Esta historia empezó a escribirse el 25 de junio del 2024 con la captura del Mayo Zambada, entregado por Joaquín Guzmán López, hijo de su compadre y socio, el Chapo Guzmán (narcotraficante famoso en México por su poder, su influencia y por haber escapado dos veces de prisión).
En ese momento comenzaron a sonar sirenas de alerta, ya que el presidente había saludado a la madre del Chapo Guzmán en un evento público, siempre se había referido al narcotraficante con sumo respeto y se había trasladado en varias ocasiones a Badiraguato, un pueblo totalmente irrelevante en Sinaloa si no fuera porque es el lugar de nacimiento y centro de operaciones del propio Chapo Guzmán.
Al parecer, el hijo del Chapo Guzmán había asesinado a los escoltas del Mayo Zambada (por muchos considerado como el máximo exponente del crimen organizado en México, incluso más que el propio Chapo). Este hecho desató una guerra cruel en México entre los llamados “la Chapiza” y “la Mayiza”, dos facciones del narcotráfico que ahora se disputan el control de vastas regiones del país. Esta lucha ha causado no solo numerosas muertes de sicarios, sino también de ciudadanos inocentes y personas que emiten su opinión en redes sociales, víctimas del terror y la represión del narco.
La batalla parece irse decantando a favor de la gente del Mayo Zambada, que tiene su bastión de poder en el estado de Durango y una red de protección más sólida, tanto dentro como fuera de las estructuras del gobierno. Entre los eventos más recientes, destaca que un hijo detenido del Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, quien fue capturado en dos ocasiones —la primera liberado por órdenes directas del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la segunda extraditado a Estados Unidos— ha llegado a un acuerdo con el Departamento de Justicia de aquel país. Esto significa que comenzará a declarar todo lo que sabe sobre sus actividades ilícitas, que abarcan el tráfico de personas, fentanilo, armas y otras sustancias ilegales.
Su hermano, quien fue el que entregó al Mayo Zambada, no parece estar muy lejos de seguir el mismo camino. Las señales son claras: más de una decena de sus familiares cruzaron esta semana la frontera hacia Estados Unidos, seguramente para integrarse al programa de testigos protegidos norteamericano.
En medio de estos acuerdos y declaraciones, el gobierno de Estados Unidos ha decidido retirarle la visa a la gobernadora de Baja California, lo cual ha encendido las alarmas. Parece que los americanos ya conocen mejor el estambre de corrupción que atraviesa a las instituciones mexicanas y están decididos a jalar los hilos. Mientras tanto, nuestra presidenta no tiene respuestas y solo dudas; lo único que informa en sus conferencias mañaneras es que no se le ha comunicado nada oficialmente por parte del gobierno estadounidense.
Y como diría el general Dwight D. Eisenhower: “Los planes no son nada; la planificación lo es todo”.