La mirada del centinela

Que les den por el bulo

Hay que ver el desparpajo que tienen los ministros sanchistas para difundir bulos. Que teatralidad, que desvergüenza, que modo torticero de ejercer la función pública. Son corifeos bien amaestrados, dóberman que Sánchez maneja para crear tensión, frentismos, despotismos, guerracivilismos y otros ismos que se quiera inventar. No solo no piden disculpas ni se retractan de las barbaridades que propagan; no, que va, insisten en ampliar el bulo yendo por derroteros de ambigüedad, siempre eludiendo responsabilidades y encalomando el mochuelo a la oposición. 

La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, sale a la palestra como si tal cosa, armada de cinismo, como sus colegas María Jesús Montero y Óscar López, sus cómplices en la tarea de desacreditar a la OCU y a su gran enemiga, Ayuso. Vaya tres patas para un banco. Y, Pilar Alegría (que ninguna alegría transmite), no se desdice, embrolla el mensaje para concluir que su gobierno es honorable y son los otros, siempre los otros, quienes han puesto en marcha la consabida máquina del fango. 

Vaya papeleta tiene la portavoz. Igual que el temerario Óscar López, ese pobre diablo a quien su amo le asigna el turbio papel de difamar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. El responsable de la cartera de Transformación Digital, elegido por Sánchez para acabar con la desinformación (solo la que perjudica al Gobierno, por supuesto), se ha convertido en otro dispara bulos de libro. Le divierte ir por ahí diciendo que un alto cargo de la UCO fantaseaba con ponerle una bomba lapa a su amo, Pedro Sánchez. Después, cuando la verdad llega a los medios decentes y es de dominio público que el exagente de la UCO, Juan Vicente Bonilla, no quería asesinar al presidente Sánchez, sino que temía que pudieran acabar con su vida, el ministro Óscar López, con ese aire de empanado que le adorna, se atreve a decir que no dijo ninguna falsedad. 

Por más fake news que viertan desde su gobierno, verdadera máquina del fango (máquina del odio, máquina de la disolución moral de un país), la verdad resplandece debajo de tanta podredumbre. Estos políticos de medio pelo, que se creen con autoridad para retorcer las normas y quebrar la confianza en la justicia, acabarán pagando su mediocridad. Son ya siete largos años de sanchismo, un castigo que la nación no merece (a pesar de los votantes mal llamados progresistas). Siete años de sinrazón, de lasitud ejecutiva, de regresión ética por conflictos que la sociedad no tenía y el sanchismo se empeña en inventar con el propósito de mantener su estatus. Sin duda, creen que somos unos párvulos, que pueden engañarnos a perpetuidad. Pero no es así, estamos muy cansados de sus patrañas, el reloj juega en su contra y lo saben. Por eso, es necesario decirles, sin menoscabo de las buenas formas, que les den por el bulo. 

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