El paisaje, que tuvo su mayor esplendor en el siglo XIX, en pintores como Monet, Turner y Pissarro, ha vuelto a ponerse en boga, y no precisamente por su grandiosidad, sino por su decadencia.
Durante la revolución industrial, los artistas abandonaron el paisaje, y se dedicaron a pintar el grito desesperado del hombre en las sociedades capitalistas, representado en la obra de Edvard Munch; y el caos, simbolizado en los cuadros de gran formato, del estadounidense, Jackson Pollock.
Quizás, la obra paisajística contemporánea que representa la violencia que ha ejercido el ser humano, la presentó la escultora colombiana Doris Salcedo con la pieza titulada “Shibbolet” o “La grieta”, que fue exhibida en la galería Tate Modern de Londres.
Así que el mundo, en relación con el paisaje natural, va de “El grito” de Munch a “La grieta” de Doris Salcedo.
El paisaje tiene una relación íntima con la memoria. Por esto, los artistas, a lo largo de la historia, se han interesado por representar este microcosmos, donde se identifica el ser humano.
Manuel Guerrero Mora, un pintor nacido en Pasto, en el sur de Colombia, nunca se desligó del paisaje de los Andes, que según los ambientalistas, es uno de los más prodigiosos de América del sur.
Desde su primera obra, titulada “Oración en la tarde”, Guerrero Mora ha estado vinculado en una relación íntima y espiritual con el paisaje de los Andes colombianos.
A Guerrero no hay que relacionarlo con los paisajes realistas, románticos o impresionistas de los pintores del siglo antepasado.
El pintor colombiano ha combinado el color con la luz del sur, creando una pintura que podemos identificar como “paisaje abstracto”.
Amigo y compañero de viaje Alejandro Obregón, Ómar Rayo y Lucy Tejada, Guerrero Mora ha perseguido aquella línea de luz y sombras, que se perfila desde San Juan de Pasto y se desvanece en el majestuoso volcán Galeras.
Su obra que ha viajado por Ecuador, España, Estados Unidos, Francia y Holanda, obteniendo varios galardones, hoy se puede apreciar en el Centro Cultural Palatino de la Universidad de Nariño, en una retrospectiva titulada “Exposición Antológica”, que abarca cincuenta años de trabajo artístico.
Para parafrasear a su paisano, el poeta naturalista Aurelio Arturo, la pintura de Manuel Guerrero Mora es “como un verde poema, hoja por hoja, (que) lo mece un viento fértil, suroeste; es un país que sueña, nube de luz y brisa de hojas verdes”.