Periodismo

Juan Antonio Giner: “Sin inversión no hay periodismo de calidad, y sin periodismo de calidad no hay democracia que aguante”

El veterano consultor de medios y cofundador de Innovation Media Consulting Group, Juan Antonio Giner, defiende que vivimos la verdadera edad de oro del periodismo, pero advierte: “La calidad se paga, y este oficio no es la excepción”.

Juan Antonio Giner - PROA Comunicación
photo_camera Juan Antonio Giner - PROA Comunicación

En un momento en el que el descrédito de los medios de comunicación preocupa tanto como la desinformación rampante, la voz de Juan Antonio Giner resuena con una claridad infrecuente. Con más de cincuenta años asesorando a las principales cabeceras del mundo —entre ellas The New York Times, Financial Times o La Vanguardia—, el consultor internacional y fundador de Innovation Media Consulting lanza un mensaje optimista y desafiante en una reciente entrevista con PROA Comunicación: el buen periodismo no ha muerto, pero necesita inversión y respeto.

“El público no es tonto. Sabe perfectamente distinguir entre un medio fiable y uno que solo busca clics. Si no pagamos por el periodismo de calidad, el vacío lo ocupará el ruido, y con él perderemos libertad”, afirma.

La paradoja de la abundancia: nunca hubo más medios, pero tampoco más ruido

Autor de La edad de oro del periodismo (Libros de Vanguardia), Giner se opone a los discursos derrotistas que vaticinan la decadencia del oficio. Al contrario: cree que nunca ha habido tantas plataformas, tantos recursos y tanta capacidad para informar bien como ahora.

Pero lanza un aviso: “La sobreabundancia de información ha traído consigo un peligro mayor: que la gente pierda la expectativa de que exista una verdad compartida. Y sin esa expectativa, el periodismo pierde sentido”.

Los medios ya no son los mismos, pero el periodismo sigue vivo

Para Giner, el cambio no está en la desaparición de medios antiguos, sino en la transformación de los modelos de negocio: “Ningún medio ha hecho desaparecer al anterior. Todos se complementan. Lo que ha cambiado es cómo se produce y se financia la información”.

Cita ejemplos como Financial Times o La Vanguardia, que han diversificado ingresos con eventos, servicios para suscriptores premium y alianzas con grandes marcas, evitando así depender solo de la publicidad o del papel.

“Hacer buen periodismo es caro”, insiste. “Las opiniones son baratas, los hechos son caros. Pero si tú no informas bien, otro ocupará ese espacio. Y ese otro puede no estar interesado en decir la verdad”.

Contra la gratuidad: suscripciones, músculo y tomates

Giner arremete con ironía contra la cultura del “todo gratis” que marcó la transición digital de muchos medios: “¿Tú no pagas a tu peluquero? ¿Por qué no ibas a pagar por estar informado?”.

La solución, afirma, pasa por generar contenido que realmente valga su precio. Como decía Hubert Beuve-Méry, fundador de Le Monde: “Hay que hacer diarios imprescindibles”. O como le respondió el director del New York Times a un estudiante: “Una sopa puede hacerse con agua o con tomates. Nosotros ponemos más tomates”.

Retener talento: la clave del futuro

El consultor recuerda que el corazón del periodismo no es el formato, ni el algoritmo, ni la tecnología. Es el periodista. Y para tener buenos periodistas, hace falta pagar sueldos dignos y fomentar estructuras sólidas: “Sin edición, sin respeto por el lector, sin músculo profesional, todo se queda en buenos propósitos”.

Aplaude modelos como el de Financial Times, que forma durante tres meses a sus jóvenes periodistas antes de permitirles publicar: “En el FT hacen dos cosas: buscan información y la ofrecen. Lo más importante es lo primero”.

Invertir en prensa no es caridad: es invertir en democracia

Giner concluye con una idea que atraviesa toda la conversación: sin buen periodismo, la sociedad pierde uno de sus pilares fundamentales. Por eso, llama a empresarios e inversores a entender que apostar por medios rigurosos no es un gasto, sino una inversión democrática.

“La libertad no cae del cielo. Hay que pelearla y pagarla. Si no ponemos más tomates en la sopa, si no financiamos estructuras que dignifiquen el oficio, entonces sí estaremos en peligro”.