A Contrapelo

Tim Behrens, Londres, Lucian, La Coruña (II)

Lucian 

En el capítulo anterior de esta semblanza poníamos de relieve el carácter inquieto y precoz de nuestro artista, el más joven dentro de esa adscripción de pintores figurales surgidos en la penumbra de la posguerra, que marcaron el compás artístico de la Inglaterra de segunda mitad de SXX.

Tim Behrens, Lucian Freud, Francis Bacon,Frank Auerbach y Michael Andrews, pintores de La Escuela de Londres.
Tim Behrens, Lucian Freud, Francis Bacon,Frank Auerbach y Michael Andrews, pintores de La Escuela de Londres.

Es en esos años que preceden al ingreso en la prestigiosa Slade School of Fine Art donde Behrens va conformando una personalidad artística intuitiva y errante, de naturaleza inquieta, investigando en el uso de línea y color el desarrollo de un arte de pulsión expresionista y pincelada impaciente, que todavía presenta medrosas evasivas para la representación de la figura humana (ironía provisional, pues ésta sería, en el futuro, rasgo distintivo de su obra: personas y perros).

Behrens empieza a pintar recién terminada la guerra, a medida que crece el interés de su padre por el coleccionismo; visitan juntos las galerías del West End londinense, donde todavía el expresionismo abstracto americano no ha impuesto su nueva hegemonía y la escuela de Paris y Barbizon reinan en los escaparates de marchantes y galerías.

 Adquieren para la colección familiar un Corot, y un Balthus, entre otras obras destacadas.

En esta etapa de la impronta, se van diluyendo las reticencias para representar figuras humanas, al mismo tiempo que se afianzan los referentes pictóricos de la juventud, soldándose a su arte de por vida: Primero Matthew Smith, el gran pintor británico epígono de Matisse y las tinturas fauvistas, del que aprehende esa utilización tan audaz del color: fulgente, luminoso, intenso, aplicado directamente del tubo sin mezcla.

Más tarde el artista bohemio Bateson Mason, ejemplo de juventud, el pintor caminante que viajó por el continente y huyó de la medianía, mostrando su arte en los círculos más exclusivos y en los fondos menos transitados. El que firmó Fulham by Moonlight en 1949.

Pincel de pintor y ojos de poeta, su sello pervivirá hasta el final en la pintura de Behrens.

En este punto del relato, sin miedo a caer en el cliché, es obligado hablar de Lucian Freud y la Escuela de Londres, porque contar la historia de Tim Behrens sin mencionar a Freud, resulta imposible y además sería alumbrar una crónica inexacta.

Ambos se conocen en la Slade, donde Freud imparte docencia (Lucian tiene 33 años en ese momento y es ya toda una deidad dentro del Star System artístico, con representación en las grandes colecciones británicas y dos cuadros en la Tate), en un momento de transición dentro de la institución, academia canónica en la enseñanza del dibujo.

T. Behrens despierta el interés del profesor, que poco después firma un retrato magistral del joven pelirrojo, surgiendo entre ellos una intensa relación personal, una amistad más allá de la vida académica, que dura casi ocho años.

Se ven prácticamente a diario para pintar frenéticamente, conversar y beber, adentrándose en las noches del Soho hasta el amanecer.

   La leyenda en torno a Lucian Freud es vasta y sensacionalista - la verdad es que el personaje derrocha materia para el mito -mezcla de genio incontrolable, prodigio adolescente idolatrado por Peggy Guggenheim, y biografía de ego turbulento y conducta despiadada.

En ningún otro artista de su era se remarca con tal crudeza la línea entre la grandeza creativa y la sombra del propio carácter.

Entre toda la hagiografía a la que ha dado lugar el genio del alemán, destacan con especial interés los relatos de los grandes críticos como William Feaver, Geordie Greig o Martin Gayford (Man with a blue scarf es todo un ensayo de conclusiones del análisis psicológico al que se someten mutuamente los personajes (retratado y retratista) en los meses que el escritor posa en taller de Kensington Church Street).

Entre los numerosos ensayos dedicados a Lucian Freud —a medio camino entre la crítica estética y la consabida biografía— cabe destacar, por su originalidad y agudeza, el artículo que dedica Julian Barnes al autor en London Review of Books, en diciembre de 2013.

En una parte sustancial de dicho artículo, Barnes deja deliberadamente de lado la materia puramente pictórica para internarse con determinación en los contornos de la personalidad de Freud, tomando como eje una antigua dicotomía ontológica: La del ser episódico frente al ser narrativo.

Barnes describe a Freud como un ser excepcionalmente episódico, lector avezado de Nietzsche, que consideraba la existencia como una concatenación fragmentaria, sin más consecuencias que las que emanan de nuestros actos del jueves pasado.

Lucian menospreciaba a las clases medias y su vida social oscilaba en una bipolaridad aparentemente irreconciliable: Por un lado, las damas de la aristocracia londinense de mediados del siglo XX; por el otro, los corredores de apuestas y el lumpen de los suburbios más sombríos.

Esta concepción fragmentaria del ser impregnaba todas las dimensiones de su existencia: Negaba la idea de libre albedrío, rechazando la noción de la vida tras la muerte.

Sopesaba el luto como un ritual vacío, y abominaba los métodos anticonceptivos por considerarlos una aberración. De hecho, tuvo catorce hijos reconocidos —aunque hay crónicas que elevan esa cifra por encima de los cuarenta.

Así también, su clima predilecto era el irlandés, por mutable e impredecible.

Sigue siendo un enigma por qué se quebró de manera tan abrupta la relación entre Tim Behrens y Lucian Freud, pero lo cierto es que la influencia recíproca dejó una marca indeleble en las obras de ambos artistas.

En el próximo capítulo, acompañaremos a nuestro protagonista en su aprendizaje tardío, ya como desertor de la Escuela de Londres, hasta desembarcar en La Coruña, donde Behrens vivió 30 años, hasta su muerte en 2017.

Precisamente allí, en estos meses de mayo y junio, una muestra antológica titulada Solo Show le rinde merecido tributo al gran artista y escritor, inglés por nacimiento, coruñés por decisión del alma.