Cuando al niño de ocho años - que a los dieciséis llegó a convertirse en Rey de España con el nombre de Alfonso XIII - se le desprendió uno de los dientes de leche, su madre la Reina Regente María Cristina decidió encargar al escritor, periodista y jesuita padre Luis Coloma (Jerez de la Frontera, 1851 – Madrid, 1915) un cuento que celebrase tal acontecimiento. Y el padre Coloma escribió en 1894 la historia de un ratón de ciudad llamado Pérez, que vivía en una caja de galletas Huntley, que estaba colocada en un estante de los sótanos de un comercio de coloniales de Madrid, en la que también vivía su esposa Katalina o Katia, como acostumbraban a llamarla los vecinos. Katia había nacido en Rusia. Pérez y ella se habían conocido con motivo de un encuentro internacional de ratones celebrado en Moscú. Sus hijas eran Adelaida y Elvira y su hijo Adolfo, que siendo ratón de biblioteca y cursando la carrera diplomática ya había roído tres importantes manuscritos inéditos en la Real Academia Española de la Lengua. Otros de los personajes eran un niño de familia humilde llamado Gilito y su madre, que vivían, con su enorme gato, en una modesta guardilla de la calle Jacometrezo. El gato se llamaba Don Gaiferos (el padre Coloma seguramente quiso recordar con ese nombre a Don Gaiferos de Montalbán , aquel peregrino que había muerto en la Catedral de Santiago de Compostela o quizá a ese otro Don Gaiferos que, según nos dijo Cervantes en el Quijote, había estado desposado con Melisendra). El cuento del ratón Pérez narra incluso la vestimenta del ratón y nos dice que utilizaba un elegante sombrero de paja, unas gafas de oro, unas zapatillas de fieltro y una cartera roja en la que guardaba los dientes que recogía durante las noches, ya que quien perdía uno de sus dientes de leche lo dejaba colocado debajo de la almohada para que el ratón Pérez lo encontrase sin mucha dificultad y pudiera dejarle el regalo merecido.

La más arraigada tradición madrileña sigue y seguirá recordando a tan ilustre personaje y el lugar donde vivía que era la conocida y muy frecuentada tienda de ultramarinos que años más tarde fue confitería Carlos Prats (nombrada por Pérez Galdós en sus obras “La desheredada” y Lo prohibido” y por Pardo Bazán en su cuento “El tranvía”) que estaba situada cerca del Palacio Real y también muy cerca de la Puerta del Sol. Y por esa razón ha sido la villa de Madrid el centro neurálgico de ese personaje que se ha hecho muy popular a lo largo del tiempo y que hoy en día sigue representando la magia de los niños a los que se les cae un diente de leche; pues en nuestro país como en muchos otros países de Hispanoamérica se ha ido sucediendo la tradición durante muchas generaciones.
El cuento “Ratón Pérez” del padre Coloma ha sido leído o escuchado por millones de niños, en los que ha dejado un poso de magia y de ternura.
El cuento va dirigido a Buby, que era como la reina María Cristina acostumbraba a llamar a su pequeño hijo Alfonso. Y, por lo tanto, queda así representado como uno de los más destacados personajes de la historia, en la que Buby se hace protagonista activo, ya que en diversas ocasiones es el que acompaña al ratón Pérez en sus aventuras. Porque Pérez le había propuesto una condición: Buby debería de dejarse convertir en ratón para poder recorrer juntos los agujeros,las rendijas, los recovecos y las cañerías de aquel viejo Madrid. De modo que cuando despertaba por las mañanas no sabía con exactitud si la aventura nocturna había sido un mero sueño o si había sucedido de verdad.
Tal acontecimiento mereció un cuento escrito y publicado, un cuento que, poco a poco, había ido transformándose en literatura oral. Al revés de lo que suele suceder en la literatura, ya que, generalmente, son las tradiciones orales las que con el tiempo se transforman en cuentos escritos. Y hoy son poquísimas las personas que no han escuchado esta historia de la boca de sus antepasados.
El Padre Coloma había sido uno de los consejeros y cronistas más destacados de la Corona de España. Fue también miembro de la Real Academia Española y su discurso de ingreso versó sobre el también jesuita Padre Isla, autor de “Fray gerundio de Campazas, alias Zotes”. Coloma participó en algunas de las tertulias literarias más célebres de Madrid. Compartió amistad y cercanía con José María de Pereda, Benito Pérez Galdós, José de Echegaray, o Emilia Pardo Bazán, que en más de una ocasión lo tuvo presente en sus críticas literarias, en las que llegó a señalar que no estaba de acuerdo con el tono moralizante de sus obras.
El padre Coloma escribió además de este cuento otros muchos libros de interés. De entre ellos hoy cito el titulado “Pequeñeces” ya que trata directamente de un notable fragmento de la alta sociedad madrileña de finales del siglo XIX.
El cuento “Ratón Pérez” se publicó - de modo independiente - en 1911. los dibujos eran del ilustrador Mariano Pedrero.