Anécdotas literarias de Madrid

Rivalidades de Luciano Francisco Comella y Leandro Fernández Moratín

La comedia nueva, o el café - Real Academia Española
photo_camera La comedia nueva, o el café - Real Academia Española

Luciano Francisco Comella (Vic, 1751 – Madrid, 1812) y Leandro Fernández Moratín (Madrid, 1760 – París, 1828) vivían inmersos en una enquistada rivalidad literaria que ya venía de antiguo; aunque a lo largo del tiempo se habían ido agudizando las discrepancias que ambos autores mantenían en torno al teatro. Quizá la mecha de tal enemistad se encendió cuando Moratín acusó de plagio a Comella y de ser un escritor falto de talento, con mal gusto, burdo, ramplón y vulgar. Luciano Francisco Comella y su hija, la también autora teatral Joaquina Comella (Madrid, 1778 – Madrid, 1800. Esa es la fecha que consta en su partida de defunción, aunque en realidad se sabe poquísimo de su vida. Benito Pérez Galdós la da por viva en 1805 y hay otras referencias que aseguran que vivió hasta 1812. La muchacha era jorobada y de salud muy quebradiza. Quizá, en más de una ocasión, ayudó a su padre a escribir algunas de sus comedias), se habían sentido aludidos en “La comedia nueva o el café” que Leandro Fernández Moratín estrenó en Madrid en febrero de 1792. El caso se acentuó cuando Comella conoció la comedia y se encontró caricaturizado en el personaje de Eleuterio Crispín de Andorra, que representaba a un autor inculto y con muy escasos conocimientos teatrales, y lo peor de todo fue cuando vio que su hija también había sido parodiada a través de otro personaje llamado Doña Mariquita, que aludía a las mujeres que dejaban de lado sus obligaciones domésticas para escribir teatro. Y fue tal el revuelo que la comedia provocó en los ambientes literarios madrileños que trajo cola, pues años después Benito Pérez Galdós se sirvió de los dos personajes moratinianos y los dejó plasmados en su novela “La Corte de Carlos IV” (segunda novela de la serie de Los Episodios Nacionales) que publicada en 1873 los nombró recibiendo la limosna que les daba la cómica Pepita González… Comella se sintió ofendido por lo que insinuaba la “Comedia nueva o el café” y eso le llevó a solicitar la censura, ya que la creía altamente infamatoria para él y para toda su familia. Fue entonces cuando dirigió un escrito a Lorenzo Igual de Soria, Vicario Eclesiástico de Madrid, en el que pedía que se prohibiese la representación, y en ese mismo escrito recordaba a los censores toda la documentación de la que disponía el Archivo Histórico Diocesano de Madrid. Porque Comella - aun siendo uno de los dramaturgos más taquilleros de su tiempo - se había sentido injuriado en la comedia que ya se estaba representando.  

Leandro Fernández Moratín se defendió. En principio lo hizo manifestando que su obra ya había pasado por cinco censuras, que los censores solamente se habían despachado haciendo elogios y que ya tenía todas las licencias necesarias para que su comedia se pudiese representar. Siempre negó cualquier parecido entre Comella y Eleuterio Crispín de Andorra, asegurando que su comedia era, sobre todo, bienintencionada. Y Luciano F. Comella, entre tanto, siguió escribiendo y representando con mucho éxito. Pero los historiadores literarios del XIX y del XX lo hundieron, porque tomando como referencia lo que opinaba Moratín y nunca lo trataron como a un buen escritor. Se le hizo el vacío y fue excluido de muchos libros de texto.

Comella también escribió en periódicos e incluso fue uno de los fundadores de “El Diario de las Musas” en el que solía firmar con los seudónimos “El Impertinente” y “El Abogado de los Pedantes” (Moratín, por cierto, tituló otra de sus comedias “La Derrota de los Pedantes, y en ella volvió a hacer una crítica de los escritores pedantes y sin decoro). Y Comella dio, de algún modo, respuesta a Moratín con su obra “El Violento Universal o el Café” (texto, por cierto, absolutamente literario) donde trató los asuntos con sarcasmo e ironía a través de personajes ridículos y grotescos que hacían insulsas referencias a Moratín y a su obra.  

Comella no escribió parodias contra Moratín, pero, a través de su modo de entender el teatro, daba una respuesta a su oponente, que seguía manifestando en todas partes que el teatro de Comella era absolutamente incongruente, vulgar y disparatado. Insinuando incluso que era un autor que escribía deprisa y corriendo, sin mucha reflexión, a la luz de las velas de los tugurios de la calle del Príncipe... Aunque hoy día ha llegado a considerarse que Comella es uno de los precursores del melodrama moderno.

Pero, entre unas cosas y otras, ambos autores habían fomentado dos concepciones teatrales completamente opuestas: una pretendía llevar al teatro las reglas del clasicismo francés y la otra solamente aspiraba a llenar todas las noches un teatro en Madrid... Comella, mientras tanto, con sus obras populares y con su público bullicioso y entregado siguió abarrotando los teatros con estrenos continuos y apabullantes. Moratín, quizá con menos público, siguió siendo el dramaturgo ilustrado que aspiraba a reformar el teatro español. Los partidarios de Moratín aplaudieron la sátira representada en “La comedia nueva o el café” y los partidarios de Comella aprovecharon la oportunidad para llamar a Moratín afrancesado y ridículo. Pero en aquel viejo Madrid se sabía que, aun siendo enemigos, ambos autores coincidirían a menudo en algunas de las fondas y cafés de la Plaza de Santa Ana y de la calle del Príncipe.