Pedro de Répide y Gallegos nació en la calle de la Morería de Madrid el día 8 de febrero de 1882 y también murió en Madrid el 16 de febrero de 1948. En el año 1923 fue nombrado por el alcalde Joaquín Ruiz Giménez “Cronista Mayor y Oficial de La Villa de Madrid” (cargo honorífico y no remunerado). Fue un escritor y periodista que se vio profundamente inmerso en lo que la capital de España entonces representaba y ofrecía. Y allí fue donde simultaneó vida, peripecias, pesares, trances y literatura. Precisamente la literatura, sus libros y sus crónicas le sirvieron para imaginar y enraizar su propia leyenda. Leyenda que fue recreando poco a poco para sorpresa y regocijo de sus contemporáneos. Aseguraba ser descendiente de Caterina Cornaro (última reina de Chipre entre 1474 - 1489), nieta, nada menos, que de Nicholas Crispo, Señor de Syros. Por esa razón, también fue conocido en su tiempo como Pedro de Répide y Cornaro.
A lo largo de su vida hizo correr otras leyendas personales - o quizá no leyendas - que unas veces contaban que era uno de los hijos naturales que había tenido la Reina Isabel II con un clérigo importante muy cercano a la Corte. Y en otras ocasiones aseguraba ser hijo natural de uno de los hijos varones que tuvo la reina regente María Cristina de Borbón- Dos Sicilias, que había estado desposada con Fernando VII y con Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, con quien había contraído en secreto matrimonio morganático. A su segundo marido le dio el título de duque de Riánsares con grandeza de España.
Pedro de Répide fue un autor modernista que en la primera mitad del siglo XIX ya estuvo estrechamente vinculado con el mejor casticismo madrileño y con aquel grupo de escritores que se caracterizaba por el uso de determinadas vestimentas, costumbres castizas de chulapos y modos de expresarse. Se relacionó con los círculos que frecuentaban Carlos Arniches, Ramón Gómez de la Serna, Ramón de la Cruz, Ramón del Valle-Inclán, Benito Pérez Galdós o Mesonero Romanos. Era una de las tribus urbanas de ese tiempo...
Solía firmar muchos de sus trabajos con el seudónimo de “El Ciego de las Vistillas”
Publicó un primer poemario en 1901 con el título de “Las Canciones”. Estudió leyes y filosofía y letras en la Universidad Central de Madrid y realizó cursos en La Sorbona. En Francia desempeñó el cargo de secretario y amanuense de correspondencia, cuando la Reina Isabel II estaba desterrada y residía en el Palacio de Castilla de París. Meses después de haber muerto la reina, en 1904, Pedro de Répide regresó a Madrid, donde ejerció, sobre todo, como periodista. Escribió en “Blanco y Negro”, “La Esfera”, “Nuevo Mundo”, y “El Liberal”. Y fue uno de los fundadores de la revista “Libertad” en la que colaboró hasta el año 1936. En ella publicó una interesante serie de artículos que versaban sobre las calles de Madrid. Ya muerto el autor fueron recopilados en un libro titulado “Las calles de Madrid”
Había sido uno de los fundadores de la “Asociación de Amigos de la Unión Soviética”, creada poco antes de la Guerra Civil Española. Eso motivó que tuviese que alejarse de España, primero fue a Tánger y desde allí a Venezuela, donde vivió once años. Regresó a España en 1947, pero las particularidades de su vida pasada y el estado físico de gran decrepitud lo colocaron en el ostracismo severo. Un año después falleció.
El grueso de la temática de su obra se centró en Madrid. Y entre sus libros figuran títulos tan madrileños como los siguientes: “Chanberí por Fuencarral”, Isabel II, reina de España” o “Del Rastro a Maravillas”. También fue autor de novelas, algunas también inspiradas en los ambientes de Madrid: “El Madrid de los abuelos”, “Costumbres y devociones madrileñas”, “La villa de las siete estrellas”, “Del rancio solar” o “La torre sin puerta”. Fue autor de teatro y de algunos libros de poesía.
Pedro de Répide fue el primero que se atrevió a insinuar que el padre verdadero de Alfonso XII había sido Antonio Puig Moltó (seguramente fue un nombre figurado), pero con esa manifestación hacía una similitud intencionada o una aproximación un tanto grotesca y descarnada, en la que asociaba, quizá a través de un nombre ficticio, el de Enrique Puigmoltó y Mayans (que según Ricardo de la Cierva había sido uno de los amantes de la reina Isabel II) y así, de ese modo, sacudía el polvo y jugaba al despiste y a la intriga, poniendo rostro al verdadero padre, que también podría haber sido Federico Puig Romero (de quien se especuló en ese tiempo que podía haber sido el auténtico padre del rey Alfonso XII) pero no se supo con rotunda certeza. Lo cierto es que todo esto que contaba Pedro de Répide estaba relacionado con su información privilegiada… Ya que conoció muy de cerca muchos de los secretos de la reina Isabel.
Pedro de Répide solía vestir con capa madrileña. Generalmente llevaba el rostro empolvado e iba siempre repeinado con la raya al medio. Asistió a tertulias a las que solían asistir algunos otros homosexuales que - en esos tiempos de entonces – disimulaban serlo.
En su obra “Estampas grotescas” dejó pasajes humorísticos con los que retrató con ironía la vida madrileña que había frecuentado. Fue un personaje excéntrico de voz aguardentosa y ahuecada al que González Ruano comparaba con un domador de leones, pues esa era su imagen. Su carácter fue contradictorio. Era alto, delgado, casi enjuto. Caminaba observando minuciosamente, para después escribir cuanto veía. En algunas ocasiones era solitario e incluso intentaba evadirse entre la gente. Solía ir excesivamente perfumado.
En la calle de la Morería número 5 de Madrid hay una placa que recuerda a aquel autor tan madrileño que fue el primer cronista de la villa.