Desde hace tiempo no paro de hacer una reflexión : ¡cómo se ha vulgarizado la música! Es evidente que el factor elemental de la crisis en el sector discográfico es la caída de las ventas y la devaluación del álbum como objeto artístico, pero me gustaría meditar sobre un factor digno de mención : el ser humano, la sociedad, se ha acostumbrado a un medio en el que la música es constante. Tal vez la gente entiende la música como algo que debe tener a su disposición... ¡Eso se convierte en decadencia! Esta decadencia actual de la música como parte del paisaje nació de esta manera : malditas tiendas con la música electrónica a todo volumen, malditos ascensores con hilo musical, malditos pasillos de supermercado que alternan los avisos de megafonía requiriendo a fulanito que acuda a la caja 3 con una música indeseada, malditos coches con el reguetón a toda pastilla... Tal vez todos deberíamos volver a pensar en la música como en algo ritual que debería sonar solo cuando lo deseas, no porque la vida deba tener banda sonora constante. Quizá la música se ha manoseado demasiado, se ha toqueteado, se ha utilizado de forma tan corriente y vulgar que se ha olvidado su espacio. Esa barra libre de sonidos por doquier ha hecho que se vaya perdiendo ese valor espiritual, de creación artística que merece mayor respeto. Recuerdo cuando éramos bastante más jóvenes y escuchábamos LP's enteros... ¡Qué bonito era el ritual de contemplar la carátula, sacar el disco de su funda, darle la vuelta, ver las fotos y, si había suerte, las letras de las canciones! Al igual que despreciamos una película con anuncios, la música debe ser escuchada en toda su plenitud, sobre todo por aquellos para los que ha sido la señal de identidad de una generación y vehículo sobre el que se iban comunicando ideas sobre relaciones personales, valores sociales y el sentido que pretendíamos dar a nuestras vidas. ¡Debemos de dejar de abusar de ella! Si seguimos así, como quienes beben sin tener sed y comen con el estómago lleno, nos convertiremos en unos miserables. La música es vida, nos inspira y hace que palpite nuestro corazón... ¡Nunca nos defraudará!
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