Mientras el calor del verano madrileño rodea el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en las aulas de la Universidad Complutense se discuten los pilares del futuro institucional de España. En la cuarta semana de su 38ª edición, los Cursos de Verano han reunido a ministros, científicas, alcaldesas y académicos para debatir sobre cómo reinventar el servicio público en un tiempo de aceleración global: una justicia más eficiente, una ciencia más abierta y unas ciudades más sostenibles.
Desde el anuncio de la mayor reforma judicial en casi dos siglos, hasta la reivindicación del modelo SAMUR como historia de éxito urbano, pasando por la ciencia de datos e inteligencia artificial aplicada al cambio climático, las jornadas han ofrecido una panorámica única sobre los retos del Estado en un contexto de transformación transversal.
Reforma judicial: 2.500 jueces para un nuevo modelo
“Estamos sustituyendo una ley de 1835. No es una metáfora: es literal.” Así resumió el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, la magnitud de la reforma que ya ha comenzado a aplicarse. El nuevo modelo de Tribunales de Instancia pone fin al esquema de juzgados unipersonales, aliviando las cargas de trabajo e introduciendo un sistema más flexible y colaborativo.
Desde el pasado 1 de julio, este cambio está en marcha, y lo acompañará una convocatoria histórica de 2.500 nuevas plazas para jueces y fiscales en los próximos tres años. El dato no es menor: según explicó Bolaños, algunas convocatorias anteriores apenas superaban las 100 plazas, cuando no se quedaban directamente en cero.
Además de modernizar la planta judicial y responder a los estándares europeos en ratio de magistrados por habitante, la reforma permite un uso más eficiente de los recursos públicos: el coste de crear un juzgado se multiplica por seis en forma de nuevas plazas, ya que no se requieren nuevas sedes físicas. En palabras del ministro, "es la transformación estructural más ambiciosa de la justicia española en décadas".
SAMUR-Protección Civil: marca Madrid, estándar global
Fundado oficialmente en 1992, SAMUR-Protección Civil es hoy mucho más que un servicio municipal: es un símbolo de eficiencia, proximidad y gestión pública bien diseñada. Con una valoración media de 9,56 sobre 10 entre los ciudadanos madrileños y 95 millones de euros de presupuesto para 2025, el servicio es un ejemplo de cómo las políticas locales pueden alcanzar impacto internacional.
Lo subrayó la vicealcaldesa y alcaldesa en funciones de Madrid, Inmaculada Sanz, al recordar que SAMUR es el único servicio municipal de emergencias en España acreditado por la OMS como equipo internacional de intervención médica. En sus palabras, representa “una de las mejores cartas de presentación de lo que significa Madrid como ciudad comprometida con sus ciudadanos”.
El curso en torno a SAMUR no solo ha servido para rendir homenaje a sus tres décadas de historia, sino también para evaluar sus retos futuros, desde el refuerzo de personal hasta su papel en emergencias climáticas y pandemias.
Ciencia abierta: recuperar la confianza con transparencia
Una de las transformaciones menos visibles pero más necesarias es la de la propia ciencia. Así lo defendió la investigadora Maite Melero, del Barcelona Supercomputing Center, al hablar de la crisis de reproducibilidad que afecta al mundo científico desde hace años. “La ciencia cerrada y fragmentada ha generado opacidad, desigualdad y desconfianza. La ciencia abierta es nuestra mejor defensa contra todo eso”, afirmó.
Este movimiento, respaldado por la UNESCO, propone principios como FAIR (Findable, Accessible, Interoperable, Reusable) y promueve el acceso libre a los datos generados con financiación pública. La digitalización y el uso de inteligencia artificial permiten que el conocimiento fluya, se compruebe y se aplique con mayor responsabilidad.
Más allá del marco técnico, Melero enfatizó su valor ético: “Los ciudadanos financian la ciencia. Tienen derecho a entenderla, auditarla y beneficiarse de ella”.
Ciudades climáticamente neutras: el rol estratégico de las universidades
Uno de los debates con mayor proyección fue el que giró en torno a las misiones climáticas de la Unión Europea. El programa “100 ciudades inteligentes y climáticamente neutras” —en el que participan Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Valladolid, Zaragoza y Vitoria-Gasteiz— busca alcanzar la neutralidad en carbono antes de 2030. Sin embargo, no todo es optimismo.
Elvira Uyarra, investigadora de la Universidad de Mánchester, alertó de los riesgos de una “ceguera espacial”: aplicar soluciones universales sin atender a los contextos locales puede profundizar las desigualdades regionales. Además, advirtió sobre “la trampa de la innovación”: misiones que priorizan tecnología y economía en detrimento de factores sociales o energéticos.
En ese contexto, las universidades —y muy especialmente la Complutense— emergen como actores clave. “Son imparciales, tienen continuidad más allá de los ciclos políticos y pueden funcionar como verdaderos laboratorios vivientes”, dijo Uyarra.
Como ejemplo, se destacó la Oficina Técnica de la Misión Climática Madrid-UCM, así como los cursos europeos de la alianza UNA Europa, donde estudiantes resuelven retos reales con IA y ciencia de datos financiados por entidades como BOSCH.
Reformas con horizonte público
En tiempos de ruido y urgencia, los Cursos de Verano de la Universidad Complutense reafirman su vocación: ser un espacio de pensamiento crítico, institucionalidad y debate útil para los ciudadanos. La reforma judicial, el ejemplo del SAMUR, la reivindicación de la ciencia como bien común y el papel de las universidades en la transición ecológica no son solo temas académicos: son decisiones que configuran el presente y el porvenir de España.
La clave está en que todas estas transformaciones, desde la justicia hasta la energía, se orienten al bien común, sean sostenibles y estén abiertas a la sociedad. Porque reformar no es solo cambiar las leyes o los protocolos: es también repensar el sentido del servicio público.