Anécdotas literarias de Madrid

Manuel Machado y Antonio Machado en Madrid

Manuel Machado y Antonio Machado
photo_camera Manuel Machado y Antonio Machado

Madrid ha sido, sin duda, una villa profundamente machadiana; pues hay que tener en cuenta que la familia Machado se fue a vivir a Madrid en el año 1883 cuando Manuel tenía nueve años de edad y Antonio ocho recién cumplidos. En la villa vivieron con plenitud esos primeros años de infancia y juventud y allí empezaron a inmiscuirse en los ambientes literarios a medida que iban haciéndose  adultos. Participaron en las tertulias de los cafés y los teatros, y de ese modo se fueron relacionando con otros muchos escritores de aquel tiempo: Valle-Inclan, Pío Baroja, Mariano Miguel del Val, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Antonio de Zayas (poeta del modernismo), Francisco Villaespesa (poeta y dramaturgo del realismo) o Rubén Darío, entre otros. Ambos hermanos frecuentaron - muchas veces juntos - los ambientes culturales madrileños a lo largo de las diferentes etapas de sus vidas, y además convivieron entre ellos y con el resto de hermanos en la más profunda cercanía fraternal. No existió entre Manuel y Antonio ningún tipo de rivalidad, ya que incluso escribieron juntos numerosas obras de teatro: “Las adelfas” (obra de tres actos en verso estrenada en 1928). “Desdichas de la fortuna o Juanillo Valcárcel”(también escrita en verso y estrenada en el teatro la Princesa de Madrid en 1926). “La Lola se va a los puertos” (obra cumbre de su creación teatral. Está escrita en tres actos. Fue estrenada en el Teatro Fontalba de Madrid en 1929. De esta obra ha habido numerosas versiones, algunas cinematográficas e incluso una zarzuela), “La prima Fernanda” (estrenada en 1931), o Juan de Mañara (estrenada en 1927. Es una obra de teatro en la que las protagonistas Elvira y Beatriz disputan sobre el amor, la muerte, las pasiones y la honra a lo largo de una trama que revisa profundamente el mito de Don Juan)...

Los hermanos Manuel y Antonio Machado fueron muy prolíficos cuando escribieron juntos y también lo fueron cuando escribieron por separado. Sus sentimientos políticos, en muchas ocasiones, eran contrarios e incluso contradictorios, pero nunca fueron causa de ningún tipo de distanciamiento; ya que, en realidad, ejercieron siempre la cercanía y los vínculos estrechos que tuvieron mucho que ver con sus universos familiares, vitales y, por supuesto, literarios. Y, aunque ha habido autores que se empeñaron en distanciar a Manuel de su hermano Antonio, lo cierto es que nunca impulsaron desencuentros que alterasen, de modo significativo, su entrañable y afectuosa relación. Ambos hermanos habían cursado estudios en la Institución Libre de Enseñanza, y hoy día los dos conservan placas conmemorativas en diferentes espacios de la capital de España. También habían vivido la infancia junto a sus otros hermanos: José (fue pintor, dibujante y profesor de dibujo en la Residencia de Estudiantes. Asistió a los sepelios de su madre y de su hermano Antonio en Colliure. Poco después se exilió en Chile de donde nunca regresó.), Joaquín (fue periodista. Se exilió también en Chile con su hermano José y tampoco regresó a España. Dejó una libreta manuscrita con 104 aforismos.), Francisco (estudió Derecho y llegó a ser funcionario del Cuerpo de Prisiones. Fue autor de un libro en tono épico, escrito en verso y titulado “Leyendas toledanas” y de varios artículos y poemas que publicó en “Nuevo Mundo, “La Correspondencia de España” y “El Castellano”) y Cipriana (murió en Madrid a los diez años de edad de una neumonía).

Años más tarde, incluso residiendo Manuel y Antonio en otras ciudades, volvieron a menudo a la villa por diferentes motivos. Antonio, por ejemplo, después de haber enviudado de Leonor Izquierdo y tras haber conocido a Pilar de Valderrama “Guiomar”regresaba casi todos los fines de semana desde Segovia. Solía llegar en ferrocarril a la Estación del Norte para después acercarse  caminando hasta el Paseo de Rosales y encontrase con ella, pero también con su propia familia, a la que estuvo muy unido. En el año 1931 regresó a Madrid porque obtuvo una plaza de profesor en el Instituto Calderón y unos meses después en el Instituto Cervantes. El comienzo de la Guerra le tocó en la capital, y en ella permaneció durante un tiempo. Y fue precisamente en esos días cuando escribió el poema: ¡Madrid, Madrid!, ¡Qué bien tu nombre suena, / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgrana, el cielo truena, / tú sonríes con plomo en las entrañas...Incluso ya estando en el exilio escribió en la revista “Hora de España” un emotivo texto sobre Madrid.

Manuel, por su parte, se convirtió en un poeta cercano al régimen de Franco y una vez concluida la guerra dejó Burgos y regresó a Madrid. Vivió con su esposa Eulalia Cáceres en la calle Churruca hasta el día de su muerte.

La relación cercana, personal e íntima de Manuel y de Antonio duró toda la vida y siempre fue ajena a los avatares de un pensamiento político dispar, de tal modo que cuando Manuel, residiendo en Burgos, se enteró en febrero del año 1939 del fallecimiento de Antonio que estaba en el exilio republicano, y aun siendo consciente de que sería imposible llegar antes de que fuese enterrado, se dirigió de modo inmediato a Colliure (Francia) porque sintió el urgente deseo de volver a estar cerca de su hermano. Y así llegó al cementerio cuando Antonio ya estaba sepultado. Manuel pasó horas pegado a aquella sepultura durante los días de permanencia en Francia. La vida en ocasiones ofrece situaciones sorprendentes quiso que Ana Ruiz, madre de los poetas, también muriese en Colliure tres días después de expirar su hijo Antonio y fue enterrada en su misma sepultura. Uno de los más apasionados poemas dedicados a Antonio Machado lo había escrito Manuel poco ante de la muerte de su hermano. Una de las estrofas dice: ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera! / ¿Qué dicen, sin decir nada…? / Sin contar nada, ¿Qué cuentan…? / De esas palabras sencillas / ¿ Qué puso Antonio en las letras ? / ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!

Manuel Machado y Antonio Machado fueron grandes poetas que vivieron diversas situaciones y acompasaron sus mundos inauditos como auténticos hermanos.

Existe una interesante anécdota acerca de los Machado de la que Borges es protagonista. Se cuenta que le preguntaron en una ocasión a Jorge Luis Borges si conocía al poeta Antonio Machado y respondió ¿Dice usted Antonio Machado? ¡No sabía que Manuel tenía un hermano! Ya que en aquellos tiempos Manuel era un poeta muy reconocido y popular y Antonio no encajaba tanto en la filosofía de Borges. Para el poeta argentino Manuel era el Machado bueno porque representaba la poesía popular y conocida y Antonio el Machado malo, ya que representaba la poesía introspectiva y emocional, la poesía interior y, en aquellos tiempos,  era mucho menos conocida. 

Manuel murió en 1947. Su esposa dijo a sus seres más cercanos: “muerto Manuel ha terminado el mundo” y a partir de esa fecha recogió su vida junto a las religiosas del Cottolengo del padre Alegre. Era un centro en el que se atendían a más de doscientos niños pobres que padecían enfermedades incurables. Pero antes de ingresar se dedicó a cuidar a su sobrino que había enfermado de tuberculosis. El poeta José María Pemán dedicó estos versos a su amigo: Cuando se murió Manuel, / Antonio, de verde y oro, / le esperaba en el dintel… / ¡Ahora te toca tu toro!