Cápsulas viajeras

Un pájaro libre deja el nido

Desde que era niño soñaba con cruzar el Océano Atlántico; esa inmensidad de agua que conecta dos mundos. Quería sentirme como un pájaro que deja su nido, volando alto, sin camino de vuelta. Quería ir lo más lejos que mis fuerzas me lo permitieran, deseaba con todo mi corazón experimentar la libertad de las aves, ser como ellas, siguiendo los vientos, explorando lo insospechado. 

El día de cumplir ese sueño llegó al finalizar la primera década del 2000. Atravesé el Atlántico y llegué a Montevideo, Uruguay, un 7 de noviembre de 2009, cuando el país estaba viviendo un proceso de transición política. Pepe Mujica estaba a punto de ganar las elecciones para la presidencia del país. 

Fue la primera vez que me vi frente a mi nueva realidad. Debía entender que de ahí en adelante viviría en muchos lugares, ¡quién sabe adónde me llevaría esa aventura de andar por el mundo! Así que debía ser empático. Esa es la mejor manera de conectar con la gente. No se puede ser un viajero si no eres capaz de hablar con las personas. Es como si fueras un relacionista público y sufrieras de timidez.

Por aquellos días era el tema de moda. Corrían tiempos de renovación en el país, decían los uruguayos, que veían en acenso la campaña de José Mujica; “Pepe”, como le llamaba la mayoría, quien era el más opcionado para ganar las presidenciales. 

El día de las elecciones estuve allí con ellos como un uruguayo más, siguiendo el cubrimiento por televisión. A medida que transcurrían las horas la tensión aumentaba. Yo, ajeno a la política y a las promesas democráticas, no daba mucho crédito a lo que sucedía. Por el contrario, mis compañeros hablaban de la llegada de un gobernante vanguardista con muchas iniciativas determinantes para el cambio. Era un hombre cercano a la gente. Un nuevo líder que se hacía llamar “Pepe”, para los amigos, y José Mujica para los políticos. Un hombre nada pretencioso cuyo sencillo estilo de vida se reflejaba en su cotidianidad. Viajaba en su escarabajo Volkswagen de 1987 y conducía un tractor para trabajar la tierra donde vivía en su austera casa de campo.

Ese mismo día, 29 de noviembre de 2009, todos saltaron de alegría en la sala del hostel. La ciudad estaba delirando: miles en las calles agitaban banderas blancas y celestes. Había tanto júbilo que no pude contener mis ganas de salir a celebrarlo. Recorrí toda la costanera de la playa escuchando cláxones ensordecedores en una caravana de coches y personas que se dirigían a la Plaza Independencia, la más importante, ubicada en el centro de la ciudad, en donde se celebró la elección del nuevo presidente de Uruguay, Pepe Mujica. 

Aquella noche sentí el éxtasis político en su clímax. Que ese acontecimiento haya coincidido con el inicio de mi viaje fue pura cosa del destino. En ese momento de mi vida, luego de elegir que sería un viajero, lo que menos me importaban eran los políticos. Pero hoy pienso todo lo contrario, si me importan, y mucho, de sus decisiones depende el bienestar de un país.

Mujica siempre reiteraba que la política no debe ser una profesión para hacer dinero, de la cual se vive, debe ser una pasión para servir y para la cual se vive. Entiendo que, como todo político, y con tanta diversidad de opinión, en su mandato sumo tantos adeptos como detractores. Pero como decía Pepe “Una cosa es vivir porque se nació o vivir por una causa”. Lo digo como lo siento, con lágrimas en los ojos, sobre lo que pienso que merece la pena, con la mirada de quién ha caminado mucho y no sabe nada. 

En los años 60 y 70, antes de que José Mujica fuera nombrado presidente, inspirados en la revolución castrista, un grupo de guerrilleros entres los cuales se encontraba el Pepe, lucharon contra la dictadura militar. Mujica como soldado participó con los tupamaros en asaltos a bancos, hurtos, secuestros, toma de rehenes, homicidios, y en el operativo conocido como “Toma de Pando en 1969”. Fue herido de bala y detenido en varias ocasiones, cayó preso e incluso se fugó dos veces de la cárcel de Punta Carretas. 

El exguerrillero Tupamaro encarcelado durante catorce años, recuperó la libertad con la amnistía de 1985, se sumó al Frente Amplio y fundó el Movimiento de Participación Popular. Finalmente llegó a la Presidencia. De ese modo nos enseñó, que con las armas y el odio no se derroca ningún sistema. “"Sufrí, pero no se puede aferrar al odio. No sería la persona que soy si no hubiera vivido esos años”. José Mujica pasó de la clandestinidad a la consideración, abogó por el diálogo, los derechos humanos y la democracia, colaboró con los gobiernos para fortalecer las leyes, medio e intercedió a favor del pueblo para que todos tuvieran los derechos fundamentales. 

Murió Pepe Mujica a los 89 años, “El mundo está de luto”.  Un líder político cuya personalidad y filosofía de vida trascendió fronteras. El mismo dijo: “Quiero que me recuerden como un viejo loco”. Así será, porque te nos vas al cielo que está lleno de sabios locos. 

Un día me dijo un hombre en la India que era el poder para él. Aquellos seres que pueden aislarse del resto de los mortales desde su castillo de hipocresía. 

Que descansé en paz: A toda la humanidad, nos ha dejado un rayo de luz y esperanza.