Ciencia, periodismo y política

Control de Daños

Tengo experiencia como Sargento de Complemento a cargo de un carro de combate AMX30 en el Regimiento de Caballería ‘El Pinar’ de Valladolid. También he realizado guardias de Urgencias en el Hospital La Paz durante cuatro años. Los conocimientos que adquirí les hubieran sido útiles a nuestros ministros del Ejército y de Interior, auténticas ‘ratas de despacho’ que seguro han desoído a sus subordinados por conveniencia política. Han demostrado no conocer un concepto acuñado en la Marina militar y en el mundo de la cirugía, el llamado ‘control de daños’ que consiste sencillamente en evitar las consecuencias negativas inmediatas cuando se produce un accidente impredecible.

Los modelos predictivos en meteorología son probabilísticos, no se puede conocer el futuro, pero aunque han mejorado mucho desde que Eugenio Martín Rubio se tuvo que afeitar el bigote, no pueden determinar con exactitud el lugar, la hora y la cantidad de las precipitaciones. Por eso los metereólogos honrados tienden a ser prudentes porque una alarma injustificada puede causar perjuicios importantes. Ocurre justo lo contrario con el ‘control de daños’ en el cual un exceso de celo no tiene  efectos adversos. En términos prácticos, una vez producida la catástrofe difícilmente predecible del martes pasado, el miércoles debería haberse movilizado el ejército, particularmente sus unidades de zapadores, para complementarse con bomberos y Fuerzas y Cuerpos de seguridad en un despliegue que de resultar exagerado hubiera supuesto un mal menor. Anunciar cuatro dias más tarde esta movilización, como ha hecho Sánchez, resulta insoportable.

Si usted tiene la mala suerte de padecer en su entorno un accidente de tráfico o una enfermedad aguda, recuerde, lo más importante es no empeorar las cosas. Practique el ‘control de daños’, no intente ponerse en la carretera a parar el tráfico o a atender sin conocimientos a un enfermo, requiera inmediatamente ayuda al 112. Si la alarma que genera es excesiva, resultará un mal menor. Desgraciadamente los accidentes de tráfico y las enfermedades agudas, tampoco son predecibles.