España se enfrenta a un grave reto en la sostenibilidad de su sistema de pensiones. Según el último informe elaborado por la consultora Mercer y el CFA Institute, nuestro país ocupa el puesto 42 de 48 en capacidad de pago de pensiones, una posición que evidencia la falta de mecanismos sólidos para garantizar el futuro de los jubilados.
El estudio destaca que mientras países como Países Bajos se han anticipado desde hace décadas con reformas estructurales, en España seguimos dependiendo de un sistema de reparto cada vez más tensionado. Los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social refuerzan la alerta: en el último año, el número de pensiones contributivas creció un 1,7%, superando los 10,3 millones de prestaciones, y el gasto mensual destinado a pagarlas aumentó en casi 795 millones de euros (+6,2%).
Países Bajos, ejemplo de sostenibilidad
El informe subraya el modelo neerlandés como caso de éxito. Allí, desde 1992 es obligatorio que trabajadores y empresas aporten a un plan público-privado de pensiones, gestionado de forma profesional para generar rendimientos que aseguren los pagos. Además, desde 2012 cuentan con incentivos fiscales para el ahorro voluntario, lo que refuerza la sostenibilidad a largo plazo.
Hoy, los pensionistas holandeses disfrutan de un doble colchón: la pensión de reparto y la derivada de ese plan público-privado, que gracias a los intereses es capaz de financiar gran parte de las prestaciones.
El déficit español
En contraposición, España arrastra un déficit cercano a los 50.000 millones de euros en pensiones contributivas, sin haber implementado medidas estructurales. El economista José Ramón Riera lo resume con contundencia: “Abróchense los cinturones que volcamos porque tenemos un verdadero problema”.
Según el informe, España solo obtiene 30 puntos sobre 100 en probabilidad de pago futuro de pensiones, frente al 83% de Países Bajos, lo que refleja la necesidad urgente de consensos políticos y sociales para abordar el desafío.
Un reto político y social
Riera recuerda que “los gobiernos que no entienden de pensiones, que no entienden de negociación y que no entienden absolutamente nada, han dejado pasar el tiempo”. Y advierte de que, si no se toman decisiones inmediatas, la alternativa puede ser muy dura: reducir las pensiones, como ya estudian países como Francia y Alemania.
La llamada es clara: sin reformas de calado, el sistema español difícilmente podrá sostenerse en el futuro.