La mirada de Ulisas

Escalofrío siente la mirada de Ulisas

LA MIRADA DE ULISAS se carga de malestar al ver lo que les está sucediendo a las sociedades y al panorama el mundial. Escalofrío le recorre por su atisbo, que no logra entender o quizá sería más apropiado hablar de no poder justificar el fenómeno de la depresión que experimentan los jóvenes. Tienen la vida por delante y, sin embargo, son capaces de llegar a situaciones extremas sin agarrarse de algo que impida el intento de suicidio o de realmente quitarse la vida. Por un curioso e inquietante motivo desatienden el mecanismo de autodefensa; el sentimiento o el impulso que nos impide llegar a extremos, que no siempre se cumplen. Y entonces el cuestionamiento se hace evidente:  el ¿por qué este incremento como un fenómeno generalizado? Es necesario y prudente detenernos en el hecho de que la vida ofrece muchas vertientes que nos alegran el alma: ver la naturaleza en acción con la primavera que trae hojas nuevas, un ocaso sobre el mar, una amistad sincera, un guiño de la vida, el sol que nos sonríe y nos entrega sus rayos de amor, las sorpresas que nos da la conciencia cuando se pone en práctica, la familia que nos corresponde en suerte, la pasión que se experimenta a temprana edad, en fin: una serie de eventos que nos dan sentido de ser y de pertenecer a una existencia más plena. Pero lo inaudito, y ahí es donde mi mirada siente escalofrío al constatar la pérdida de interés o el dolor de la existencia sacados a relucir por esos muchachos, atacados por ese malestar observado a un más prematuro período cuando en realidad es la etapa cuando el individuo se llena de entusiasmo y de bríos frente a los retos. Lamentablemente, más jóvenes empiezan la vida con el pie izquierdo o con un padecimiento que se mira con horror, cuando en realidad cualquier bemol existencial representa una lección de aprendizaje para fortalecer el espíritu y aportar la experiencia, que ayuda a entender mejor la condición humana con sus reveses y sus obligaciones. Más la recurrente noticia de que algunos adolescentes se ven en la imposibilidad de afrontar el desafío con la entereza que amerita asusta y permite inclinarse sobre el abismo que suscita este asunto. Compete no sólo a los familiares, amigos o conocidos, también se refiere a las políticas de la salud pública de una sociedad, que posiblemente ya no entrega las herramientas adecuadas para una vida sana. Parece que los centros de salud mental están atestados de muchachos y muchachas que piensan que la vida no vale la pena, se desorientan hasta perder la autodeterminación de permanecer en la lucha diaria y pasan al acto de tratar de auto eliminarse. Muy triste resulta constatar este incremento en la juventud, que debería tener la fuerza para resistir cualquier vendaval emocional, y rechaza esa posibilidad. Angustiante se presenta el escenario que nos pinta esta verdad, dolorosa por demás, y preocupa a las autoridades de muchos países, habitados por este padecido y registrado contexto. Ya los centros hospitalarios y psiquiátricos no dan abasto con la demanda cada vez más creciente de jóvenes en destreza. Deben tomar en consideración el cargo o el compromiso de la salud mental que flojea en tantos ámbitos. Un despropósito que se incrementa en la juventud al perder la visión de hacerle frente a las circunstancias, sean las que sean. Mi mirada se pregunta ¿será que los gobiernos no obran lo suficiente a nivel de la educación? para erradicar los famosos bullyings o acosos escolares que llevan a la descorazonada de muchos niños sensibles ante el rechazo o la violencia que otros infantes ejercen sobre ellos o aún por no tener el carácter para domar la realidad que no siempre sonríe, pero tampoco hostiga en permanencia. El aumento de esta anomalía, ya planetaria, debe ser solucionada o por lo menos contemplada como un asunto de vital preponderancia, que exige resolución inmediata. La salud de la juventud debe estar en primera línea de los objetivos de una comunidad o de una nación. Ellos representan el futuro. Y mi intención como la mirada que soy es poner mis ojos y la atención sobre una preocupación que atañe a la humanidad y al dolor que engendran estos lamentables sucesos, que tanto estremecimiento le producen a la mirada de Ulisas.