Desde cuando el papa Clemente IV en el siglo XIII en su bula Turbato corde (Con el corazón roto) instaba al rey Jaime I de Aragón a aplicar la censura de las herejías judías y a evitar que contagiaran de las mismas a los cristianos, así como a prohibir el Talmud que ya se quemaba públicamente en Francia e Italia, hasta el reciente exabrupto de la ignara vicepresidenta de un gobierno que acusa a Israel de genocidio y usa la expresión “del río al mar” para desear a los israelitas una enésima expulsión porque se están defendiendo frente a la agresión, esa sí genocida, de HAMÁS (*) han pasado más de nueve siglos.
Jamás hubiera imaginado que, tras tantos siglos de persecuciones, expulsiones y exterminios de judíos por el hecho de serlo, en nuestras ciudades europeas en la misma tarde del 7 de octubre del 2023 se bailaría y festejaría bajo banderas palestinas la masacre de civiles de todas las edades perpetrada por HAMÁS en la mañana de ese día. En una de esas ciudades y frente a su ayuntamiento fui testigo de esta miserable celebración.
Jamás hubiera imaginado que se producirían manifestaciones masivas contra Israel en varios países europeos para solidarizarse con los irresponsables de una flotilla supuestamente humanitaria que, tras haberse adentrado en la zona marítima de exclusión legítima en caso de guerra, han sido correctamente detenidos por las autoridades israelitas que están ocupadas en combatir a las milicias terroristas que masacraron atrozmente a poblaciones judía hace dos años.
Jamás hubiera imaginado que mientras se debate un plan de alto el fuego, juzgado favorablemente por la mayoría de los países árabes e incluso por el mismo papa León XIV, que además del cese de los combates contempla el desarme de los agresores, la liberación de los rehenes judíos y el retorno de los cuerpos de aquellos secuestrados a quienes los terroristas han quitado la vida, se reivindique a quienes han irrumpido por el mar en la zona de guerra, alardeando de sus supuestos objetivos humanitarios e inconscientemente haciendo el juego a los agresores de HAMAS.
Jamás hubiera imaginado que las cifras de víctimas de esta guerra suministradas por los mismos terroristas que usan a su propia población en Gaza como escudo, que albergan bases de lanzamiento de misiles contra Israel en hospitales y escuelas, que quitan la vida a los rehenes secuestrados e impiden o se apropian del arribo a la población de Gaza de convoyes con alimentos y medicina, fueran sistemáticamente dadas por creíbles y atribuidas sin excepción a crímenes de guerra del estado de Israel. Sólo en el bombardeo de Hamburgo por aviones británicos e ingleses murieron más civiles en unas horas que en toda la guerra de Gaza, por no aludir a los civiles franceses muertos con ocasión del desembarco de Normandía o a otros bombardeos aliados durante la II Guerra Mundial sobre Génova, Nápoles y Roma, ni al bombardeo de Dresde con al menos 25.000 civiles muertos en dos días, con la diferencia de que en los ataques contra Hamás el ejército de Israel avisa a los civiles para que se alejen de su objetivo militar, mientras se insiste en acusar a Israel de genocidio, cuando el 22 % por ciento de sus ciudadanos son palestinos con representación en el parlamento y derechos constitucionales, y la propia Comisión Europea se ha negado a usar ese término
Jamás hubiera imaginado que, mientras masas de inquisidores voluntarios maldicen en las calles de Europa a Israel que ejerce su legítimo derecho a la defensa, nadie se manifiesta contra quien ha secuestrado impunemente a cientos de niños ucranianos y bombardea intencionalmente a diario a la población civil de Ucrania y que tampoco esos acusadores del estado judío se manifiesten contra los asesinatos de cristianos en Nigeria a manos de islamistas radicales o contra la mortandad por hambre de miles de niños en campos de refugiados de Sudán.
Jamás hubiera imaginado que pudiera resurgir en España el secular impulso antijudío que en la zona irracional del inconsciente colectivo del alma europea reaparece periódicamente. Mientras tanto no habrá ninguna flotilla de voluntarios que acuda a las costas de Ucrania para sostener a quienes son agredidos desde hace ya más de diez años por la Rusia neo estaliniana, pero seguirán alzándose banderas inquisitoriales contra Israel usando el dolor de las poblaciones que sufren una guerra no buscada por los judíos. Sólo nos falta que aparezca en España un Vicente Ferrer fustigador antisemita que nos retrotraiga al Medioevo y arengue a las masas contra los judíos.
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(*) Nota: HAMÁS es el acrónimo de “Harakat al-Muqawama al-Islamiya” (Movimiento de Resistencia Islámica), HAMÁS también tendría los significados en árabe de «celo» o «entusiasmo». Este grupo paramilitar yihadista fue creado en el año 1987 en Egipto como una rama de los Hermanos Musulmanes. Agrupa a islamistas radicales que el estado egipcio no desea ver activos en su territorio y cuyos dirigentes residen en Qatar.