Crónicas de nuestro tiempo

Los excomulgados

Monseñor Luis Argüello, fiel a su costumbre de apostatar de los principios evangélicos para obtener y mantener prebendas con el poder político -tal y como ha hecho siempre la iglesia-  ha salido en defensa de los musulmanes de Murcia, los cuales, como todos, consideran a todos los no musulmanes como infieles condenados a morir cuando llegue el momento, siguiendo al pie de la letra el mandato islámico más radical.

Arguello, lo hace en abierta contradicción con lo que Yahvé advirtió en la Biblia y el apóstol Pablo reiteró una y otra vez: el pueblo de Dios sirve a un Dios único y exclusivo, y está prohibido violar el pacto mediante cualquier participación comunitaria con otra comunidad de fe, sea con fines sociales, políticos o de cualquier otra índole (Éxodo 20:3; 2 Corintios 6:14-17)..., entre más de veinte versiculos bíblicos que advierten claramente de ello, en previsión de lo que todos intuimos que pasará y ya pasa en países occidentales.

La Iglesia necesitada -que se presenta como humilde sierva- es en realidad, heredera de una tradición de poder y saqueo que arranca en el Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando Constantino fusionó el cristianismo con el aparato imperial, imponiendo sus tradiciones paganas con fechas que han sido disfrazadas por la iglesia, como lo sea el falso nacimiento de Jesus, el 25 de diciembre. Desde entonces, la historia ha sido demoledora:

  • Oro y plata extraídos del Nuevo Mundo, documentados en las crónicas de Indias por valor de tres tercios de los lingotes oficialmente registrados, y mucho más fuera de registro.
  • La farsa de un Espíritu Santo que “nombra” Papas endemoniados como Juan XII, Alejandro VI o Benedicto IX.
  • Participación activa en la política, bendiciendo guerras e invasiones.
  • Incautación forzosa de   propiedades y bienes para levantar iglesias, conventos, claustros y monasterios.
  • Pederastia, abuso, violaciones, abortos, sustracción y venta de recién nacidos, Inquisición, incluso protección de terroristas de Eta y rechazo de víctimas. 
  • Una Banca Vaticana con antecedentes de lavado de dinero procedente del narcotráfico, como reveló el caso del Banco Ambrosiano en 1982 donde su presidente misteriosamente se suicidó, aunque todo apuntó a un asesinato por el bien de la Iglesia.

Por eso, como ha señalado Vox - pese a la reprobación de periodistas, políticos y católicos afines al clero-,  la Iglesia no debe intervenir en asuntos gubernamentales, y mucho menos para defender colectivos que atentan contra la fe cristiana y contradicen el mandato bíblico.

En el extremo opuesto, el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, con una trayectoria de dudosa moralidad, y miembro activo en el pasado y presente en la defensa de separatistas, comunistas y personajes antisociales, en una demostración más de su conocida condición anti democrata encubierta bajo sotana, capa y mitra, ha decidido excomulgar públicamente al presidente de Vox, Santiago Abascal, ¡y eso, porque lo dice su infierno interno!

En el imaginario popular, la excomunión ha sido durante siglos una pena temida, que más allá de su sentido teológico, implicaba la condena total del acusado, tanto en esta vida como en la eternidad. Y así, bajo la máscara de “castigo divino”, la Iglesia consolidó su poder: confiscando bienes, imponiendo castigos, aplicando torturas, robando; convenciendo humildes para obtener sus herencias a cambio del cielo,  asesinandose entre ellos mismos y sembrando miedo en nombre de Dios. Todo un infierno que, subido al cielo, se consagra desde hace más de dos mil años para conquistar voluntades y convertir la iglesia en posiblemente la institución más poderosa de la tierra.

Ésta es la Iglesia necesitada, que nada tendría que ver con Cáritas si no fuera porque, en el fondo, se aprovecha de su labor como coartada moral, al igual que el sanchismo  manteniene la monarquía para falsear la realidad proyectando una imagen exterior de democracia.

Un simple repaso a sus símbolos revela la profundidad del engaño:

  • La capa magna, un despliegue lujoso de metros de tela púrpura símbolo de riqueza y poder absoluto más allá del mensaje de los Evangelios.
  • La mitra, vestigio directo del culto pagano a Dagón, el dios-pez de filisteos y mesopotámicos, cuyos sumos sacerdotes la usaban siglos antes de Cristo para exactamente lo mismo.

Y la mayor falacia de todas: la idea de que el Espíritu Santo guía a los cardenales en cónclave para elegir al Papa. Si eso fuera cierto, ¿cómo explicar a asesinos, violadores y corruptos sentados en la falsa silla de Pedro? ¿Qué clase de “Espíritu” avaló a un Juan XII, a un Alejandro VI o a un Benedicto IX?

El propio Joseph Ratzinger -antes de ser Benedicto XVI- admitió en 1997: “No creo que el Espíritu Santo elija al Papa. Creo que no permite que elijamos a uno que destruya del todo la Iglesia”. Una confesión que derriba el mito: lo que hay no es inspiración divina, sino política interna, presiones económicas, chantajes, espionaje y alianzas sucias.

El cónclave, más que un acto espiritual, es un parlamento cerrado de donde se negocia el poder terrenal disfrazado de ritual sagrado poniendo a Dios por testigo.

Y esa precisamente, ha sido siempre la especialidad de la Iglesia de Roma: vestir de eternidad lo que no es más que un pacto humano por mantener el control de todo.

Epílogo

La excomunión ha servido como garrote político, y la historia papal desmiente cualquier acercamiento divino. 

Lejos de ser “santos padres”, se han inventado historias y milagros que nunca han sucedido. Han ocultado que en la biblia la veneración de imagenes es un gravisimo pecado anunciado en los Evangelios, con tal de buscar la limosna e impedir que los fieles lean la biblia. Se inventaron que cuando alguien fallece su alma va al cielo y que los venidos a la resurrección se encontrarán con sus familiares ocultandoles lo que exactamente dice la biblia sobre esto. 

En resumen, han ocultado y adaptado a su manera los Evangelios, erigiéndose en un Vaticano, qué confirma el por qué, cuando piden al cielo por el fin de las guerras, pandemias, desastres naturales, etc., (Mateo, 18: 19) el cielo, contrario al Evangelio, no les escucha, por ser un imperio político más material que espiritual. Y es por esta razón, que León XIV, ya no pide a Dios el final de la guerra Rusia/Ucrania, y decide -lamentablemente- hacerse la foto con los mandatarios de ambos países para que los inocentes de pensamiento vean en él un hombre mediador de paz.

Solo por último añadir, que en mi condición de escritor y en este caso columnista de opinión, nada tengo que ver con el ateísmo. Por el contrario, soy creacionista y considero que Dios nos habla desde nuestras conciencias, solo que pocos anteponen su voz a los intereses de la  codicia.