Rubén Puga es economista financiero, empresario con más de 25 años de experiencia en banca privada y fundador de Grupo Fidelitas and Company, un conglomerado internacional con sede en Madrid que está revolucionando la forma de entender la inversión. Su propuesta: unir el arte, la cultura, la tecnología y los activos financieros en una única estrategia global para clientes e inversores.
Desde sus inicios en la banca tradicional hasta dirigir proyectos con la familia Rothschild o la casa real británica, su visión ha evolucionado hacia un modelo integrador y humanista del patrimonio, donde una obra de arte, una vivienda o una startup musical pueden formar parte de una misma cartera. Hablamos con él sobre la filosofía Fidelitas, su estructura empresarial y su apuesta tecnológica de futuro.
¿Cuál ha sido tu trayectoria antes de fundar Grupo Fidelitas?
He sido director en tres bancos de banca privada en España —Banco Pastor, Banco Popular y Triodos Bank— y posteriormente trabajé como banquero privado para la familia Rothschild en Zúrich y París. Allí aprendí que arte y finanzas no solo pueden ir de la mano, sino que deben hacerlo.
De hecho, uno de sus grandes clientes, la familia real inglesa de Lynchestem, me fichó para liderar su proyecto de arte financiero, Artex. Allí desarrollamos un modelo para cotizar obras de arte de más de 50 millones de dólares como activos financieros. Tras esa experiencia, decidí fundar Grupo Fidelitas and Company, un proyecto empresarial con una visión propia del patrimonio y de la inversión.
¿En qué consiste exactamente esa visión?
En gestionar el dinero de nuestros clientes diversificando el riesgo, maximizando la rentabilidad y ofreciendo experiencias transformadoras. Lo hacemos aplicando una estructura que mezcla los grandes bloques tradicionales de inversión (finanzas, inmobiliario) con sectores menos explorados como el arte, la música, la moda o el entretenimiento. Hoy, el grupo está compuesto por siete compañías especializadas y una comunidad global que fusiona talento artístico, capital e innovación.
¿Cuáles son esas compañías?
- Fidelitas Arte, donde acercamos el arte a los clientes como un activo financiero. Lo democratizamos: tenemos obras desde 1.000 hasta 3.500.000 euros, y en breve lanzaremos un marketplace internacional para artistas de todo el mundo.
- Fidelitas Real Estate, con proyectos inmobiliarios exclusivos —hoteles, edificios, viviendas de lujo— que permiten al cliente comprar de forma directa o participativa con otros inversores.
- Fidelitas Advisor, para productos financieros y patrimonios internacionales. Trabajamos con total independencia, sin exclusividad con ningún banco ni gestora.
- Fidelitas Music, Cinema & Entertainment, que permite a nuestros inversores formar parte de proyectos musicales y cinematográficos desde dentro, junto a artistas, productores y directores.
- Fidelitas Fashion, donde modelos, diseñadores y artistas visuales convergen. Las modelos no son solo imagen, son también creadoras.
- Fidelitas Business Consulting, que ofrece crédito a empresas en expansión gracias a acuerdos con fondos de inversión estadounidenses.
- Club Financiero Madrid, que no es un club social, sino una red internacional de inversión con sede en Madrid que presenta un proyecto de inversión al mes en sectores como IA, salud, energía o arte.
¿Qué tipo de inversores forman parte de Fidelitas?
Nuestros clientes suelen tener un perfil internacional, con visión de largo plazo y sensibilidad cultural. El 70% nunca había invertido en arte antes de llegar a nosotros. Aplicamos un test MiFID adaptado al arte, en el que el cliente queda clasificado según su experiencia y nivel de riesgo, igual que en una banca privada. A partir de ahí, gestionamos su patrimonio incluyendo propuestas en arte, real estate, moda o música, siempre de forma personalizada y exclusiva.
¿Y cómo se integran los artistas en este ecosistema?
Los artistas son uno de los cuatro pilares de Fidelitas, junto a clientes, socios y partners. Nuestro enfoque se basa en lo que llamamos el “triángulo de oro”: talento, promoción y contactos. Un artista con talento necesita promoción y acceso a los mercados para crecer. Nosotros cubrimos esas dos bases para que puedan dedicarse a crear, evolucionar y vivir de su arte.
Y no solo pintores o escultores. En Fidelitas, una modelo puede desfilar en París, grabar un videoclip con un artista musical del grupo y a la vez exponer una obra plástica. Esa multidisciplinariedad real genera sinergias únicas y nuevas oportunidades.
También habéis desarrollado una aplicación propia, ¿en qué consiste?
Hemos lanzado Sinergias Fidelitas, una app que fusiona Facebook, Instagram, WhatsApp y Tinder. No es solo una red social: es una plataforma que, mediante inteligencia artificial, genera matches de negocio entre artistas, inversores, socios y partners. Una pintora española puede conectar con un coleccionista mexicano, o una operación inmobiliaria en Marbella puede interesar a un inversor suizo. Fidelitas facilita además la reunión y el acompañamiento para que esa conexión se convierta en negocio real. La prensa ya la empieza a llamar el “Tinder del arte y las finanzas”.
¿Dónde estáis presentes actualmente?
Tenemos sede en Madrid y Marbella, y recientemente hemos abierto en Portugal (Lisboa y Sintra) y en México (Monterrey). Próximamente abriremos en Italia, en ciudades como Roma, Milán y Florencia. Nuestra expansión es internacional, pero siempre manteniendo el corazón de Fidelitas en España.
— ¿Qué esperáis del próximo evento “Sinergias Fidelitas”?
Será el 14 de junio en Madrid y reunirá a clientes, artistas e inversores de todo el mundo. Habrá pintura, escultura, moda, música, fotografía y diseño. Es el escaparate perfecto para demostrar que la inversión puede ser también experiencia, belleza y cultura. Cada día 30 hacemos eventos exclusivos en nuestra sede de la calle Ayala, pero este será muy especial.
— En resumen, ¿qué representa Fidelitas hoy?
Fidelitas es un nuevo paradigma de inversión. Un lugar donde el dinero se gestiona con rigor, pero también con sensibilidad, visión global y apertura al talento. Donde el arte no solo se cuelga: también se invierte, se vive y se comparte. Y donde las finanzas están al servicio del crecimiento personal, colectivo y creativo.