Muchos tenemos un “gallo” que no queremos vender esperando a que llegue el día; vivimos de esperanza y de ilusión, con fe en la justicia. Otros aguardamos una “carta” que tal vez nunca llegue, sin decidir tomar otros rumbos solo por mantener la dignidad y creer en la honestidad. Este es el dilema que se presenta en el remontaje de El Coronel no tiene quien le escriba, obra que se estrenó este 14 de septiembre y se presentará hasta el 6 de octubre (los sábados a las 4:00 pm y los domingos a las 3:00 pm) en el histórico e imponente Teatro Nacional de Caracas, ícono de la arquitectura en Venezuela. La obra es un reflejo del contexto político y social de lo que ocurre en muchos países latinoamericanos. Está basada en la célebre novela de Gabriel García Márquez y fue adaptada al teatro en 1989 por el director argentino-venezolano Carlos Giménez, fundador del Grupo Rajatabla, con gran éxito. Fue aclamada por la crítica nacional e internacional, y se presentó en más de 30 países. El propio premio Nobel Gabriel García Márquez presenció y aplaudió el montaje en 1989 cuando lo vio en México, reconociéndolo como fiel representación de su obra. Esta nueva temporada está dedicada in memoriam de Gabo a diez años de su muerte.
Este remontaje producido por la Fundación Rajatabla e Image producción, está brillantemente dirigido por Carlos Scoffio y cuenta con la producción ejecutiva de Marbella Molina y William López.
El Coronel y su esposa son interpretados magistralmente por Djamil Jassir y por nuestra primera actriz Francis Rueda. Además de contar con todo un elenco de grandes talentos como Verónica Arellano, José Manuel García, Ignacio Marchena, Alejandro Miguez, Daniel Revete, Jeizar Ruiz, Augusto Morales, Kevin Quintero, Eli Benites, Kelvin Ortiz, Arturo Guzmán, Gabriel Sierra, José González, Gregorio Escalona, Jean Franco Fernández y Jonathan Mejías.
Igualmente ha destacado la escenografía al proporcionar una gran fuerza sensorial que sorprende al espectador y lo sitúa dentro del drama con un verdadero ensamble artístico.
Nos asombra encontrar en la caracterización de los personajes a seres de nuestro entorno (muchas veces incluyéndonos), como en el compadre Sabas, su esposa, el médico, el abogado, los amigos de Agustín y tantos otros.
Como si fuesen otros protagonistas, la muerte aparece rondando en toda la puesta, así como la esperanza fútil del Coronel que espera, por larguísimos y austeros años, una pensión que no llega. Durante toda la puesta en escena se desarrolla un clima político agobiante con la mira puesta en un gallo que podría salvar la situación. Hay allí muchos símbolos para el que los quiera encontrar. Se plantea la dignidad versus el hambre, el engaño y la traición. Esta obra maestra es un clásico que siempre tendrá vigencia y ya es un hito del teatro latinoamericano para el mundo. ¡Enhorabuena!