La comunicación política, es sin duda un eje vertebrador de las sociedades democráticas, se enfrenta constantemente a transformaciones. Pero es la primera vez que se enfrentará una transformación radical impulsada por la descentralización tecnológica y las demandas sociales de mayor transparencia e inclusión. La evolución de la “web” y la llegada imparable de plataformas descentralizadas están delineando un futuro donde los ciudadanos recuperan el control sobre sus datos, su identidad digital y su relación con los actores políticos. Sin embargo, para comprender este presente y anticipar el futuro, es fundamental mirar atrás y entender de dónde viene la comunicación política.
Desde la Hispania romana, los mensajes políticos han sido herramientas clave de poder. Monedas acuñadas con símbolos de autoridad imperial no solo cumplían una función económica, sino que servían como soporte propagandístico, tal y como detalla Liborio Hernández Guerra en su estudio sobre el papel de la moneda en aquella época. En Pompeya, las campañas electorales ya se desplegaban sobre los muros de la ciudad, con inscripciones que promovían a los candidatos, una práctica descrita por Fernando Lillo Redonet y que anticipaba los carteles electorales modernos.
Con la llegada de la Edad Media, este tipo de comunicación evolucionó bajo el control monárquico y religioso. En Castilla, textos como el Libro de los Doce Sabios, analizado por François Foronda, buscaban legitimar el poder real mediante mensajes cuidadosamente estructurados. Estas estrategias, limitadas a las élites alfabetizadas, destacaban por su carácter exclusivista, una característica que la imprenta y el Renacimiento comenzarían a democratizar.
El salto definitivo llegó con el periodismo en el siglo XIX. La prensa periódica marcó un antes y un después en la difusión de mensajes políticos, permitiendo influir en un público mucho más amplio. Según Gisèle Cazottes, los periódicos no solo informaban, sino que establecían agendas y daban voz a ideologías en una sociedad cada vez más politizada. Este cambio sentó las bases de lo que hoy conocemos como comunicación política masiva.
Pero sin duda el siglo XXI es en el que se ha acelerado todo. La web que denominaremos web2 centralizó la comunicación política en redes sociales y móviles como Whatsapp, Facebook y Twitter. Si bien estas herramientas abrieron nuevas posibilidades de alcance, también dieron lugar a escándalos como el caso de Cambridge Analytica, que evidenció cómo los datos podían ser manipulados para influir en procesos democráticos.
Un futuro descentralizado
La comunicación política no tendrá otra opción que abordar una transformación radical impulsada por la descentralización y la perdida de control de empresas y gobiernos, por la demandas social de mayor transparencia e inclusión. La evolución de las plataformas descentralizadas están delineando un futuro donde los ciudadanos recuperan el control sobre sus datos, su identidad digital y su relación con los actores políticos. Después de unos primeros años en los 2020, el bloqueo de voces en Redes Sociales, la censura de interacciones con determinadas voces, ha hecho que muchos sean bloqueados de las redes sociales o al menos llebados al “rincon de pensar”, donde pueden rectificar actitud o ser desprovistos de tener voz y también de fuentes de ingresos.
Desde los primeros pasos con la web1, una web con empresas como Terra o Tuenti, donde la información comenzó a fluir sin restricciones, hasta la web2, marcada por el protagonismo de las redes sociales como Facebook o Twitter, la comunicación política ha vivido cambios profundos. Sin embargo, este recorrido no ha estado exento de polémicas. Escándalos como el caso de Cambridge Analytica y las filtraciones de los "Facebook Papers" han evidenciado los riesgos de la centralización, desde la manipulación de datos hasta la priorización de beneficios económicos sobre el bienestar social.

Pero con un modelo donde nadie esta contento, muchas voces reclaman el derecho a poder hablar y opinar donde indican que se ven fuera. Otras voces se alzan contra la llegada a Twitter de Elon Musk y el cambio de filosofía y nombre a X. Es algo que ha dado gasolina a ese modelo descentralizado que promueve la web3 plantea un cambio de paradigma. Redes como Mastodon, Lens o Farcaster, construidas sobre blockchain, están desafiando la lógica tradicional al ofrecer a los usuarios el control total sobre su identidad y datos. Esta estructura descentralizada no solo elimina intermediarios, sino que también promete un entorno donde las interacciones entre políticos y ciudadanos sean directas, auténticas y libres de censura. Como usuario de Farcaster y en donde Skiller Academy ademas ha trabajado en una guia destacando los cambios. Esta red es aspirante a cambiar radicalemente el terreno de juego. Se podrán encontrar “influencers” que no se podrá callar o modular sus mensajes, y con los activos digitales descentralizados, tampoco se podrá bloquear los mismos. Algo que podría cambiar el paradigma de “prohibición/regulación” a “educación” sobre el nuevo entorno.
Un nuevo modelo de interacción y personalización
La descentralización no viene sola y afecta la distribución de la información, sino también la forma en que se diseñan y entregan los mensajes políticos. Esa nueva web3 viene con la inteligencia artificial bajo el brazo y los algoritmos avanzados, es posible personalizar los contenidos según los intereses y valores individuales de cada ciudadano. Esa combinación abre la puerta a una comunicación política más relevante y efectiva, transformando campañas generales en diálogos significativos pero en vez de necesitar un equipo humano de gran tamaño. La IA permitirá tener fuerza laboral “digital” con lo que el riesgo de una persona con toda la teconología a su disposición, pueda llegar a millones de personas y competir con medios tradicionales.
Las plataformas descentralizadas ofrecen a los ciudadanos herramientas para configurar sus preferencias y elegir el tipo de contenido que desean consumir. Este nivel de personalización será clave si es bien utilizado, fomentará un intercambio bidireccional que reduce las fake news y refuerza el compromiso ciudadano.
Pero pieza clave, la financiación, que también está evolucionando. Los tokens y las criptomonedas están introduciendo modelos de incentivos que premian la participación activa en debates públicos, propuestas políticas o incluso la supervisión de políticas implementadas.
Desafíos y oportunidades en la construcción de una democracia digital
El camino hacia una comunicación política descentralizada no está exento de retos inevitables. La accesibilidad tecnológica, la regulación de entornos descentralizados y la sostenibilidad de las tecnologías emergentes representan obstáculos significativos. Sin embargo, desde las organizaciones, los gobiernos, con centros de investigación y formación, con una inversión adecuada en educación digital y una colaboración estrecha entre desarrolladores, legisladores y la sociedad civil, nos llevará a un nuevo escenario de libertad.

Hacia una comunicación política basada en valores
La descentralización en la comunicación política no es solo una cuestión tecnológica; es un reflejo de las aspiraciones colectivas de una sociedad más libre, justa, inclusiva y participativa. Este nuevo paradigma empodera a los ciudadanos y redefine el rol de los actores políticos, al menos de los que apuestan un enfoque más transparente y libre.
El futuro de la comunicación política se encuentra en un horizonte donde la tecnología y los valores democráticos convergen. La descentralización tiene el potencial de transformar la política de Roma en un esfuerzo colectivo, donde cada voz cuenta y donde la transparencia y la confianza son los pilares fundamentales de una democracia digital inclusiva.