Hace unos días el presidente Donald Trump, entre sus rocambolescos decretos, decidió cerrar el portal de la Casa Blanca en español, y clausurar los enlaces escritos en la lengua de Cervantes.
Esta posición no demuestra otra cosa que cerrarle la puerta a la información a los sesenta de millones latinos, que en la actualidad viven en Estados Unidos.
En el mundo, hablan el español unaa seiscientas millones de personas.
Es la cuarta lengua más hablada después del inglés, el mandarín y el hindú.
Desde el siglo XIX, la migración hacia Estados Unidos se ha dado por diferentes situaciones económicas y políticas.
La miseria que se vivía en el sur de Italia, dio pie al desplazamiento de miles de familias italianas que se asentaron principalmente en Nueva York. La guerra civil española arrojó otros miles de españoles perseguidos por el franquismo, que decidieron viajar a Estados Unidos. La proximidad de México con el país del norte ha dado pie a la migración más alta de latinos que ha tenido Estados Unidos desde el siglo XIX. La segunda guerra mundial desplazó a miles de científicos, académicos, y gente del común de Europa, huyendo de los campos de concentración.
Estados Unidos es un país de inmigrantes. Los sesenta millones de latinos que viajaron a Estados Unidos no iban solos. Iban con su lengua que la llevan en su espíritu. La lengua española hace parte de los enseres que los migrantes llevan en su maleta.
Ignorar que, además del inglés como lengua oficial, existen otras lenguas en el país del norte, es tener una mirada racista y xenofóbica. Borrar los portales virtuales en español es coartar el derecho a la información a los inmigrantes residenciados en Estados Unidos, que han contribuido a construir el país.
No se prohíbe una lengua por decreto. Como dice el escritor español Miguel de Unamuno, la lengua es la sangre del espíritu, y se encuentra viva en las calles, las casas, el campo, las escuelas, las universidades, y las factorías.
Imaginemos a Estados Unidos sin migrantes. Sería un país triste, sin el “tumbao”, que aportan los hispanoparlantes a América del norte.
Cuando Trump termine de deportar a los inmigrantes, ¿los gringos estarán listos a tomar los trabajos que dejó todo un continente?
La Asociación de las Academias de la Lengua Española (ASALE), que cuenta con veintitrés instituciones, desde España hasta Argentina, ha reaccionado con una carta, ante la decisión unilateral y excluyente del presidente Trump.
En su comunicación, ASALE afirma: “Los Estados Unidos de América son el segundo país con más hispanohablantes, buena parte de ellos nacidos y arraigados desde generaciones. El español es el segundo idioma más hablado en esa nación, después del inglés, y es el principal en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, donde comparte la cooficialidad con el inglés”.