Creo que la primera vez que oí hablar de Isaac Newton fue en el colegio. El maestro contó esa célebre historia de la manzana, que por cierto contiene detalles en buena medida inventados (suele ocurrir). Pero lo esencial es que Newton y la manzana algo tienen que ver, y sobre todo lo más importante, son las enseñanzas de esas llamadas leyes de Newton. Supongo que no hace falta decir que estas leyes se pueden estudiar más y más, pero nunca cambiar. Las tres leyes de Newton y en general las enseñanzas de este hombre, se explican tanto en libros de texto como en otros muchos, pero claro, la gracia está en leer la versión original. Los libros de texto enseñan una serie de conceptos (gravitación universal por ejemplo) que se deducen de lo que Newton escribió. Me acuerdo que en uno de mis libros de textos de física (odiaba la física) se señalaba que la ley que rige la atracción mutua de los cuerpos fue formulada por Newton y que según esta ley, un cuerpo cualquiera atrae a todos los demás y la fuerza atractiva que uno ejerce sobre el otro. Este libro citaba las palabras textuales de Newton, que indicaban la conocidísima fórmula matemática al respecto. Pero lo que deseo expresar es que cuando uno lee una buena novela, un cuento o un relato de esos que “enganchan” se tiene la sensación de que cuesta levantar la vista del libro, pero con los libros de física de Newton es justo lo contrario. Han pasado ya muchos años, y nunca se me ha ocurrido leer libros de esas características, no he hecho ni el más mínimo intento, ya que pienso que es como si lees un libro en ruso sin tener la más mínima noción de ese idioma.
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