La dimisión de Noelia Núñez, diputada del Partido Popular y uno de los rostros más jóvenes del partido, ha sacudido el escenario político nacional al reavivar el debate sobre la veracidad de los currículums académicos de los políticos. Núñez renunció a todos sus cargos —tanto institucionales como orgánicos— tras admitir que no había finalizado sus estudios universitarios, tal y como se daba a entender en su ficha del Congreso.
“La mejor manera de pedir perdón es dimitiendo”, declaró la exdiputada, quien reconoció haber cometido un error y asumió su responsabilidad sin dilación. Esta decisión fue valorada por la dirección del PP como un gesto de ejemplaridad política. Sin embargo, su renuncia ha dejado al descubierto una larga lista de cargos, especialmente del PSOE, que también han incurrido en falsedades o ambigüedades en sus historiales académicos, sin que hayan asumido responsabilidades similares.
Una lista larga y polémica en la cúpula del PSOE
La reacción inmediata del Partido Popular fue señalar con nombres y apellidos a varios dirigentes socialistas, empezando por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuya tesis doctoral ha sido cuestionada desde hace años por presunto plagio y falta de rigor académico. Aunque Sánchez publicó su tesis y defendió su legitimidad, las dudas sobre la autoría real y la composición del tribunal evaluador persisten.
La delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, es otro caso señalado. Hasta abril de 2025 figuraba en la web del PSOE como “licenciada” en dos titulaciones que en realidad no terminó. Tras conocerse el error, modificó su biografía para indicar que “inició estudios en...”.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, quien cuestionó públicamente a Núñez, también ha sido acusado de inflar su formación al presentar como máster un curso no oficial de la Fundación Jaime Vera, una institución formativa del PSOE sin rango universitario.
También figuran en esta lista otros dirigentes como Cristina Narbona, presidenta del PSOE, que durante años se presentó como doctora en Economía por una universidad que no otorgaba doctorados en la fecha señalada; Patxi López, portavoz socialista, que indica que “estudió Ingeniería Industrial” sin haber finalizado la carrera; o José Blanco, exministro de Fomento, que se declaró abogado sin haber concluido Derecho.
Dimisión excepcional, práctica común
La renuncia de Núñez ha sido calificada por muchos sectores como un ejemplo raro de coherencia política, en un escenario donde los errores y las exageraciones curriculares no suelen tener consecuencias. A pesar de las similitudes entre su caso y los de otros dirigentes, pocos han asumido responsabilidades.
Una de las pocas excepciones fue la de Carmen Montón, exministra socialista de Sanidad, que en 2018 dimitió tras conocerse irregularidades y plagios en su máster en Estudios de Género en la Universidad Rey Juan Carlos. Paradójicamente, más tarde fue nombrada por el propio Sánchez embajadora observadora ante la OEA.
Opinión pública: hartazgo y exigencia
La opinión pública muestra cada vez menos tolerancia hacia estas conductas, y la presión social en redes ha sido clave para que el caso de Núñez derivara en dimisión. Muchos ciudadanos han manifestado que no se trata únicamente de la titulación académica en sí, sino de la honestidad, la transparencia y el respeto por los votantes.
El caso ha abierto un debate transversal sobre la ética en la política. Numerosas voces, incluso dentro del PSOE, han señalado que si se exige dimisión por mentir en un currículum a un rival político, el mismo criterio debe aplicarse a quienes lo hacen dentro del propio partido.
“Y tú más” como norma
La política española parece haber caído una vez más en la lógica del “y tú más”, en la que las formaciones utilizan los errores del adversario para desviar la atención sobre los propios. Esta dinámica se repite no solo con los currículums, sino también con los escándalos de corrupción que salpican tanto a populares como a socialistas.
Casos como el del exministro José Luis Ábalos, implicado en una investigación judicial, o el de Santos Cerdán, en prisión preventiva por presuntas mordidas, contrastan con el escándalo del “caso Montoro”, que afecta al PP por supuestas comisiones en la elaboración de leyes.
Un punto de inflexión necesario
Con la dimisión de Noelia Núñez, se abre una oportunidad para elevar los estándares de ética política, revisar los mecanismos de verificación curricular en las instituciones públicas y exigir rendición de cuentas de forma equitativa, independientemente del partido.
En palabras de la propia Núñez: “Si uno comete un error, hay que asumir las consecuencias”. Un principio básico que, para muchos ciudadanos, debería ser la norma, no la excepción, en la política española.