Apenas salió la flotilla de la muerte, llamada pomposamente Global Sumud Flotilla, tuvo que regresar a puerto porque una tormenta inesperada se interpuso entre su objetivo de llegar a Israel -Palestina no existe ni existirá nunca- y la cruda realidad: dicha “peregrinación” está gafada y maldecida por Dios. En la misma, como si hubieran intentado traer a lo mejor de cada casa, participan ex terroristas, líderes de partidos antisemitas -Podemos, ERC, Sumar y, claro, cómo no, la CUP-, la niña probeta progre multicausas Greta Thunberg -que es un repelente filón de dinero que cobra por apuntarse hasta un bombardeo-, la peor alcaldesa de la historia de Barcelona, Ada Colau, el terrorista ambiental brasileño Thiago Avila, la feminazi antisemita de origen alemán Yasemin Acar y el embajador, activista y miembro de Hamás Saif Abukeshev, entre otros, por no extenderme mucho en la lista. Qué tropa.
Esta flotilla, de pretensiones supuestamente humanitarias, trata de emular a otra turca de triste historia, la Mavi Marmara, que pretendía eludir ilegalmente las aguas jurisdiccionales de Israel y entregar a Hamás alimentos, algo que no se cree nadie viniendo de la oficialidad turca, que apoyaba dicha flota y es abiertamente antisemita. Seguramente, como ha pasado tantas veces en la historias de estas “flotas humanitarias”, la misma transportaba armas, explosivos y pertrechos militares, dada la cercanía política entre Irán y Turquía, paradójicamente uno de nuestros socios en la OTAN. Israel actuó con contundencia, aplicando el derecho internacional y el legítimo derecho a defenderse, e impidió la entrada a su territorio de dicha flota, aunque hubo que lamentar la muerte de diez de los “activistas humanitarios” participantes en la flotilla. Qué lástima.
Israel impedirá que llegue la flotilla a puerto
Ahora, esta flotilla de mala suerte y peor agüero pretende llegar de nuevo a Gaza, pero no cabe duda que Israel tratará de impedirlo a toda costa porque está en su derecho a hacerlo y a defender su territorio de intervenciones militares desde el exterior. Por si había alguna duda, el ministro de Seguridad de Israel, Itamar Ben-Gvir, está impulsando una respuesta de línea dura contra Greta Thunberg y su tripulación por su apoyo a Hamas. El alto cargo israelí ha dicho que los detendremos en duras condiciones "a nivel de terroristas", despojados de todas las comodidades y encarcelados como se merecen. Esa será la respuesta de Israel, legítima y que le otorga el derecho a impedir que apoyen a Hamás, tal como hicieron antes con la del Mavi Marmara. Estamos en una guerra que comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás asesinó a más de 1200 civiles israelíes, hirió a otros dos mil y secuestró a 251. No es una guerra comenzada por Israel, no lo olviden, sino por Hamás. Además, como simple detalle, Gaza no tiene ningún puerto, por lo que flotilla desembarcaría en suelo israelí, incumpliendo las leyes internacionales.
A la flotilla de la muerte le han llegado centenares de adhesiones, apoyos y mensajes de solidaridad de numerosos actores, artistas y líderes políticos, entre los que hay que destacar el del presidente de Colombia, el ex terrorista del M 19 Gustavo Petro, que ha hecho de la causa de Hamás un asunto capital en su política exterior, rompiendo sus relaciones con Israel, prohibiendo las relaciones comerciales con dicho país e imponiendo a los israelíes una visa de entrada a Colombia. Ya otro presidente de Colombia, el inefable Juan Manuel Santos, había reconocido Palestina y había realizado otra serie de gestos inamistosos con Israel. Fruto de esa política de hostilidad hacia el Estado hebreo, varios colombianos se alistaron en la flotilla de la muerte y han colocado en sus redes sociales mensajes enviando saludos a su presidente y a la opinión pública colombiana.
La flotilla de la muerte volverá a salir del puerto de Barcelona, de eso no cabe la menor duda, pero solamente busca protagonismo, crear una conflicto innecesario con Israel para demostrar la naturaleza maligna del Estado hebreo y conseguir titulares, un objetivo ya logrado sin haberse echado siquiera a la mar. Lo de la ayuda humanitaria a los palestinos de Gaza es una mera coartada para seguir atacando a Israel. La mayoría de los medios occidentales han suscrito la narrativa de la historia del genocidio de Gaza y la supuesta hambruna reinante en la Franja, algunos incluso sin estar presentes en la zona. Se trata de atacar a Israel como sea porque este nuevo antisionismo es el antisemitismo del siglo XXI, el mismo que propicia los ataques a los judíos en las calles, incendia las sinagogas e instituciones judías en casi todas las capitales del mundo y alimenta el odio recurrente a Israel, eso, sobre todo, que vaya por delante. No es, por tanto, una flotilla de la paz y la solidaridad, como dicen sus organizadores, sino que es la flotilla de la muerte.