Relator

¿Qué hacer?

El fascismo golpea a la puerta;
es absolutamente necesario
levantarse contra él, y solo
hablar del mismo,

PH. Sollers,
Centre

 

El mismo Sollers enunciaba: <<La paradoja está en esto: mucha agitación, y una inercia cada vez más pesada >> (Gallimard, 2018, p. 109).

¿Qué hacer? Vieja pregunta revolucionaria de la era del capital ahora agotada. Posible respuesta; permanecer, más que devenir humanos.

Avanzar, enmascarados quizás, pero con apariencia humana en este siglo XXI de las postverdades, postmoderno, postsexual, postreligioso, postpolítico, postclimático. ¿Ser filósofos guardianes, sin habla ni escritura?

Sí, tal vez prevenidos (pre—venidos, conociendo de antemano o con anticipación un daño o prejuicio).

Y construirnos un Arte de transformaciones (Sollers, dixit), ocultamientos y revelaciones –en el Arte, sí, en la poesía o bien en la música. En lo no dicho porque se desconoce (más allá de semánticas o semióticas de mundos y lenguajes establecidos y aun institucionales).

¿En el amor y el deseo? Bienvenida –de nuevo— Occitania de trovadores y juglares: letra y música, voz y flauta, en su reinvención de la rima, la poesía y el amor: <<Haré un verso de nada…>>.

En el contexto anterior, ¿cómo levantarse o bien oponerse al fascismo doble / triplemente triunfante –y su trompeta pánica de final de la Historia? El primero, aquel de la raza áurea y única, el del Holocausto judío; el segundo, el fascismo ocurrencial y activista de hoy, destructivo y en manos absolutistas; el tercero, el fascismo que permanecería –rescoldos en cenizas--, borrando al ser humano.

¡Ah! Las máscaras, el ocultamiento de al menos una parte del rostro y del ser. ¡Salud! viejo e inagotable Dionisos y tu embriagamiento permanente de sitio en sitio (vivir ebrios, anticipaba el poeta del spleen), y tu <<yo>> colectivo, diluyendo individuos o individualidades tradicionales y sabidas más no sapias, para alcanzar un <<nosotros>>.

¡Ah! La risa simple o compulsiva (Hegel la temía, porque sacudía el orden establecido de las ciudades, nuestras civitas), para decir y comunicar lo equívoco, lo irracional, lo plural, lo polifónico.

El <<facho>> sería de cristal, templado en hornos centenarios patriarcales (y la verticalidad obsoleta del poder; la transparencia del Mal, A. Arent dixit); o también, de acero: ser indomeñable e intransformable, de una sola pieza o rostro, que nunca se dobla como un junco o haikú poético. Erecta semideidad profana, en el lugar del Amo y la Verdad, dice Lacan (hoy, postverdad). Lanza enclavada en el costado del Salvador (hoy en la postreligión).

Entonces, dispersar las voces (y cuerpos) aun humanos –pero, recubierto por un velo inconsútil de palabras que las acentuaría como voces extrañas--, aprendiendo a escucharlas. Hacer <<red>>, tomando esas voces (y cuerpos) por su sacudimiento de sentidos, por sus pulsiones de vida.

Arte de transformaciones, alertas, siendo optimistas para encontrar pulsiones de vida. Y negar de paso y en todo momento las pulsiones de muerte y destrucción del fascismo.

El <<facho o fascista>> se instalaría en pulsiones de muerte, decimos, destructivas. A su manera, sería un nihilista consumado. Pero algo más: la destrucción del Otro –en sus diferencias— le ocuparía todo su tiempo vital (el nihilista no le encontraría sentido a esta su duración del existir); es radical, el <<facho, fascista>>, como una raíz de plomo insensible, o bien, uranio enriquecido.

Colofón

Escritores y artistas, de raíz invertida (ni intelectuales ‘orgánicos’ ni clasificadores detenidos en lenguajes ideológicos al borde del abismo del ser y las sociedades contemporáneas), trabajando pulsional, creativa e innovativamente, en aquel Arte de transformaciones y su línea de horizonte en pulsiones de vida, optimismo y también alegría placentera.