Mientras gran parte de Europa lidia con la desaceleración del consumo y las tensiones económicas, España avanza con paso firme en uno de los sectores que mejor reflejan el pulso del mercado: el automóvil. En el primer semestre del año, se matricularon 609 801 turismos, un 13,9 % más que en el mismo periodo del año pasado. Si la tendencia se mantiene, el país podría cerrar 2025 por encima del millón de vehículos vendidos, una cifra que no se alcanzaba desde antes de la pandemia.
Este repunte no solo consolida la recuperación del sector, sino que también deja entrever un cambio de mentalidad entre los consumidores: el coche ha vuelto a convertirse en una necesidad para muchos hogares, pero ya no cualquier coche. Hoy, el éxito se mide en eficiencia, tamaño y sostenibilidad. Y sobre todo, en precio.
Un mercado que cambia de combustible
El paisaje automovilístico español se está transformando, y lo hace con rapidez. El diésel, antaño dominante en nuestras carreteras, apenas representa ya el 5,5 % de las matriculaciones semestrales, tras una caída superior al 40 % respecto al año anterior. La gasolina resiste algo mejor —con una cuota del 29 %— pero también pierde fuelle. En cambio, la electrificación pisa el acelerador.
Por primera vez, los vehículos eléctricos puros (BEV) han superado la barrera simbólica de las 50 000 unidades en seis meses, representando cerca del 10 % del total. Si a ellos sumamos los híbridos enchufables (PHEV) y los híbridos convencionales (HEV), estos últimos ya con una cuota cercana al 40 %, encontramos que más de la mitad del mercado se inclina por alguna forma de propulsión electrificada. Una revolución tranquila, pero imparable.
El regreso del coche pequeño
En un contexto de incertidumbre económica, inflación persistente y alquileres disparados, muchos compradores españoles parecen haber vuelto al coche como quien vuelve al origen: buscando funcionalidad, sencillez y confianza. Prueba de ello es el podio de los más vendidos: el Dacia Sandero lidera con más de 20 000 unidades, seguido por el MG ZS y el renovado Renault Clio. Todos ellos tienen algo en común: precio competitivo, mantenimiento asumible y carrocería contenida. El utilitario vuelve a reinar.
Completan el top 10 modelos como el Seat Ibiza, el Peugeot 208, el Toyota Corolla, el Hyundai Tucson o el Nissan Qashqai, dejando claro que los españoles buscan —por este orden— eficiencia, tamaño compacto y fiabilidad. El segmento B, muchas veces olvidado por las marcas premium, se ha convertido en el gran protagonista del momento.
Las marcas se reorganizan
La nueva geografía de la automoción también se refleja en el ranking de fabricantes. Toyota mantiene el liderato en el primer semestre con más de 49 500 unidades vendidas, impulsada por su sólida gama híbrida (Corolla, Yaris, CH‑R). Le sigue Renault, con 45 000 vehículos, gracias al binomio Clio‑Captur y a una electrificación que comienza a despegar. Volkswagen, Seat y Kia completan el quinteto de cabeza.
Pero la gran sorpresa —y también la mayor advertencia— viene del este: las marcas chinas, con MG, BYD, Chery, Omoda o Ebro, ya superan en conjunto las ventas de Toyota. Por primera vez, un bloque chino se convierte en el segundo mayor vendedor de coches en nuestro país. No se trata de una anécdota, sino del inicio de una reconfiguración profunda del tablero industrial europeo.
Entre la oportunidad y el reto
El crecimiento del mercado automovilístico español es, sin duda, una buena noticia. Pero también lanza preguntas incómodas. ¿Está preparada nuestra red de recarga para una electrificación acelerada? ¿Pueden las marcas europeas competir en precio con los modelos chinos sin externalizar aún más la producción? ¿Será suficiente la rebaja fiscal anunciada por el Gobierno para impulsar aún más el coche eléctrico?
Lo que parece claro es que el sector vive un momento decisivo. La movilidad personal vuelve a ocupar un lugar central en la vida de los ciudadanos, pero ya no bajo los parámetros del pasado. La sostenibilidad, el precio, la tecnología y la eficiencia mandan. Y quien no entienda esta nueva lógica, quedará fuera de juego.
Madrid se sube al carro del cambio: más coches nuevos, más eléctricos y más segunda mano
En Madrid, los coches no son solo una necesidad: son parte del paisaje urbano, una declaración de intenciones y, cada vez más, una apuesta tecnológica. Durante el primer semestre de 2025, la Comunidad ha matriculado casi 282 000 turismos nuevos, consolidándose como el motor de las ventas nacionales y reafirmando su peso en la transición energética que vive el país.
Las cifras hablan de recuperación, pero también de transformación. El canal particular ha crecido más de un 18 %, reflejo de una clase media que vuelve a mirar al coche con confianza. Las empresas, por su parte, han aumentado sus compras casi un 10 %, y aunque el renting muestra una ligera contención, Madrid mantiene su liderazgo absoluto en este canal, con más de 150 000 unidades registradas en solo seis meses.
Pero lo más revelador no está solo en el volumen, sino en la dirección que toma el mercado. Los vehículos electrificados —ya sean híbridos o completamente eléctricos— han aumentado sus ventas más de un 41 % solo en junio, superando el 20 % de cuota de mercado en la región. Madrid ya no solo compra más coches: compra diferente.
Y mientras los concesionarios celebran un buen semestre, los compraventas de segunda mano no se quedan atrás. En el mercado de ocasión, la Comunidad de Madrid ha visto crecer las ventas un 23,7 % hasta junio, con más de 178 000 turismos vendidos. Solo en el mes de junio se registraron 31 419 unidades, un 41 % más que en el mismo mes del año anterior. El coche usado, especialmente el de menos de cinco años, se ha convertido en la alternativa racional frente a la subida de tipos y los retrasos de producción.
Madrid, epicentro de decisiones políticas y económicas, también lo es de la movilidad. El auge del coche eléctrico plantea nuevos desafíos: puntos de recarga aún insuficientes, zonas de bajas emisiones que obligan a cambiar de vehículo, y una población que necesita certezas para apostar por el futuro. Pero si hay una ciudad capaz de asumir este reto, es Madrid. Con más coches, sí, pero también con una mirada puesta —esta vez— en la sostenibilidad.