La portavoz del PSOE, Esther Peña, se ha descolgado tildando a Alberto Núñez Feijóo de cuñado cenizo y tristón, entre otras lindezas. También le llama amargado y político mediocre. Manda huevos, que diría el clásico, la vocera de Pedro Sánchez llamando mediocre a Feijóo; ella, la prima progre que arruina todas las reuniones, la listilla que nada sabe y opina porque se cree la primera de clase. Pero no, prima progre, no tienes clase, eres solo un altavoz programado; una perdularia que cacarea las consignas del jefe; una bandera roja que ondea en la isla donde habita un clan de perdedores que se han hecho con el poder a fuerza de hipotecar el país.
Dice Esther, la prima progre, que Feijóo no controla su propio partido. Lo dirá pensando que su jefe lo controla todo. La filosofía sanchista es bien conocida: controla todas las instituciones del Estado, manipula, coloca fichas allí donde éstas te pueden salvar de la quema, esparce la mácula totalitaria en cada rincón estamental de la sociedad, invade la neutralidad pactada en la Constitución, coloniza todas y cada una de las entidades públicas, apuntala estacas afines al socialismo a lo largo y ancho de sus dominios, que España se convierta en un feudo donde todo esté al albur que dicta Pedro Sánchez, el rey impostado que ha corrompido la democracia.
La portavoz es lo más, qué bien se lo pasa llamando cenizo al líder de la oposición. Si recapitulara los acontecimientos, si su memoria no se viera coartada por el fanatismo, se percataría de que el único cenizo es su jefe, Pedro el gafe. Desde que están en el gobierno, la infamia es moneda común en la política española, todo sale mal, el modo que emplea el sanchismo para gobernar nos priva de cualquier atisbo de fortuna. La prima progre menosprecia a quienes representan a más de la mitad de los ciudadanos del país. No hay otra cosa que les guste más que hacer oposición a la oposición. Ellos, los socialistas, propalan el discurso del aspirante, nos juzgan espectadores idiotas a los que manejar, se opacan tras la crítica del adversario y soslayan todas sus fechorías políticas contratacando como si ellos fueran el partido de la oposición.
Ay, Esther, qué pena de portavocía. Desde luego, no eres descendiente de Demóstenes. Nadie cincelará tu busto en mármol para decorar los pasillos del congreso. Ni siquiera orlarán una placa con tu nombre o apodo, la prima progre, donde alaben la elocuencia de tu oratoria. Formas parte de un gobierno vendido, con apoyos de todos los felones que repudian su patria. El sanchismo va a la deriva, como tú, prima progre, es un barco sin velas varado en tierra de nadie. Sin presupuestos, negociando con Puigdemont en Suiza, como bandidos que tratan de repartir un botín. Un botín que ha de salir caro, las pretensiones del independentismo son insaciables. Sin embargo, ay, Esther, tú a lo tuyo, cómo os gusta jugar al despiste. En fin, prima progre, esperamos ansiosos tu próxima aparición en público, a ver qué inventas. Mientras, me quedo como tú defines a Feijóo, un tanto tristón contemplando las ruindades del sanchismo.