“La Paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”, estas palabras de Golda Meir siguen siendo de una gran actualidad en el momento presente, mientras muchos europeos y árabes siguen presos de esa quimera llamada Palestina que no existe ni existirá nunca.
Da grima, por no decir algo peor, ver a todos los políticos ignorantes, supuestos periodistas y “analistas” de salón referirse a Palestina como si fuera una realidad tangible y existiera, cuando no es más que una mera entelequia. Palestina no ha existido nunca en la historia y a las pruebas me remito: el vocablo Palestina no existía. No es mencionado el nombre de Palestina ni una vez en la Biblia ni en ningún otro documento de la antigüedad.
Es un invento del siglo XX y, como señala el escritor Marco Aguinis con gran acierto, es un producto judío, por mucho que les duela y les pese a los árabes. Así relata este escritor lo que significaba Palestina para árabes e israelíes: ”Quienes nacían en esa tierra eran palestinos, fuesen judíos o árabes. Antes de la independencia, que volvió a recuperar la palabra Israel, los judíos se llamaban a sí mismos palestinos. Y hablaban de "volver a Palestina". El actual Jerusalem Post se llamaba Palestine Post y la Filarmónica de Israel se llamaba Filarmónica de Palestina. ¡Pero eran entidades judías! Los antisemitas de Europa, toda América y Africa del norte les gritaban: "¡Judíos, váyanse a Palestina!". Palestina era reconocida como el hogar de los judíos incluso por quienes los odiaban”.
Este territorio fue parte del Imperio Otomano hasta el año 1922 y después, a raíz de una decisión de la Sociedad de Naciones, fue otorgado al Reino Unido y comenzó el dominio británico. En 1947, tras una serie de disturbios y enfrentamientos entre árabes y judíos, las Naciones Unidas aprobaron un plan para la partición del territorio bajo mandato británico, repartiendo casi a partes iguales el territorio de lo que actualmente es Israel, Gaza y Cisjordania. Los árabes que vivían en Israel, condicionados, empujados y atizados por Egipto, Irak y Siria, nunca aceptaron el plan de partición y comenzaron a prepararse para la guerra.
Nada más declararse la independencia de Israel, el 14 de mayo de 1948, los países árabes, pero principalmente las fuerzas de Egipto, Siria, Líbano e Irak, apoyadas también por Arabia Saudí, Yemen y un contingente de árabes de Israel, atacan al nuevo Estado hebreo y comienza la primera guerra árabe-israelí. En julio de 1949, tras la firma de varios armisticios entre Israel y los países árabes, concluye la contienda con una clara victoria israelí, que obtiene un 23% más de territorio del que le otorgaba el plan de las Naciones Unidas.
La no aceptación por parte de los árabes del plan internacional determinó el futuro de los que ahora se llaman a sí mismos “palestinos” y que viven, mayoritariamente, hacinados en los campos de refugiados en varios países árabes, Cisjordania y Gaza. Los árabes desde su derrota en 1949 lanzaron otras tres guerras contra Israel, en 1956, 1967 y 1973, casi con idénticos resultados que en la primera y cosechando notables derrotas, lo que les llevó a pragmatismo, al menos a algunos, como Egipto y Jordania, que firmaron sendos acuerdos de paz con el Estado hebreo, en 1979 y 1994, respectivamente.
Después de esas guerras todas las tentativas por buscar una solución política entre los israelíes y los palestinos han fracasado, pese a la implicación de Estados Unidos y la comunidad internacional en las mismas, y la retirada de Gaza por parte de Israel, en agosto de 2005, terminó en una mini guerra civil entre Hamás y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Finalmente, Hamás se impuso, tras eliminar a unos 700 miembros de Fatah, y desde entonces todas las iniciativas para lograr un acuerdo entre las dos facciones palestinas han concluido en un fracaso total, es decir, ni siquiera hay unidad en el liderazgo palestino.
Palestina no ha existido ni existe como Estado, es una ficción creada por la izquierda europea y norteamericana y los países árabes. Un Estado se caracteriza por el control de su territorio, por poseer unas instituciones políticas sólidas y una fuerza pública y unas fronteras reconocidas internacionalmente, características de las que carece absolutamente la ANP y Hamás en Gaza. Construir un Estado auténticamente palestino pasaría por desmantelar todas las colonias judías en Cisjordania, algo que en vista de lo que ocurrió en Gaza, que concluyó en un desastre, no va pasar porque Israel no va a volver a cometer los mismos errores que en el 2005 y porque, además, los palestinos, especialmente Hamás, no quieren un compromiso político con Israel, sino que siguen anclados en esa consigna política “desde el río hasta el mar”, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, que incluye: Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza., desdeñando abiertamente la fórmula de los “dos Estados”. Así las cosas, el diálogo entre ambas partes no parece factible y el sueño palestino seguirá siendo una quimera sangrienta e interminable.