Comienzo esta reflexión reconociendo que se ha escrito muchísimo de las consecuencias de las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales en la comarca próxima a Valencia capital, por ello sólo pretendo desahogar mi perplejidad por el funcionamiento de las instituciones españolas ante una catástrofe de ese nivel brutal. A los damnificados no les resuelven los problemas las disputas de los partidos mayoritarios con respecto a las responsabilidades competenciales a la hora de atender los dramas sobrevenidos. Está claro que el gobierno de la comunidad autónoma de Valencia naufragó antes, durante y después de la riada mortal. La falta de dimisiones de la cúpula del P.P. de la Generalidad va a causar, a buen seguro, un tremendo deterioro al partido nacional cuando se produzcan elecciones generales. Por parte del gobierno central del PSOE queda patente la ausencia de vergüenza a la hora de representar a los ciudadanos de Valencia. Han omitido la ayuda con una desfachatez intolerable. Pero voy al grano enumerando los puntos concretos de mi perplejidad: Primero, ¿cómo se pudo tardar tanto en reaccionar? Segundo, ¿no se dispone a nivel del estado de hospitales de campaña? Tercero, ¿España no tiene protocolos de urgencia para proporcionar agua y alimentos a los damnificados de una catástrofe en el plazo más breve posible? Cuarto, ¿no se pueden destinar fondos económicos urgentes para conseguir la ayuda de la empresa privada de los sectores de maquinaria pesada, herramientas, bombas extractoras de agua y así, un largo etcétera? Quinto, ¿el ejército no está preparado para un desplazamiento de 50.000 militares a una zona de conflicto y emergencia sanitaria civil, con campamentos y comedores de campaña, y los suministros indispensables? Sexto, ¿no se pudieron montar barracones prefabricados desde la primera semana para personas que se han quedado sin hogar? Séptimo, en la misma línea ¿han tenido que estar sin escolarizar cientos de niños más de un mes? ¿No se puede disponer en una emergencia de casas prefabricadas para hacer aulas escolares? Podría seguir con muchas más cuestiones.
En la mayoría de las entrevistas realizadas por los medios de comunicación en directo, radios y televisiones, con las personas que han sufrido las consecuencias de esas inundaciones, las declaraciones emitían quejas hacia los responsables políticos sin distinguir entre los de izquierdas o los de derechas. La inacción se ha producido en las dos bandas, incapaces de resolver el drama humano de miles de personas en situación de sufrimiento extremo. Lo que sí han mostrado de forma masiva las víctimas de la gota fría ha sido indignación, un enfado sublime por la falta de ayuda, desesperación, sorpresa desagradable e inaudita por el abandono al que se han visto abocados, perplejidad de ser habitantes de un país al que creían, creemos, del primer mundo y sufrir las consecuencias de uno tercermundista. Me uno a esa perplejidad. Cerca de cumplir los setenta años he querido autoconvencerme de que lo mejor para vivir en sociedad es la mesura, el respeto a las instituciones, la convivencia en un país de igualdades, creer en la democracia, en el estado de las autonomías y más, más, y mucho más. Pero la inacción y el abandono, que persiste a día de hoy, a los miles de ciudadanos afectados hace que me replantee todo lo mencionado. Concluyo lamentando profundamente las víctimas mortales causadas por la dana y felicitando la ayuda ciudadana, voluntaria, solidaria, masiva y generosa. Eso es lo único que se puede resaltar en positivo de la tragedia. La forma más directa de protestar será, en su momento, en las urnas. ¡Qué os vote… Rita, la cantaora!