“No sabemos en qué instante la humanidad descubrió que podía confiar su memoria a las páginas, pero desde entonces los hombres y las mujeres han habitado los libros como quien entra en una casa que no se derrumba, como quien encuentra una morada en medio del desierto del tiempo. No es casual que los imperios hayan temido a los libros tanto como a los ejércitos, ni que los tiranos hayan temblado ante la posibilidad de que una frase escrita pueda ser más poderosa que sus decretos.”
Así comienza Mientras alguien lea, ensayo del escritor y poeta dominicano Marino Berigüete, quien también firma en este diario la columna Piedradura.
Este libro no es solo una reflexión sobre la lectura: es una meditación luminosa sobre lo que significa ser humano en el siglo XXI, cuando el vértigo digital amenaza con silenciar el tiempo interior.
En la contraportada, Berigüete nos confía: “Empecé a leer en una ciudad del sur, frente a la mar”, y con ello nos sitúa en un territorio simbólico: el mar como primera biblioteca, la ola como página en movimiento. Leer, nos dice, es escuchar otra marea. “Cada página tiene el pulso de una ola, cada libro abre un horizonte.” Esa imagen inicial, cargada de belleza y nostalgia, atraviesa todo el ensayo como una respiración constante: el mar y la lectura se funden en un mismo rumor que sostiene la vida.
Berigüete no escribe solo desde la teoría, sino también desde su experiencia íntima de lector que dialoga con su infancia, con el mar, con sus maestros y con la tradición. En sus páginas, leer es resistir el olvido: un gesto de lentitud en un mundo que corre hacia ninguna parte. “Leer nos concede la pausa, la lentitud, el tiempo de la reflexión”, afirma, y en esa frase late una postura ética: leer como acto de resistencia frente al ruido, la manipulación y la mentira.
Con prosa serena y precisa, el autor recuerda que todos los regímenes autoritarios han temido a los libros porque “un lector crítico es menos dócil, más difícil de domesticar”. Leer, entonces, no solo nos humaniza, sino que nos libera. “La libertad no se hereda —escribe citando a Octavio Paz—, se conquista cada día. Y esa conquista cotidiana se libra también en la práctica silenciosa de la lectura.”
El ensayo viaja del mar al presente digital sin perder profundidad. En tiempos donde la información se confunde con conocimiento y el dato con sabiduría, Berigüete advierte: “El siglo XXI no reduce la importancia de la lectura, la multiplica.” Leer hoy —dice— es un acto revolucionario, una forma de recuperar la capacidad de concentración y pensamiento crítico que los algoritmos intentan diluir. “¿Queremos ciudadanos informados o ciudadanos cultos? ¿Consumidores de datos o sujetos capaces de pensar por sí mismos?”, se pregunta con lucidez.
El autor dialoga con Borges, Vargas Llosa, María Zambrano y Calvino entre otros grandes pensadores y escritores. Cada cita establece una conversación viva con quienes comprendieron que la literatura no solo acompaña: revela. “Leer nos hace estar vivos dos veces: en uno mismo y en el otro.” Esa doble vida del lector —la que habita su interior y la que se expande en la conciencia ajena— es el hilo secreto que une los capítulos de este ensayo.
En su defensa apasionada de la lectura como fundamento de la cultura, Berigüete afirma que leer, recomendar lecturas y escribir forman una tríada inseparable: “Cada lector se convierte en recomendador, y cada recomendador, en potencia, en escritor.” La lectura, entonces, no es un acto pasivo, sino circular: un tejido de voces que enlaza generaciones.
El último capítulo cierra con una pregunta esencial: ¿por qué seguimos leyendo? Y el autor responde con la hondura de quien sabe que la literatura no se mide en resultados:
“Quizá porque leer nos hace sentir vivos de un modo distinto, más profundo, más pleno.
Porque en las páginas encontramos lo que somos y lo que podríamos ser.
Porque leer nos acompaña en la soledad, nos consuela en el dolor, nos intensifica en la alegría.
Porque, en última instancia, leer es una forma de libertad.”
Mientras alguien lea es un ensayo que devuelve esperanza en la palabra, una defensa amorosa del libro como espacio de pensamiento y refugio.
Marino Berigüete es diplomático de carrera, politólogo, escritor y poeta dominicano. Ha representado a su país como embajador ante Paraguay, Honduras y Belice, y es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Licenciado en Derecho y con maestrías en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas, ha combinado la diplomacia con la literatura en una obra diversa que incluye cuentos, narrativa, poesía y ensayo. Entre sus exitosos títulos destacan 13 cuentos supersticiosos del Sur, Odas a Barahona, El Plan Trujillo y Señales de voces.
Con este nuevo libro reafirma su convicción de que la palabra es un territorio donde la humanidad se reencuentra consigo misma.
Y mientras alguien lea —como el título promete—, seguiremos desdibujando fronteras.