Como las olas de calor llegan a Europa, que vienen y se van con sigilo, las olas del antisemitismo vienen y van en los últimos tiempos, pero estas vienen para quedarse y, además, son contagiosas. Empujados por el odio a Israel, echando bilis y exhibiendo su demagogia barata sin ningún pudor, el nuevo antisionismo es el viejo antisemitismo, el de siempre, no se vayan a engañar. Luego mienten, manipulan, deforman, construyen un relato absolutamente falso de lo que realmente está ocurriendo y, lo peor del caso, es que mucha gente les cree porque los medios al servicio de la causa difunden impunemente sus mentiras.
Una de esas grandes mentiras es el mito de los 61.000 supuestos muertos en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás asesinó a casi 1300 israelíes y secuestró a 251, la mayoría de ellos asesinados durante su cautiverio, hasta ahora, y que es repetido miles de veces en todas nuestras cadenas, emisoras de radio y medios escritos, porque, ya se sabe, como dijo ese gran maestro del antisemitismo Joseph Goebbels, una mentira repetida mil veces acaba equivaliendo a una verdad y la masa estúpida se la acaba creyendo.
Pero en fin, volviendo a las novedades, conviene recordar algunos de los gestos más significativos de este auge del antisemitismo en este tórrido verano. Para comenzar la temporada, en plena campaña mediática contra Israel por el “genocidio en Gaza”, la compañía aérea Vueling expulsó de unos de sus vuelos Valencia-París a un grupo de jóvenes judíos por cantar en hebreo y después de llamar a la policía para que expulsara a los “terroristas”, una de las monitoras del grupo fue detenida de una forma abusiva, violenta y brutal por varios agentes que la redujeron en el suelo para después esposarla como una peligrosa delincuente. El responsable de este hecho, el piloto de Vueling Iván Chirivella, fue profesor de los pilotos terroristas del atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas. Al justificar el deplorable atropello contra los adolescentes judíos, el piloto nacionalsocialista consideró que el grupo era un peligro para la seguridad del vuelo sin ofrecer excusas de ningún tipo. Ya se sabe, como dicen en rancio castellano, de la casta le viene al galgo.
El ministro Puente, Iberia, la Judería de Daroca...
En plena polémica sobre el asunto, con el foco puesto en la compañía Vueling por su pérfida acción, el ministro de Transportes de España, el inefable Oscar Puente, justificó la misma desautorizando al grupo de judíos a los que definió como “niñatos israelíes”, para tratar de justificar la acción. La autoridades francesas, concretamente su Ejecutivo, condenaron las palabras de Puente y tildaron las excusas dadas por Vueling para desalojar a los jóvenes judíos como vulgares delincuentes como insuficientes. Llamar israelíes a los judíos es una muestra de ignorancia, pero, a su vez, de antisemitismo.
Siguiendo la estela de Vueling, la compañía española Iberia toleró que en uno de sus vuelos los pasajeros de Buenos Aires a Madrid se vieran sorprendidos con que en su menú Kosher alguien colocara unas banderitas con el rótulo de “Free Palestine” sin que nadie les diera una respuesta por semejante afrenta tras pagar un buen puñado de dólares por sus billetes. Iberia, al día de hoy, no ha dado una respuesta ante estos hechos y no cabe duda de que dentro de su personal anida la animadversión hacia los judíos.
A esta catarata de actos bastante desafortunados en España, se le vinieron a unir otros dos hechos. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Asturias, la fuerza gobernante en España en coalición con los partidos antisemitas Sumar y Podemos, ha solicitado que la propiedad que alberga a la comunidad judía en Asturias sea expropiada para que los judíos paguen por sus crímenes en Gaza. Ya no se habla de Israel, ni de sus responsables políticos, sino que todos los judíos, como en la época nazi, deben de pasar por caja y ser sacrificados en la pira colectiva por sus “pecados”. Nadie dentro del infame gobierno más antisemita de la historia de España, presidido por Pedro Sánchez, ha denunciado ninguno de estos hechos, sino más bien lo contrario: son la necesaria “respuesta” social a los diabólicos judíos. Deben ser ya gaseados sin más dilación, piensan en el Palacio de la Moncloa.