El suceso que relato es ficción. Un acontecimiento sacado de la imaginación de un reconocido médico forense, que por fantasía ensayada primero y por transmisión oral y gráfica después, se hizo popular al igual que se han hecho historias y personajes imaginarios; creencias; batallas; milagros; apariciones, etc. hasta completar todo una serie de fábulas cuyos acontecimientos han sido cuidadosamente tratados para mayor veracidad, e incluso, con un interés institucional o político especial por documentar hechos para encumbrar a un guerrero, político o personaje de determinado perfil que a su vez configura el marco que confirma un supuesto.
Dependiendo de quién lo interprete, el hecho habría sido una consecuencia. Por ejemplo, para un religioso, se habría tratado de un milagro de justicia divina. Para quienes indagan en las profundidades de lo oculto desvelando tinieblas, habría sido el Karma. Para quienes creen en la casualidad y causalidad referida a la combinación de circunstancias, sucesos y situaciones que ocurren fortuitamente y que no pueden preverse, habría sido una casualidad, expresamente vinculada a la relación entre acontecimientos, comportamientos y actitudes sobre el suceso que originó el resultado final.
La fábula publicada en su época como suceso real, era ésta:
En marzo de 1.994, el Sr. Opus había saltado desde lo alto de un edificio de diez pisos con la intención de suicidarse, dejando una nota antes de lanzarse al vacío, en la que indicaba sus razones.
Durante la caída y pasando el noveno piso, su vida se vio interrumpida por un disparo de escopeta que pasó a través de una ventana y lo mató instantáneamente.
Ni el que disparó, ni el suicida eran conscientes de que una red de seguridad había sido instalada apenas en el piso ocho, con el fin de proteger a unos trabajadores de construcción, y por lo tanto Ronald Opus no habría completado su suicidio, al menos de la forma que tenía pensado.
Por lo general -continuó el Dr. Mills- una persona que pretende suicidarse y tiene éxito, a pesar de que el mecanismo podría no ser lo que tenía pensado, todavía se define como suicidio.
Que el Sr. Opus hubiera recibido un disparo camino a un suicidio que probablemente no tendría éxito, hizo que el médico forense dictaminara un homicidio. La habitación del noveno piso desde donde se disparó la escopeta había sido ocupada por un hombre mayor y su esposa. Mientras mantenían una fuerte discusión habitual en ellos, él la amenazó con la escopeta. El hombre estaba tan disgustado que cuando apretó el gatillo, un cartucho de perdigones atravesó la ventana, alojándose en la cabeza del Sr. Opus.
Cuando uno tiene la intención de matar al sujeto A y accidentalmente mata a un sujeto B, uno es responsable por la muerte del sujeto B. Cuando el anciano fue acusado de homicidio, él y su esposa no titubearon. Ambos dijeron que pensaban que la escopeta estaba descargada, que era una vieja costumbre amenazar a la esposa con su escopeta descargada como parte del show de la discusión disparar en vacío. No tenía la intención de matarla. Por lo tanto la muerte del Sr. Opus parecía ser un accidente, es decir, el arma había sido cargada accidentalmente.
La investigación posterior reveló, según versiones de un testigo, que el hijo de la pareja había sido visto cargando la escopeta unas semanas antes del fatal accidente. Supuestamente la anciana había quitado el apoyo financiero a su hijo y éste, sabiendo de la propensión del viejo a apuntarle a su madre, cargó el arma con la esperanza de que su padre matara a su madre. El asesinato del Sr. Opus ahora era responsabilidad del hijo.
Y aquí viene el toque exquisito, investigaciones posteriores revelaron que el hijo era, de hecho, Ronald Opus. Se había deprimido tanto por el intento de asesinato de su madre que esto lo llevo a lanzarse del piso 10, el 23 de marzo de 1.994. El hijo se había asesinado a sí mismo, por lo tanto el Dr. forense Harper Mills, cerró el caso, como suicidio sin considerar el disparo.
Harper Mills, fallecido en 2013, fue presidente del Colegio Americano de Medicina Legal y de la Academia Americana de Ciencias Forenses. Él mismo lo contó en una entrevista de marzo de 1997 para el Sunday Telegraph: “Inventé la historia en 1987 para presentarla en la reunión [de la AACF], por entretenimiento y para ilustrar cómo, si alteras algunos hechos pequeños, alteras en gran medida las consecuencias jurídicas".
“En 1994, alguien lo copió en Internet. Me dijeron que ya había conseguido 200.000 consultas en la red. En los últimos dos años he tenido alrededor de 400 llamadas telefónicas sobre ello, de bibliotecarios, periodistas, estudiantes de Derecho, incluso profesores de Derecho que querían incluirlo en libros de texto”.
Es decir, la entretenida historia criminal que fue ideada por un respetado médico forense a modo de ejemplo se transformó con los años en una leyenda urbana y se propagó como tal por la red.
Además, según los expertos en rumores interneteros de Snopes, a partir de 1998 comenzaron a surgir páginas que se la atribuían a un tal Kurt Westervelt, de Associated Press. El tal Westervelt, por supuesto, es tan inexistente como el propio Ronald Opus, cuya ilustrativa anécdota se ha ganado un puesto distinguido en la cultura popular y entre las mejores milongas de esta era de la comunicación globalizada, así que, no digamos lo que a través de nuestra civilización ha debido ocurrir con tantas batallas, historias y personajes cuyos acontecimientos pasaron de la fantasía a la realidad.
En política, se da mucho, sobre todo cuando los gobiernos son de izquierdas, porque la derecha solo tiene el objetivo conservador de mantener el orden, la familia, la economía, la educación y el respeto a costa de lo que sea.
En cambio, la izquierda, a costa de lo que sea sin ningún escrúpulo, se acredita como verdaderos estrategas fraguando historias y blanqueando sus atrocidades y las de todos aquellos que valore como colectivo afín, haciéndolo con insolente procacidad en aras de atribuir hechos deleznables a sus opositores; mediante la aportación de fotos, testimonios y documentos llamados por ellos históricos, donde se ha manipulado la verdad y la mentira para reconvertir su criminal pasado en libre democracia.
La izquierda no busca el estado de bienestar económico, familiar y empresarial. La izquierda busca la confrontación en todo; arropa la degeneración social, empezando desde la infancia por no decir desde la gestación, como progreso, persiguiendo la dependencia ciudadana como realidad suprema entronizada en un líder. Por eso, son ateos, antimonárquicos y dictadores.
La Regeneración democrática, para ellos, no es otra cosa que no sea la "Degeneración democrática". Todo lo que ellos llaman "bulo, fango, verdad, mentira, justicia o progreso" debe interpretarse como todo lo contrario en el marco de una autarquía demoledora, como Venezuela, Cuba, Corea del norte, Nicaragua, Irán, etc.