Jesús Martín (AFELIN): “No viviremos mejor trabajando menos, viviremos mejor trabajando todos”

El presidente de la patronal nacional del sector de la limpieza reivindica la dignidad del trabajo, el valor social de las empresas y la necesidad de un marco legal que garantice la sostenibilidad de los servicios esenciales.

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photo_camera Jesús Martín, presidente Asociación de Federaciones de Empresas de Limpieza Nacionales (AFELIN)

La Asociación de Federaciones de Empresas de Limpieza Nacionales (AFELIN) cumple veinticinco años representando a un sector que, aunque a menudo invisible, resulta imprescindible para el funcionamiento del país.

AFELIN representa a la parte empresarial del sector, la que garantiza cada día que hospitales, colegios, oficinas, estaciones o aeropuertos sigan funcionando con normalidad. “Nuestro trabajo, explica Martín, está considerado servicio esencial. Cuando la limpieza falla, todo se detiene. Es un servicio directamente vinculado al bienestar y a la salud pública”.

La limpieza, un servicio esencial y humano

Jesús Martín insiste en una idea fundamental: los servicios esenciales los prestan personas. “A veces se olvida que detrás de cada espacio limpio hay alguien que ha madrugado, que ha trabajado para que otros puedan vivir mejor. Esas personas sostienen empleo, pagan impuestos y contribuyen a la sociedad tanto como cualquier otro profesional”.

Durante la pandemia, el país comprendió la trascendencia de ese trabajo silencioso. “La vida siguió gracias a la limpieza y a quienes la hacen posible. No es solo una cuestión de higiene, sino de salud, de dignidad, de continuidad social. Si paramos la limpieza, se para todo”.

La Ley de Desindexación: una norma que ya no responde a la realidad

Uno de los mayores retos que afronta el sector es la Ley de Desindexación de la Economía Española, aprobada en 2015 en plena crisis económica. Aquella norma, pensada para contener el gasto público en un contexto de inflación mínima, impide actualizar los precios de los contratos públicos conforme al aumento real de los costes.

“Esa ley se aprobó en un momento en el que el IPC era bajo, incluso negativo, y la economía española estaba al borde del precipicio”, recuerda Martín. “Pero hoy las circunstancias son completamente distintas. Hemos tenido inflaciones de más del 10%, los precios de los suministros y los salarios han subido, y sin embargo seguimos con la misma limitación. El resultado es que las empresas pierden capacidad para sostener contratos y mantener empleo”.

A ello se suma otro problema que el presidente de AFELIN califica de “injusto”: las prórrogas forzosas. “Si una empresa está perdiendo dinero con un contrato, la Administración puede obligarla a continuar uno o dos años más. Es un abuso. Las prórrogas deben ser siempre acordadas entre las partes. La ley, tal y como está, penaliza a quienes cumplen y asumen el coste de seguir prestando servicios esenciales”.

Flexibilidad y responsabilidad: las claves del futuro laboral

El sector también se enfrenta a la creciente falta de mano de obra disponible. Según Martín, la legislación actual no facilita la contratación flexible que requiere un servicio continuo como el de la limpieza. “Cada vez resulta más difícil encontrar personal. Hay puestos vacantes sin cubrir. Y si además las normas laborales se vuelven más rígidas, todo se complica. No se trata de recortar derechos, sino de permitir que las empresas puedan organizarse para garantizar el servicio”.

El presidente de AFELIN pone como ejemplo los nuevos permisos laborales de cinco días hábiles, que se han generalizado más allá del espíritu original de la norma europea. “Ese permiso era para cuidadores convivientes, pero en España se ha ampliado tanto que se aplica a casi cualquier caso. Y si seguimos ampliando permisos sin prever quién hará el trabajo, llegará un momento en que no habrá quien limpie, quien atienda o quien sirva”.

Martín advierte que el absentismo laboral está alcanzando niveles superiores a los de la pandemia. “España tiene una de las tasas más altas de Europa, por encima del 12%. No es creíble que seamos el país más enfermo del continente cuando presumimos de longevidad y de una sanidad excelente. Algo está fallando”.

Además, recuerda que el equilibrio entre empresa y trabajador debe basarse en la reciprocidad, “hace dos siglos la balanza estaba desequilibrada a favor del empresario; hoy ocurre lo contrario. La relación laboral se ha inclinado en exceso hacia el lado del trabajador, y eso también genera desequilibrio. Los derechos son fundamentales, pero deben convivir con las obligaciones. Si uno de los lados abusa, el sistema deja de funcionar”, sostiene Martín.

“No viviremos mejor trabajando menos, sino trabajando todos”

Más allá de las cifras y las leyes, el presidente de AFELIN lanza una reflexión de fondo: hemos de recuperar el valor del trabajo como pilar de convivencia.

“No hay que demonizar el trabajo. Todos necesitamos que alguien trabaje para poder vivir bien. Cuando tomamos un café, alguien lo ha preparado. Cuando vamos al hospital, alguien limpia, atiende y cuida. Cuando llevamos a nuestros hijos al colegio, hay profesores, cocineros y limpiadores trabajando. Unos defienden nuestros derechos como abogados, otros construyen casas… Disfrutamos de un estado del bienestar gracias al trabajo y al esfuerzo de todos”.

Jesús Martín defiende el papel social y económico de las empresas del sector. “Somos especialistas, prestamos un servicio a precio óptimo y damos empleo a quienes más lo necesitan, incluidas muchas personas con difícil empleabilidad. Además, aportamos al Estado miles de millones en impuestos y cotizaciones. Todo eso también es compromiso social”.

Sin embargo, insiste en que la flexibilidad laboral es indispensable. “No todo el mundo puede trabajar ocho horas. Hay quien estudia, quien tiene responsabilidades familiares o quien busca una jornada parcial por el motivo que sea. Pero la legislación penaliza los contratos a tiempo parcial o temporales, sin entender que son necesarios para cubrir suplencias o permisos. Si queremos mantener la calidad del servicio, necesitamos un marco que lo haga posible”.

Y añade una advertencia de sentido económico:

“Hay quien piensa que basta con tener más personal para cubrir las bajas o permisos, pero eso implica un coste adicional del 50 % en muchos casos. Es inflacionista: si un restaurante necesita el doble de camareros para poder atender igual, los precios subirán. No se trata de trabajar menos, sino de organizar mejor el trabajo para que todos vivamos mejor”.

Una cadena que no puede romperse

En su discurso late una idea central: la sociedad funciona como una cadena en la que cada eslabón importa. “Si permitimos que se rompan esos eslabones, explica Martín, el sistema se desequilibra. Si hay menos gente trabajando, los servicios empeoran, los costes aumentan y la calidad de vida se resiente. Ya lo estamos viendo: más esperas, más colas, menos atención. No es un problema de un sector, es una cuestión de país”.

Y subraya el componente moral de esa idea:

“Cada uno, desde su oficio, sostiene una parte del equilibrio colectivo. El médico, el limpiador, el conductor o el policía aportan su esfuerzo para que el conjunto funcione. Si perdemos esa conciencia de comunidad, la sociedad se degrada lentamente: la calidad de los servicios baja, la convivencia se resiente y terminamos viviendo peor sin entender por qué.”

Martín lo resume con una frase que sintetiza su pensamiento:

“No viviremos mejor trabajando menos, viviremos mejor trabajando todos”.