A finales de junio de 1934, el Partido Nazi llevó a cabo la operación “la noche de los cuchillos largos”, mediante la cual en prácticamente una sola noche se deshizo de todos sus adversarios políticos y militares, y creó un mando único de todas las fuerzas bajo las órdenes de la Reichswehr. La mayoría de los ciudadanos da por supuesto que los Estados -especialmente el de cada quién- son soberanos, pero, ¿realmente lo son?... Me refiero a la capacidad absoluta de independencia y decisión sobre las cuestiones que afectan a las ciudadanías y territorios que cada Estado comprende, y la respuesta a esta cuestión, al menos a priori, ha de ser que no. Podríamos remontarnos en la Historia a muchas parcelas concretas para argumentar que nada de esto es verdad y que la soberanía no se puede mantener frente a una potencia mayor que desea una actitud determinada en una nación independiente menor : basten los ejemplos de Japón, el cual fue bombardeado desde Tokio por la marina norteamericana para obligarlos a comerciar con ellos, y con el del Maine en La Habana, para forzar una guerra con España y quedarse con Cuba, pero me circunscribiré a los actuales Estados pretendidamente soberanos. Si nos centramos en España, queda claro que la soberanía como tal no deja de ser una manifestación suave de ideas. No sólo la mayor parte de nuestra legislación viene impuesta por Europa, la cual ha llegado a convertir a nuestra misma Constitución en papel mojado con la inclusión de ese artículo 155 que deja la soberanía convertida en nada, sino que incluso nuestra participación en guerras o conflictos que no son nuestros, evidencian que no somos soberanos absolutamente para nada. Si a todo esto le añadimos nuestra total dependencia económica de Europa, y si consideramos que gracias a la UE nos obligaron a depender del “oro” de otros países, queda claro que el término soberanía es un anacronismo que nada tiene que ver con la realidad.
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