En medio del apagón masivo que dejó sin electricidad, red móvil ni internet a buena parte de España el pasado 28 de abril, un sistema tecnológico demostró que la innovación puede marcar la diferencia entre el caos y la continuidad asistencial. Se trata de Vulpix SmartER, una solución de telemonitorización de pacientes que continuó funcionando con normalidad en residencias y entornos de hospitalización domiciliaria, garantizando la atención a pacientes vulnerables incluso en las condiciones más críticas.
Durante más de 18 horas, la mayor parte del sistema eléctrico nacional quedó colapsado. El transporte, el comercio, los hospitales y las telecomunicaciones se vieron gravemente afectados. Sin embargo, los dispositivos de Vulpix siguieron monitorizando signos vitales, enviando alertas y registrando datos de salud esenciales en tiempo real, tal y como harían en cualquier jornada habitual.
Tecnología que no se apaga cuando más se necesita
Desplegado en residencias de mayores y hospitales en toda España, el sistema Vulpix SmartER se diseñó desde el inicio para ser resiliente frente a fallos de red y cortes eléctricos, algo que su desempeño durante el apagón ha validado con creces.
“No tuvimos ningún problema con Vulpix SmartER. A pesar de que todo lo demás dejó de funcionar, los pacientes siguieron siendo monitorizados en todo momento”, afirma Maite T., jefa de Enfermería en una cadena de residencias del país. “Los pacientes tuvieron sus pautas de monitorización cuando lo necesitaron”, subraya.
Este sistema permite a los profesionales sanitarios supervisar de forma remota a múltiples pacientes al mismo tiempo, reduciendo la necesidad de visitas presenciales para tareas rutinarias, como la toma de constantes vitales. Así, en situaciones de emergencia, el personal puede concentrarse en la atención directa, sabiendo que el seguimiento clínico sigue activo y centralizado.
Redundancia energética y comunicaciones seguras
El secreto de esta fiabilidad radica en su arquitectura: Vulpix SmartER cuenta con baterías de respaldo, protocolos seguros de transmisión y sistemas redundantes, que le permiten seguir funcionando cuando otras tecnologías fallan. Durante el colapso del 28 de abril, con estaciones base de telefonía móvil inactivas y cortes en redes fijas e internet, los equipos de Vulpix desplegados en residencias siguieron conectados y operativos.
Esto permitió detectar de inmediato cualquier posible desestabilización de los pacientes: desde alteraciones respiratorias en tratamientos con oxigenoterapia, hasta parámetros críticos como saturación de oxígeno, pulso o temperatura.

Aunque los detalles técnicos del sistema de conexión forman parte del know-how de la compañía, desde Vulpix explican que su solución está diseñada con una arquitectura de comunicación redundante —similar al sistema de seguridad que utilizan los aviones— que garantiza la continuidad del servicio incluso ante un fallo en las infraestructuras convencionales.
“Para que se entienda fácilmente, podríamos decir que el sistema de comunicación funciona de manera muy parecida a la que emplea el servicio de emergencias 112”, explican desde la compañía. Esta robustez ha sido clave para que las alertas y los datos clínicos de los pacientes siguieran transmitiéndose y registrándose en tiempo real durante todo el apagón.
Una solución pensada para los más vulnerables
El apagón evidenció la fragilidad de una sociedad hiperconectada, pero también el valor de la tecnología diseñada con propósito sanitario y visión de futuro. Para colectivos como los mayores o pacientes crónicos, contar con un sistema que garantice continuidad asistencial en cualquier circunstancia puede marcar la diferencia entre una situación controlada y una emergencia agravada.
“Esta experiencia no es solo un caso de éxito tecnológico, sino una llamada a la acción para integrar este tipo de soluciones en todas las residencias y centros médicos del país”, apuntan desde la compañía.
Clave para el futuro de la sanidad digital
Vulpix ha demostrado que los sistemas de inteligencia artificial aplicada a la salud pueden ser parte del sistema nacional de seguridad sanitaria, no solo como herramientas de eficiencia, sino como elementos críticos de protección frente a emergencias.
Su funcionamiento durante el apagón se convierte en ejemplo de buenas prácticas en telemedicina, que puede ser replicado en otros entornos y territorios, especialmente ante fenómenos extremos, ciberataques o colapsos de red.