Manolo Tena, el poeta que metió el mar en Lavapiés

Placa homenaje a Manolo Tena Madrid
photo_camera Placa homenaje a Manolo Tena Madrid

Manolo Tena, “Patrón laico” de Lavapiés, como le define su hermano Germán (el oficial es San Lorenzo), al que las instancias oficiales, a su fallecimiento, le prometieron dar su nombre a una calle o plaza, su recuerdo ha quedado reducido a una placa situada en el centro de la UNED, Dr. Marañón, de la calle Argumosa, esquina a la plaza de Lavapiés, a una altura que pasa totalmente desapercibida para los muchos viandantes de la zona.

Placa en la que debajo de su fecha se lee: “lo difícil no es volar, sino aterrizar”. Y el espíritu de Manolo Tena, y sus canciones, sigue sobrevolando sobre ese Lavapiés, su barrio de siempre, al que le dedicó los piropos más hermosos que se le han hecho y donde era conocido, querido, respetado y admirado. Trabajando en varios oficios pudo comprar su primera guitarra, con la que convertía en música sus poemas. Música que fusionaba con el rock como no lo hizo nadie.

Fascinado por el mar, después de un viaje organizado que hizo a Alicante, escribió una de sus más bellas canciones reflejada en estos maravillosos versos:

Llévame libre y salvaje, llévame hasta el mar
En la orilla del mar es más fácil soñar.
Mirando las estrellas es más fácil soñar.

Mar que, como no pudo traérselo a su Lavapiés, se lo inventó aquí: “Mi barrio no tiene mar, pero se lo inventa, y es capaz de meterlo dentro de un tinto de verano, un vermut de grifo, y poner la fruta de ese mar en una cazuela, y es por eso que las calles huelen a pulpo y a sardinas y a gambas con gabardina y a calamares chelis”.

Locales donde se bebía o cantaba, como el Avapiés, Avalón, La Barca, el Buscón, La Bohemia, el Electrón (apodo de su dueño, Roberto, añorado por muchos), el Boquerón de Plata, de la calle Valencia, donde tantas veces iba con su hermano Germán. 

Carlos Sánchez Tárrago, a la izquierda, con Germán Tena, hermano de Manolo Tena
Carlos Sánchez Tárrago, a la izquierda, con Germán Tena, hermano de Manolo Tena

Por eso dirá: “Lavapiés es un mito y también un rito, es típico e inclasificable, solo aquí hay licor de madroño y gallinejas”

De esta manera, su alma de poeta se va forjando en ese ambiente multicultural y reivindicativo que trasladará a muchas de sus canciones.

Lavapiés del que dice: “En este barrio la sangre es roja, pero el color de la piel no importa. En Lavapiés nadie es extranjero, porque el mundo entero es de Madrid más famoso del mundo: el del rastro, el de la verbena kermés donde la virgen de la paloma y san lorenzo bailan el chotis en un ladrillo vestidos de chulapos…” 

Como me dicen muchos que han vivido y viven en el barrio: “Lavapiés nunca fue racista, tampoco el sumun de la integración, convivíamos y punto…”

Quizás porque todo era más simple, más sencillo, más natural. No estaban mediatizados por mensajes que se han convertido en consignas. Un Lavapiés, como dirá Manolo Tena de churros y cervezas, donde la gente no se rinde hasta alcanzar esa justicia, que la definirá como poética, porque, como Gabriel Celaya, verá en la poesía un “arma cargada de futuro. “

Y a través de su poesía, que es su música, expresa ese compromiso que le acompañará siempre.

“Lavapiés es de churros y chocolate, de vino y de cerveza …Y está hecho de la materia de la que se forjan los sueños proletarios burlados, y las esperanzas de hippies y okupas que creen aún en la libertad (porque saben que existe) y que, a pesar de los pesares, viven enamorados de la vida, aunque a veces duela tanto y que saben (como todos los que habitan Lavapiés) que como Guzmán el Bueno aquí no se rinde nadie, ni se rendirá, hasta que se consiga la justicia poética que nos merecemos”.

Con su hermano Germán, y su gran amigo, Joaquín Lera, con quien tantas veces actuó, hablamos del cantante-poeta. Recuerdos y poesías que dejaremos para el próximo número.