementarla, construir las fábricas, hacer los cohetes…Y eso si te dejan montarlo y no te dan un pepinazo preventivo.
A nosotros las invasiones nos vinieron siempre por el sur. Las posibilidades de encontrar un ruso en España se limitan a la costa y sus devaneos. Y ahora que no tienen dinero, ni eso. Pero nos hemos hecho socios de un club en el que, de repente, entre los cagados de siempre, los belicistas de nuevo cuño, los acomplejados de su pasado y los pasotas, nos van a traer a mal traer, si no promueven nuestra ruina directamente. ¡Cómo tiene que ser la cosa de chunga para que coincida, por una vez, con los de Sumar, Podemos y todo el rojerío descerebrado!
Pero vamos, tranquilos todos, que Sánchez nos venderá la bomba como “elemento disuasorio de solidaridad europea”, llegando incluso a bautizarla (en honor al nombre de la gran presidenta que nos gobierna) como “bomba ursulina”…un detallazo.