Prisma Internacional

Goebbels en Bogotá

Detrás de la decisiones del presidente colombiano, Gustavo Petro, contra Israel, que ha llegado a prohibir hasta la exportación de carbón colombiano al Estado hebreo, está un conocido acosador y abusador sexual, Victor de Currea-Lugo. El personaje es un antisemita profesional y antisionista confeso. 

¿Cómo es posible que uno de los países que antaño fue uno de los mejores amigos de Israel se haya convertido hoy en la vanguardia del antisemitismo y antisionismo a nivel mundial? ¿Qué explicación tiene que Colombia haya sido uno de los pocos países del mundo que aún no ha condenado con rotundidad el ataque terrorista del 7 de octubre de  2023 de Hamás contra Israel? ¿Cómo es que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ha podido convertir en uno de los líderes más antisemitas del mundo? ¿Qué explicación tiene que Colombia se haya convertido en miembro y parte del principal lobby antiisraelì denominado Grupo de La Haya?

La respuestas a todas estas preguntas tienen mucho que ver con el presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro, un tipo endeble intelectualmente, con un discurso agotado y repetitivo, que nunca ha escrito dos líneas citables, obsesionado con con una serie de ideas fijas, como su odio a Israel, e incapaz de centrarse en un tema con un argumento sostenible. Sus discursos, puras bravatas destinadas a su público fácil, mediocre e ignorante, son infumables y sin contenidos lógicos y racionales. Pura boñiga retórica. 

Aparte de que en algunas de sus intervenciones el máximo mandatario colombiano está ebrio, sí, borracho, el volumen de tonterías acientíficas y absurdas han sobrepasado hace tiempo la paciencia de la mayoría de los colombianos.”“Una mujer libre hace lo que quiera con su clítoris y con su cerebro, y si sabe acompasarlo, será una gran mujer. Dicen que no hable de eso, entonces hablo del hombre”, dijo en un Consejo de Ministros y se quedó tan ancho, como todo idiota que se ríe de sus propias gracias y, lo que es peor, que se la ríen sus ministros. Se cree Calígula, ya quisiera. 

El caso es que hemos llegado al punto delirante en que este individuo ha centrado casi todas sus últimas intervenciones en el supuesto “genocidio de Gaza” y en señalar casi a diario “el talante asesino” del Estado de Israel, habiendo llegado incluso a solicitar crear una fuerza armada para que interviniera contra el Estado hebreo. Está claro que en estas opiniones expresadas por el alto dirigente colombiano ha tenido mucho que ver el equipo que dirige, orienta y le asesora a Petro en política exterior.

El principal y único asesor de Petro en temas de Oriente Medio es una agresor y abusador sexual denunciado por varias de sus alumnas, incluso algunas menores de edad, en distintas instituciones universitarias, el supuesto “internacionalista” Víctor de Currea-Lugo, quien estuvo auxiliando, asesorando e incluso traduciendo -Petro, a pesar de haber vivido años en el exterior, es una auténtico analfabeto en materia de lenguas extranjeras- al presidente colombiano en su intervención callejera en Nueva York, megáfono en mano, en la que llegó a pedir un golpe de Estado contra Trump. Las posiciones de Currea-Lugo son de sobra conocidas en Colombia después de pasearse por varias cadenas de radio y televisión exhibiendo sus consabidas tesis antisemitas, antisionistas y filopalestinas. El nuevo antisionismo del siglo XXI es el viejo antisemitismo de siempre; odian a Israel y,  de paso, descalifican a los judíos. El objetivo final es el del viejo lema antisemita de siempre: “¡Palestina vencerá, desde el río hasta el mar!”, es decir, una Palestina libre sin judíos, cuyo destino final son las cámaras de gas, como en la Alemania de Hitler.

Este propagandista del terrorismo palestino es una suerte de oráculo de Delfos de la corte colombiana, incluso una suerte de Goebbels que, como el ministro nazi, alienta al presidente a tomar las decisiones más arriesgadas, como romper las relaciones con Israel, enviar una tropa militar de intervención a Gaza para exterminar a los judíos o llegar a decir boutades como: "El pueblo judío ya no es el pueblo elegido de Dios, es la humanidad el pueblo elegido de Dios”. Petro, llevado por sus delirios antisemitas y asesorado por este depredador sexual, ha roto unos vínculos históricos de Colombia con Israel y el mundo judío que iban más allá de una relación coyuntural, sino que era una suerte de cordón umbilical humano, solidario y sincero en el compromiso, codo a codo, de luchar contra el terrorismo, un flagelo que golpeaba y golpea a ambos países.