Hace unos días asumí la presidencia de la Academia Dominicana de la Historia con el objetivo primordial de que la Historia deje de ser una materia exclusiva para unos cuantos que tienen acceso a las aulas y se convierta en una disciplina que pueda llegar al más humilde de los dominicanos y al más recóndito lugar de nuestra patria.
Un historiador es un individuo cuya esencia es la objetividad con la que estudia los tres elementos indispensables para el conocimiento de la Historia: los hechos del pasado, las fuentes y la verdad. El historiador tiene ciertamente el derecho de imprimir a su trabajo su propia perspectiva, pero tiene el deber de atenerse a la verdad de los hechos. Para el cronista español Antonio de Herrera el oficio de historiador es: “Explicar y decir las cosas como sucedieron sin falsedades o sin la intervención de fábulas”.
Uno de nuestros grandes retos será complementar lo que han sido los métodos tradicionales de divulgación histórica con la apertura a la comunicación digital: continuar e incrementar el programa de publicaciones de obras, impulsar ciclos de conferencias y ensanchar los artículos históricos de la revista Clío; pero paralelamente dar apertura a nuevos estadios de comunicación digital.
El mundo digital incide en la manera de pensar el pasado y en las formas de comunicar el conocimiento en el presente. Los historiadores hemos experimentado cambios en la forma de investigar y difundir nuestros trabajos.
Hoy la necesidad de hacer llegar a la población el conocimiento histórico es prioritaria. Las redes son una forma eficaz para irrumpir en la vida de todos de una manera ágil y propositiva. Esta es, sin dudas, la manera más expedita de introducir la forma de estudiar y expresar el pasado en un espacio abierto para la creación y divulgación del conocimiento histórico entre un público cada vez más habituado al uso de estos avances tecnológicos. Las naciones desarrolladas, caracterizadas por los niveles más altos en educación, han implementado estos métodos.
Sin embargo, hay que tener mucho cuidado, porque en esas mismas redes sociales se cuelan algunos personajes que, arrogándose el título de historiadores, inventan historias que solo están en sus mentes y que carecen absolutamente de fundamento documental.
Ante este panorama, es necesario que una institución como la nuestra difunda contenidos en nuestros portales, que puedan servir de validación para los internautas amantes de la historia.
Asimismo, otros objetivos son la creación de un canal digital para la difusión de podcasts, conferencias interactivas, cápsulas históricas, álbumes como los que existían en nuestros años mozos (pero digitales) y hasta juegos interactivos que atraigan la atención de todos.
Además, la producción de videos de episodios históricos, la difusión de encartes en los periódicos nacionales en ocasión de las efemérides patrias y un ciclo de conferencias en todas las provincias del país, en especial en la zona fronteriza.
Estamos abocados a una revolución, nunca antes vista, para el conocimiento de la Historia en nuestro país.